María Teresa Campos, el desacato con tacones
«Ha sido una más de nuestra familia, durante siglos, dando noticias en el salón de casa, muy de mañana, o bien poniendo salsita andaluza y al loro en los patios del chisme nacional»
María Teresa Campos, la inventora de las tertulias políticas
Muere María Teresa Campos a los 82 años
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónIgual vapuleaba a un ministro que promocionaba un colchón. Dentro de una misma hora. María Teresa Campos vivía para contarlo, porque en su oficio igual entraba la primicia atronadora que la confesión íntima. Los platós los organizaba como quien perpetra una invasión, y en ... más de una invasión participé yo mismo. Un día, mientras trabajábamos en Sevilla, ya después del trajín, me subió a un coche de caballos, y ahí a su lado supe yo la apoteosis de la popularidad, porque ir en lo alto con María Teresa Campos, entre el gentío, era como pasear encima de un trono con la Dama de Elche, pero en mujer salerosa, triunfal y alegre de Málaga.
Esta fue la primera vez que María Teresa Campos apareció en televisión
Marina OrtizLa comunicadora ha fallecido hoy, 5 de septiembre, a los 82 años de edad en un hospital de Madrid, a causa de una insuficiencia respiratoria
Creo que Teresa integra nuestro folclore, y coloco la palabra folclore sin ningún gramo de ironía o frivolidad. Yo le hice a menudo la frase de que siempre estaba en edad de buscar novio, y a ella la gracia le servía para una réplica que la encierra, aunque a esta fiera no hay quien la encierre: «Sólo soy antigua en eso, en lo de los novios».
Tenía gracia, y mala leche. Con Sabina se fumó un porro a medias, mientras lo entrevistaba. He aquí el modo de robarle a Joaquín unas confesiones únicas, o suculentas, porque fumar del mismo pitillo, a la hora de la faena, da seguro el fruto de una faena distinta. Traigo aquí esto del porro a dúo con Sabina porque no es no sólo una gracia de anécdota biográfica sino un atrevimiento profesional, porque Teresa intuyó, en su momento, que pedirle unas caladas a Joaquín era el modo de lograr una entrevista mejor. Entre la complicidad y el atrevimiento. Entre el colegueo y la travesura. Esto Teresa lo hacía siempre, aunque porros fumó pocos, o muy pocos. Tenía chófer, y algún hombre pendiente, y una casa de estrella de Hollywood, que tuvo que malvender en tiempos no remotos.
Alguna vez escribí que el peatonaje no veía la tele, sino que veía a la Campos, lo cual acredita a Teresa no ya como informadora, sino también como persona. Era como una vecina a la que enviáramos cada día a un plató, a montar un programa para un vecindario de multitudes. Entrevistaba con cuchillo, adoraba los zapatos, reunía alhajas. Los últimos años le fueron amargos. No sabía vivir sin el veneno de la televisión. María Teresa Campos ha sido una más de nuestra familia, durante siglos, dando noticias en el salón de casa, muy de mañana, o bien poniendo salsita andaluza y al loro en los patios del chisme nacional, que alborota como nadie. Era comunicadora, que es el éxtasis del periodismo televisivo. Era una bravura que madrugaba mucho para ir a la peluquería, un desacato subido a unos tacones de colores.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete