Lazos de sangre

Las tres casualidades que marcaron la vida de Paco Rabal

El azar jugó un papel fundamental en la carrera del actor

Paco Rabal, en «Juncal» RTVE

Rubén Ventureira

Es lo que el novelista Paul Auster llamó la música del azar. El colombiano Gonzalo Arango , fundador del nadaísmo, lo expresó de otra manera: «La vida es una sucesión de casualidades». En la existencia de Paco Rabal hubo tres ... momentos cruciales, y los tres se repasaron en el «Lazos de sangre» dedicado a los Rabal Balaguer .

El favor de Fernando Rey

Corría 1946. El actor coruñés Fernando Rey estaba rodando «La pródiga» , de Rafael Gil , que le valdría un premio a la mejor interpretación secundaria en la segunda edición de las Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos. Era su sexta película como actor profesional. Sintió una necesidad fisiológica y le pidió a un joven eléctrico que hiciera de doble de luces mientras iba al lavabo. Al director le sorprendió para bien el aspecto de aquel muchacho, más convincente para hacer de campesino que el que se había contratado para este fin. Así que decidió que fuese para él aquel papel sin frase. El tipo se llamaba Paco Rabal , y procedía de una familia murciana «más pobre que las ratas», en palabras de su hijo en el documental «Lazos de sangre» . Comenzaba así una carrera interpretativa –antes ya había sido extra– que lo llevó al estrellato.

Fernando Rey, a la derecha, en «La pródiga» Colección Fernando Casado Campolongo

La casualidad quiso que Paco Rabal devolviese el favor años después a Fernando Rey . Resulta que William Friedkin lo había visto en «Belle de jour» (1967), la película de Luis Buñuel . Pidió que le trajesen al actor de esa película para interpretar al malo de «The French Connection» (1971). Lo fue a esperar al aeropuerto y resulta que se encontró con Fernando Rey , que también aparecía en la película de Buñuel .

¿Qué había pasado? Pues fue una cadena de casualidades. Que contactaron con Paco Raba l vía telegrama, pero al murciano siempre se le atascó el inglés, y en los quince días de plazo que le dieron para incorporarse al doblaje no le daba tiempo a formarse, así que recomendó a Fernando Rey . La imagen del actor coruñés no casaba en la cabeza con la que tenía Friedkin del malo de su película. Pero el español le convenció de que apostase por un villano elegante. Fue un acierto. Y un éxito totalmente imprevisto. De hecho, cuando a Rey, a la vuelta de ese rodaje, le preguntaban qué había hecho últimamente, respondía «que una película menor en Estados Unidos». Ese filme ganó cinco premios Oscar y lo convirtió en el primer español que triunfó a lo grande en Hollywood.

El accidente que marcó su cara y su vida

En 1956, diez años después de «La pródiga» , el director de esta misma película, Rafael Gil , llamó a Paco Rabal, entonces ya un galán del cine y el teatro español, para protagonizar «La gran mentira» .

Cartel de «La gran mentira»

La película cuenta la historia de un guapo actor de cine en el declive de su carrera que ve una oportunidad de volver a triunfar. Este galán en horas bajas sufre un accidente de tráfico que le deforma la cara.

Siete años después, Paco Rabal conducía un Mercedes por una autopista madrileña tras una noche de juerga. Sufrió un accidente gravísimo. A punto estuvo de morir. Le quedaron cicatrices en el rostro, esas que dieron tanta verosimilitud en la caracterización de sus personajes más célebres, Juncal y el Azarías de «Los santos inocentes» .

Ese accidente marcó un antes y un después en su carrera. Rabal pasó de galán a ser el actor total que permanece en el recuerdo de todo cinéfilo.

Burdeos, principio y fin

«Goya en Burdeos» (1999), de Carlos Saura , le valió a Paco Rabal su único Goya. También el premio al mejor actor en el Festival de Cine de Montreal . Fue a recogerlo a Canadá . Estaba enfermo, pues sufría un enfisema pulmonar, pero nada hacía presagiar que el final estaba tan cerca. En el vuelo de regreso a Madrid se encontró fatal mientras brindaba con su mujer, Asunción Balaguer .

Sufrió un ataque de tos que derivó en una insuficiencia respiratoria. El avión realizó un aterrizaje de emergencia. Pero Paco Rabal ya estaba muerto cuando el aparato tomó tierra. Murió con una copa en la mano. El sitio donde el avión aterrizó fuese, curiosamente, Burdeos .

Una gran casualidad que puso fin a una carrera que se había iniciado por casualidad un día en que Fernando Rey sintió la perentoria necesidad de ir al baño.

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