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La isla de las tentaciones

Marina y «Lobo» hacen saltar las alarmas en «La isla de las tentaciones»

Su novio Jesús da por zanjada la relación tras ver un beso de su chica con el tentador catalán

Lola piensa en la custodia del perro, paso previo a su traición a Diego

La declaración de amor del «riquiño» Hugo hace llorar a Sandra Barneda

El beso de «Lobo» y Marina Telecinco

R. Ventureira

Fue como ver «Titanic» por segunda vez. Fue como ver en diferido un partidazo del que ya sabes el resultado. ¿Pero quién no vio «Titanic» por segunda vez (o incluso por décima)? ¿Pero quién no vio alguna vez en diferido un partidazo del que ya sabía el resultado? Pues eso. Así nos sentimos ayer al otro lado de la tele mientras el segundo episodio de «La isla de las tentaciones 3» avanzaba hacia el precipicio (sentimental) con la misma determinación que el Thunderbird del 66 de Thelma y Louise. Sabíamos que Marina iba a morder la manzana con «Lobo» , pero queríamos ver qué pasaba antes de que lo hiciese, y queríamos ver también, y con todo detalle, cómo lo hacía. Hubo fuego y hielo en la noche en la que Marina hizo saltar todas las alarmas en Villa Playa .

Lobo Hombre en Villa Montaña

El programa se inició con una declaración de intenciones de Marina : «Yo soy muy fuerte de mente y no voy a caer». Hablaba de su «feeling» con Lobo , que así se hace llamar el tentador catalán Isaac .

«Al loro con el Lobo» , bromeaban los otros solteros, que saben que el tipo les ha tomado la delantera desde el minuto uno.

Después vimos en la playa, frente a las olas, cómo la mente de Marina, sobre el papel fuerte, empezaba a ser un mar de dudas. «Se pone tontorrona, rojita», diagnosticó el muchacho tras la cita. Tenía razón Lobo. Y es que, como dijo Joaquín el del Betis –seguramente el más mordaz analista de «La isla de las tentaciones» – « Marina tiene la alarma en la frente ». Dicho y hecho, Hulio. Esta muchacha pasará a la intrahistoria de Mediaset como la primera que hizo saltar la luz de la tentación.

Repasemos en el VAR la jugada que mereció esa primera e histórica penalización. Fue un beso con un hielo por medio . La coartada –si es que quisiese tenerla Marina , que no es el caso– podría ser que estaban jugando a «¿Verdad o atrevimiento?» . Un inciso: que en los tiempos del Tinder sobreviva el «¿Verdad o atrevimiento?» entre gente adulta dice muy poco de nuestra gente adulta.

Tras el beso, Marina hizo balance. La misma que unas horas antes había dicho «soy muy fuerte de mente y no voy a caer», dio a su discurso una vuelta a lo Elcano : «Siempre me ha dado todo, pero muchas veces cuando te lo dan todo te cansas. Yo he estado muy enamorada de mi novio. Y lo quiero muchísimo. Pero eso va en decadencia. Mi destino me está diciendo que necesito un cambio de vida ya». El destino se llama Lobo Hombre en Villa Montaña .

De Jesús , el (por ahora, en la ficción de «La isla...») novio de Marina , podemos decir que empezó su experiencia dominicana con el freno de mano puesto. Fue a una cita con Bela –que «es una tentación de escándalo» según sus propias palabras– a conocerla y demás cosas inocentonas. «Había que quitar el ancla y la hemos quitado» , dijo después de pasarlo bien, pero no tocar más que el cubata, en el guateque piscinero. «Todo puede pasar en la vida, pero resistiré», anunció, poseído por el espíritu del confinamiento y el Dúo Dinámico . Como el chaval es majo, nos disgusta haber acertado en la crónica de la primera gala , cuando escribimos que Jesús era el más firme aspirante al Premio Christofer . Pero el hecho es que lo es. Lo que le están haciendo no tiene nombre. Bueno, lo tiene: cuernos. Pero no es justo.

Cuando Jesús supo en la primera hoguera que Marina había hecho saltar la luz de marras se le quedó la carita de la foto de abajo.

Esta es la cara que se le quedó a Jesús tras ver a Marina en acción con «Lobo» Telecinco

Es el momento de recordar la declaración de intenciones de su chica el cercano día en que le presentaron a los chulazos: «Son muy majos, pero no son mi prototipo. Espero pasármelo súper bien con todos. Soy una tía súper abierta [en este momento, Jesús asintió]. Hablo con todo el mundo, bailo, me río, pero nada más allá».

