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Juan Gómez-Jurado: «Los historiadores no saben presentar y llamaron a alguien que tampoco sabe»

El escritor estrena este jueves en La 2, a las 22.00, el programa de divulgación «El condensador de fluzo»

Juan Gómez-Jurado, presentador de «El conndensador de fluzo» RTVE
Federico Marín Bellón

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La 2 estrena este jueves, a las 22.00, «El condensador de fluzo», un programa de divulgación histórica presentado por el escritor y periodista Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977), padre de la pareja de investigadores formada por Antonia Scott y Jon Gutiérrez , cuya trilogía ha sido devorada por un millón de lectores . RTVE promete humor y entretenimiento para hacer la Historia «amena, accesible y atractiva». Ha sido producido en colaboración con Lacoproductora.

Cuenta Gómez-Jurado que acabó siendo presentador un poco por casualidad, aunque en sus respuestas suele haber un barniz de humor y no es conveniente tomarse casi ninguna completamente en serio. «Se habían inventado un programa de divulgación histórica, en el prime time de La 2, y a última hora se dieron cuenta de que los historiadores no saben presentar . Cometieron un gravísimo error, que es llamar a una persona que tampoco sabe. Así aterricé en un proyecto terminado. El programa es maravilloso, pero no es mío. Pertenece a Aitor Gutiérrez y a la gente que lo ha escrito y dirigido.

Es fundamental. Hay temas que tienes que abordar desde el asombro. El hilo conductor es una unidad temática: el amor, las primeras veces (este jueves), las grandes conquistas, los descubrimientos... Pero por debajo hay un tono de diversión, para que lo vea toda la familia y nos podamos reír. Pero siempre con rigor. Hemos tenido que repetir alguna toma porque habíamos dicho mal una fecha o un concepto no quedaba bien aclarado. Siempre había algún historiador en el programa, repasando todo lo que decimos. También hemos evitado aleccionar y dar lecciones, y meternos en política.

Nada, en absoluto. Tiré los guiones a la papelera, porque me interesaba ir dando paso a la gente y reaccionar con la mayor sorpresa posible. Algunas historias las conocía, aunque fuera superficialmente, pero de otras no sabía nada, como que hubiera un grupo de mujeres que puso en marcha parte de la Revolución Francesa o lo de Erik el Rojo. Se combinan las pequeñas nociones que tengo en la cabeza con lo que cuenta un historiador profesional, como Ignacio Martín Lerma , que lleva un hacha de sílex, fabricado con las mismas técnicas de hace 30.000 años.

Ser él mismo. Lo conozco muy bien, en efecto, y tuvimos un problema serio porque nos dijeron que su sección tenía que durar seis minutos. El primer día nos pusimos a grabar y cuando llevábamos 20 minutos el director se levantó y nos dijo que tenía que cortar. Él tiene una sección que se llama «Y si…». A partir de ahí, empieza a improvisar. Yo le voy preguntando y es alucinante ver cómo trabaja esa cabeza.

Sí. Contamos la historia de los amantes de Teruel, por ejemplo. Y todos los programas comienzan con un repaso a la historia pop. Sara Rubayo , historiadora de arte, nos contaba como se ha «poperizado» la historia de criminales muy conocidos que pasan a formar parte del imaginario popular, no como héroes, pero con menos vileza de la que tiene que tener, por ejemplo, Pablo Escobar , que se ha convertido casi en una camiseta, cuando era un asesino sin escrúpulos.

No. Abordo todos mis proyectos sin expectativas. Cuando empezamos «Todopoderosos», nació en la mesa de comedor de casa de Arturo González-Campos , y decíamos: si esto lo oyeran 10.000 personas, sería increíble. Vamos por medio millón y nos da igual. Hacerlo para mil o 500.000 es lo mismo. Es interesante que se sume mucha gente, pero lo haces para ti mismo, para estar contento con lo que haces. Es lo que me lo enseñaron mis padres y lo que yo enseño a mis hijos.

No es lo mismo, porque ahí tenía la inmensa suerte de que en un programa de humor puedes hacer lo que te dé la gana. No te aparece un historiador que te dice que te has equivocado.

Me encantan las series, pero cada vez me cuesta más. Hay una saturación de contenido brutal. Hay cosas maravillosas que pueden pasar desapercibidas, como «30 monedas», que es increíble, o «Gambito de dama». Nuestra generación tenía las cosas más fáciles porque había mucho menos que ver. Sin embargo, prefiero esta dificultad.

No tengo ni idea. La vida es un conjunto de elecciones que te van condicionando y llevando por un sitio o por otro y tú reaccionas. ¿Quien me iba a decir que viviría todo esto? Pues nadie, porque había que estar loco. Con 19 años solo aspiraba a tener un trabajo fijo y ahora le dijo a mis hijos que es lo último a lo que deben aspirar, porque es imposible tenerlo. No hay nada seguro. En el 98 la tele era el medio masivo, internet era una cosa que te podías imprimir y no imaginábamos los cambios que iban a venir en estos 23 años. Todo puede cambiar en décimas de segundo.

En 2020 he regalado más de 100.000 libros. A ver este año. Lo hago porque puedo y porque quiero. Hay gente que lo pasa mal y recuerdo lo que era no tener un libro que quería leer de chaval. Me gustaría, en la medida de mis posibilidades, que con el libro electrónico son muchas, devolver algo de lo mucho que la gente te da.

Es como bajar al bar, a veces vas porque te apetece, a veces porque toca o hay unos amigos y otras no bajas porque para qué. No se ha convertido en una necesidad, sino que es parte de una rutina.

No he tenido malas experiencias. ¿Hay troles en Twitter? Claro. ¿Alguien puede comentar algo de ti…? ¿Qué más da? La importancia está en otro sitio, como en esta conversación. Yo lo veo todo como una piscina olímpica, llena de agua, maravillosa. De repente, alguien se caga. Hay 150 toneladas de agua y unos gramos de caca, pero solo puedes mirar eso. Ese sesgo no es sano para nadie.

¿Por qué sigue existiendo gente que llama tortilla española a la tortilla sin cebolla? Nadie me lo pregunta y soñaba con decirlo alguna vez en un medio de comunicaciòn serio. Sin cebolla es una tortilla sin cebolla o una tortilla francesa sin patata, pero nunca va a ser una tortilla española.

Este jueves, día 7 a las 22.00, «El condensador de fluzo» en La 2.

Hay más colaboradores, además de los citados: Gómez-Jurado estará acompañado por los arqueólogos Ignacio Martín Lerma y Margarita Sánchez-Romero , la doctora en Historia contemporánea Carmen Guillén , el escritor e historiador Javier Traité , la catedrática e historiadora María Jesús Cava , la historiadora y divulgadora Laia San José , el arqueólogo y especialista en la Antigua Roma Néstor Marqués y los historiadores del arte y divulgadores Miguel Ángel Cajigal («El Barroquista») y Sara Rubayo («La gata verde«). Además, los cómicos Javier Cansado y Miguel Iríbar tratarán la historia desde su peculiar punto de vista.

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