Sofía Suescun se ceba con Hugo: «Voy a machacarte hasta que abandones»

Mayte Zaldívar, la última concursante expulsada del programa, ha asegurado que Hugo y Sofía pasaron juntos la noche de la evacuación tras la fuerte tormenta que asoló la isla, aunque la madre de la navarra, Maite Galdeano, tachó de «blasfemia» la afirmación de Zaldívar. Hubo carnaza para rato solamente con este tema. Alejandro Albalá, exnovio de Sofía presente en plató, se tomó a mala cara la noticia pese a haber roto con la navarra hace unas semanas.

Pero Sofía, tal y como nos tienen acostumbrados en el programa, fue protagonista casi única de la noche. La navarra fue castigada junto a Melissa y Raquel Mosquera a estar encerradas en un corralito por no haberse esforzado en pruebas anteriores. La reclusión la aprovechó Sofía para intentar minar el ánimo de Hugo usándolo de esclavo, llegando a confesar que buscaba «machacarle hasta que abandone» . «Yo le voy a pedir todo a él. Va a ser mi esclavo, porque así me lo ha permitido el programa. Que me traiga todo lo que le pida, e incluso igual le pido que me sujete mientras voy a mear», explicó Suescun.

Y en ese momento empezó el calvario de Sergio, que a todas horas escuchaba la voz de Sofía pidiéndole agua o comida. « Tienes que hacer lo que yo necesite , y ahora necesito que te calles la boca porque tienes una voz feísima y superdesagradable», fue una de las joyas. Una maniobra de acoso y derribo que no acabó de hacer efecto en Hugo, quien supo resisitirse y mantener el tipo .

Además, hubo tiempo para ver en directa la reconciliación entre Francisco y Hugo , que llevan ya varias semanas enzarzándose con cualquier excusa y recurriendo con frecuencia al insulto. Ha sido un proceso largo en el que fue necesaria mucha diplomacia pero, finalmente, ambos decidieron firmar la paz con el fin de facilitarse la convivencia en la isla. Por otra parte, Francisco ha ascendido en su estatus social en la isla al convertirse en el chef oficial de su equipo.

Una semana más, Supervivientes preparó una prueba de recompensa para que los robinsones midiesen su fuerza y su ingenio compitiendo por ventajas y comodidades en la isla. Los más de cuarenta días que los aspirantes llevan en la isla ya han pasado una alta factura entre ellos, y el hambre ha llegado a desesperar a más de uno.