Un comensal vive un momento 'tierra trágame' al pedir matrimonio a su novia y recibir una reacción inesperada: «Casi me da algo»

'First Dates' celebró San Valentín, como no podía ser de otra manera, con una semana muy especial. El restaurante de citas de Cuatro congregó por el Día de los Enamorados a Javier y Pilar (54), una pareja que se conoció en el programa hace cuatro meses atrás. Su relación va viento en popa, a pesar de que de primeras eran reticentes a un noviazgo a distancia. Él vive en Granada y ella Huelva, pero lo llevan bien. Tanto es así, que Javier volvía al lugar donde sintieron un flechazo dispuesto a dar un gran paso. «Hoy estoy aquí porque quiero hacerle un regalo, un anillo. Pero la verdad es que no quiero tampoco agobiarla porque las sorpresas no le gustan. Tengo miedo de cómo va a reaccionar», explicaba.

Ajena a lo que su novio le tenía preparado, Pilar se mostraba muy ilusionada. «Él ha llegado a llenar esa parte de soledad que me quedaba a mí de una persona que estuviera pendiente de mí, que me llame todos los días. Que me pregunte cómo estoy, qué he comido. No estaba acostumbrada y ha sido un 'shock' un poco grande», se sinceraba la onubense.

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Para darle más romanticismo a la noche, 'First Dates' les ubicó en la misma mesa en la que tuvieron su primera cita. Justo donde se empezaron a enamorar, Pilar y Javier cenaron cómplices y cariñosos. «Aquí nos conocimos, aquí me enamoré de ti. Ahora es diferente, ya está uno más relajado. Ya no tengo que impresionar, te tengo que enamorar todos los días y mi trabajo me está costando», exponía el andaluz. «Yo te lo agradezco, se que no soy una romántica», admitía su pareja. De hecho, se abría con el equipo del programa sobre sus sentimientos por Javier.

«Yo siempre digo que me mira con ojos de búho porque los abre mucho y me llenan entera cuando me mira con ese amor incondicional».

Y así, sin poder dejar de tontear, piropearse y dedicarse palabras bonitas, se compararon con «dos tontos enamorados de 15 años». Pero la atmósfera idílica se rompió de golpe cuando Javier, de repente, se arrodilló con un claro propósito. Ella, ante lo que se venía, entró en pánico. «¿Qué haces? No vayas a hacer nada que te veo ahí agachado raramente. No hagas cosas raras ni extrañas», espetaba.

Al ver la inesperada reacción de su novia, Javier reculó diciendo que se trataba de una broma. «¿Qué piensas, que te voy a pedir matrimonio? Te has asustado, eh». Así lo reconocería Pilar ante las cámaras. «Me ha asustado. Me ha puesto muy tensa el rodillazo. Casi me da algo. Él va con el acelerador a 220, y yo todavía voy en tercera marcha. No estoy preparada para una pregunta como esa».

El granadino intentó salir del paso excusándose en que se estaba recolocando el calcetín y la bota. Pero lo cierto es que con un «dios, ¡tierra, trágame!'» cuando ella no lo escuchaba dejó claro que no era cierto.

Se creyera o no la explicación, Pilar optó por seguir con la cita como si nada en la intimidad del reservado del restaurante. Ahí, Javier consiguió entregarle por fin el anillo. Eso sí, sin petición de matrimonio de por medio.

«Aunque no llevemos mucho tiempo, pero es más que suficiente como para saber que quiero pasar el resto de mis días contigo y me gustaría darte un regalo. Soy tuyo mientras tú quieras que lo sea». Una declaración que su novia recibía con gran emoción. «Me has dejado hecha polvo»