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«Los desayunos de TVE»

Sergio Martín: «Tenía claro que no me pondría nunca delante de una cámara»

El periodista conduce cada mañana «Los desayunos» de TVE

Sergio Martín TVE
Federico Marín Bellón

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Sergio Martín , nacido hace 39 años entre Salamanca y Zamora, pasó «de la noche a la mañana» , nunca mejor dicho, de acostarse a las cuatro a levantarse a las cuatro y cuarto. Cambió «La noche en 24 horas» por «Los desayunos de TVE» . En su segunda temporada como madrugador, se siente « más rodado, yo y el equipo », aunque al principio le costó muchísimo. «Fueron demasiados cambios en poco tiempo».

—No me lo planteé nunca. No intento darle un sello personal a nada. Hago las cosas como sé. El verdadero reto era, en un momento de cambios del periodismo, llegar en directo a un montón de sitios. La nueva narrativa era el reto, lograr que «Los desayunos» tuvieran esa fluidez. La única marca personal viaja conmigo, es mi manera de expresarme y trabajar.

—Siempre me ha preocupado hablar en un lenguaje que se entienda sin caer en vulgaridades ni lenguaje soez, traducirles el complicado argot periodístico o político. Por eso a veces hago el esfuerzo de contar las cosas con espontaneidad, sin leer ni seguir el guión. Eso te lleva permanentemente al límite del error. Improvisas más, pero prefiero correr ese riesgo.

—La evolución no puede ser mejor respecto al arranque del año pasado. Es verdad que Cataluña interesa y tira de los informativos, pero también estamos más entrenados. La segunda temporada de un equipo nuevo siempre es mejor y la tercera suele ser aún mejor si lo acompañas de trabajo. Aunque por la mañana la pelea es durísima. Ves los monstruos de la comunicación que hay en otros canales y, si lo piensas, te asustas, pero solo pienso en dejarme la piel y contar las cosas de la mejor manera posible. Y en hacer autocrítica todos los días.

—Leo críticas todos los días, a veces en un sentido y en el contrario, y las dos son seguramente fundadas en parte. Soy perfectamente imperfecto. Cometo errores todos los días, aunque intento no hacerlo, precisamente por la espontaneidad. Pero he aprendido, primero en radio y luego en televisión, que la audiencia es tremendamente generosa cuando cometes un error desde la honestidad, no con intención de perjudicar a nadie. Intento ser prudente, sobre todo con información sensible, porque ahí no vale la pena llegar antes, pero quizás por la precipitación ha podido venir algún error. Luego, improvisar te lleva a fallar alguna conexión, pero si lo explicas bien no me importa: no somos bustos parlantes que leemos un guión.

—Intento que haya variedad, aunque nunca alcanzaremos la perfección. Siempre habrá quien eche de menos a un periodista que defienda sus colores, pero intento que todos los medios relevantes estén representados y tenemos especial sensibilidad en la igualdad de mujeres y hombres. Y mira que es difícil, porque en los medios de comunicación te encuentras con que la mayoría de responsables son hombres.

—Ahí también escucho la misma crítica y la contraria, que aprieto demasiado o que los dejo «escapar vivos». Intento conseguir el mayor rendimiento posible, hacer la pregunta adecuada y que me dejen el titular que todos repitan el resto del día. Concentro mi energía en eso, en exprimir al entrevistado, y no pienso en nada más. Luego te encuentras la terminología de las redes, que si le has dado un «zasca», algo que no me planteo jamás. Una entrevista no es una pelea de boxeo. Mi experiencia me dice que cuando planteas la entrevista sin agresividad y no con hostilidad, el otro está más predispuesto inconscientemente a darte titulares.

—Sí que bloqueo. Tengo una norma: no admito lo que no admitiría en la calle, que alguien insulte, amenace o mienta sobre mí.

—No soy capaz de imaginarlo. No lo he hecho nunca. Cuando hacía con Ciudadano García «Esto me suena», en RNE, un programa de actualidad en clave de humor, era absolutamente incapaz de pensar que haría televisión en TVE. Si me hubieran dicho 15 días antes que iba al 24 Horas no lo habría ni sospechado y te habría dicho con toda seguridad que no sucedería. Les costó convencerme. Tenía claro que no me podría nunca delante de una cámara. Si me lo dicen 15 días antes de la primera aparición, también te digo con rotundidad que no. Y si estando allí me hubieran dicho que haría los desayunos, también te habría dicho que no. Así que me digas lo que me digas ahora, te aseguro que no lo voy a hacer.

—Hay quien me ve como un tío serio y soy lo contrario, extravertido y bromista. Es un registro que no he explotado en la tele. Si algo me apetece hacer podría ser un magacín o un programa nocturno, desenfadado, arreglado pero informal, aunque si la competencia es dura por las mañanas, por la noche es peor.

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