«Nada más allá». Ja. Pero al menos Jesús ya no se chupa el dedo (bueno, de chupar mejor no hablamos). «Para mí es un antes y un después. No voy a llorar porque ni se lo merece. Para mí, next», sentenció el muchacho, pasmado al comprobar con sus propios ojos cómo su chica volaba en dos días una relación de cinco años. Para ser precisos, en «ocho segundos», que fue lo que duró el beso de fuego y hielo con Lobo . Sostenía aquella canción de Víctor Jara que «la vida es eterna en cinco minutos», y para Jesús esos ocho segundos fueron la eternidad. Ay, si él supiera. Lo que le queda al pobre por ver...

Lola y la custodia del perro

En el anterior episodio dejamos a Lola bajo la poderosa atracción gravitatoria del planeta Simone . Para entendernos, el italiano. El lado oscuro llama a la muchacha, y a estas alturas todos los que tenemos un teléfono inteligente sabemos que irá hacia esa luz y, por extensión, hará saltar la ídem de la tentación.

«Con Simone se me cae un poco la baba», admitió la chica al inicio de la noche, y todo pensamos que era cuestión de tiempo que más cosas cayesen.

«Tenemos ganas de conocernos más. Hemos conectado, somos personas. ¿Qué hago? Es que no puedo hacer otra cosa», justificó antes de meterse en la piscina con el italiano. Mientras Lola y Simone conectaban como personas bajo el agua, los cinco novios hablaban en una pequeña piscina de Villa Playa . Solos. Agarradísimos al mojito. Tras secarse con la toalla, Diego , pareja (todavía) de la muchacha, lanzó un pronóstico fallido: «Lola se lo va a pasar mal al principio».

En «La isla de las tentaciones» casi siempre pasa lo que parece que va a pasar. La mayoría de los personajes son planos, pues están guiados por un único instinto, y de lo más primario: el deseo sexual. Es «la cabra tira al monte» elevado a programa de «prime time». Por ello no esperen que un italiano se comporte en «La isla de las tentaciones» como un alemán . Tampoco como un español. Ni siquiera como un argentino. Se comportará, no hay vuelta de hoja, como un italiano. Con todas las consecuencias. Y las consecuencias para (añádase aquí el nombre del novio de turno; Diego en este caso) son negativas.

Simone miró a Lola con buenos ojos, que serán malos para Diego , en una cita solitaria en la playa. Miró como un italiano. Y a Lola se le dibujó una gran sonrisa. No una como la de «La Gioconda» . Más bien una tipo «Los borrachos» . «Me impresiona, me intimida, pareces un toro», le dijo ella a él, que tiene pasado en «First Dates» y, por tanto, está entrenado en esto de ligar a la luz de una cámara. Ya que va de pintores, recordemos que de Picasso se decía que tenía la mirada de un toro. Picasso, que era de origen italiano por parte de «mamma».

«Tengo miedo de qué pasará», confesó Lola a las chicas ya de noche, al calor de la piscina. Después hubo una fiesta en la villa, que es muy amplia, pero casualmente el italiano y la novia de Diego siempre iban a parar al mismo metro cuadrado. Es lo que tiene la fuerza gravitacional. «Tengo miedo de acercarme a Simone, pero no puedo evitarlo», confesó ella a cámara.

Ya ha aparecido unas de las frases que nunca falta en «La isla de las tentaciones» : «No puedo evitarlo». Es el llamado «Síndrome del Vizconde Valmont» (véase la entrada de «Las amistades peligrosas» en Wikipedia). El «Síndrome del Vizconde Valmont» es a «La isla de las tentaciones» lo que el «Síndrome de Stendhal» a Florencia . La víctima más documentada por la ciencia televisiva de ese síndrome característico de Villa Playa es Tom Brusse . No lo pudo evitar, y eso que su novia se plantó en el casoplón de los chicos para impedirlo. Pero ni así.

Recordemos las palabras de Lola unas líneas más arriba: «Tengo miedo de qué pasará». Lo que pasará con el italiano y ella no lo sabemos. Sabemos lo que le pasará entre ella y Carlos , pues ha trascendido un vídeo más que picarón con este tentador , un hombre que por ahora se ha limitado a ser un secundario sin frase.

Por ahora (o sea, en el episodio dos), Lola no tiene en su cabeza al tal Carlos . Tampoco, es obvio, a su novio. Por ahora solo tiene en mente a Simone y a su perro Horus . «Desde que estoy aquí en la isla no he dejado de pensar en mi perro. Es un rottweiler y se lo regalé a Diego por su cumpleaños. Si yo lo dejo con Diego, no me voy a morir... pero el perro. Va a quitármelo de golpe, porque es rencoroso y es vengativo... Que hombres hay muchos, pero es que un perro...», reflexionó a cámara. «Perder a mi perro sería lo peor. Es que parece humano. Nunca, nunca, nunca tendré un perro como él».

Estamos, sin duda, ante la edición más animal de «La isla de las tentaciones» . Teníamos un Lobo , y ahora tenemos un perro. Hay también bastantes víboras, así que a Mediaset le está quedando un «Zoo de las tentaciones» estupendo. Recordemos que en la anterior edición hubo un oso, Rosito (el Dios de los peluches lo tenga en su gloria), y acabó en la hoguera, pagando los desmanes sexuales de su dueña.

Es evidente que Lola vio « La isla de las tentaciones 2» y por eso teme por su futuro con Horus . Volviendo al meollo de la cuestión, el caso es que está pensando en la custodia de la mascota . Tras esa confesión, tendría que haber saltado la luz de la tentación en Villa Playa, y a volumen brutal, pero no lo hizo. Incomprensible. ¿Quién maneja el VAR de la isla? Un beso en el brazo y unas caricias pueden ser penalizables (la luz de la tentación se activó en ambos casos con Lola y Simone ), no decimos que no, pero una novia preocupada por la custodia de su perro tendría que ser tan o más punible.

Y mientras Lola pensaba en abogados animalistas , ¿qué hacía Diego? Pues se citaba con Jennifer y poco más. No dejó de hacer declaraciones de intenciones. «Vengo a dejarme llevar» fue una de sus sentencias. «Estamos aquí perdiendo un poco el tiempo», opinó tras ver que las chicas montaban una fiesta que saldría por un ojo de la cara en tierra confinada. Es un hombre de palabra, pero no de acción. Ni un dedo movió. En una casa española, el rottweiler tampoco movió la cola. Se teme lo peor. Es el efecto mariposa.

Los «acercamientos» de Manuel

Entre los novios, el más activo está siendo Manuel , pareja de la cándida Lucía . Anda tonteando con Stefany , que le hizo tilín desde un principio. Él a lo de tontear le llama «acercamiento», que es una palabra muy de los documentales. «Es la única que puede ponerme nervioso aquí», presume el muy machote, como si fuese inmune al resto de las solteras.

¿Quién le pone la mano encima a Manuel? Pues Stefany Telecinco

Mientras tanto, su novia Lucía guarda la distancia social. Escogió para la cita a un tal Víctor , un musculitos que sacó pecho y espetó: «Sé que Lucía se podría enamorar de mí». Ella contestó a tal exhibición de autoestima con un jarro de agua fría: le negó la siguiente cita.

Los fieles Hugo y Raúl

Hugo es un gallego que donde el 99% de la audiencia del programa ve unas mujeres de escándalo él ve chicas «riquiñas» . Cuando un gallego dice de una chica que es «riquiña» se puede descartar toda intención sexual. Toda.

Hugo llora y Raúl lo acompaña en el sentimiento Telecinco

Y es que Hugo solo tiene ojos para Lara . «La quiero con locura. No me podía llegar a imaginar que la podía querer tanto», dijo. Y se arrancó a llorar. «Es muy fuerte esto, Sandra», continuó, y a Sandra Barneda se le saltaron las lágrimas.

Mientras unas piensan en la custodia del perro, Hugo escucha campanas de boda: «Quiero casarme con ella», aseguró. El canario, Raúl , quien tampoco ha movido un dedo, se puso a llorar también, añorando a su amada. Después se sumó a aquel valle de lágrimas Manuel , arrepentido quizá de haber perpetrado «acercamientos». Que no sonase en esos momentos «Los chicos no lloran» de Miguel Bosé solo se explica por un problema de derechos de autor, pues no creemos que obedezca a la falta de cultura musical del montador de sonido del programa, o como se llame el que pincha reguetón en «La isla de las tentaciones» .

La declaración de amor de Hugo hizo llorar a Sandra Barneda Telecinco

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