«Informe Robinson me rescató de la depresión»

«Informe Robinson» no es particular por su tono, sino también porque logró «salvar» a su presentador. «Logró emocionarme cuando pensé que estaba acabado . Me rescató de la depresión. Había perdido “El día después” y había durado un día en “Maracaná”. Veía mal hacer algo que no sentía. Seguía narrando partidos, pero Álex Martínez Roig , ahora director de contenidos, intentaba animarme y me dijo: haz lo que quieras. Fue difícil, porque si esto no funcionaba podría haberme ido al paro y constatar que mi tiempo había acabado», relata.

Aunque su acento británico se ha convertido en su seña de identidad, Robinson también se reconoce cierta elegancia «propia de un británico, o más bien exbritánico», bromea. «Pero si rascas mi barniz, tengo muchos registros de cercanía. Creo que tengo empatía . Admiro a todas las personas que participan en el programa. No voy a exhibir a nadie que me parezca un cenutrio. Ofrezco cada historia con la que empatizo», subraya.

«Informe Robinson» es una rara avis en un tipo de periodismo que a veces se dirige más al forofo que al público en general, pero el exfutbolista reconoce que el programa es muy querido también dentro del mundo deportivo. «La gente siente que no somos escandalosos y tiene la suficiente confianza para sentarse a charlar con nosotros. Solo Guardiola declinó nuestra invitación, porque no daba entrevistas en su época en el Barcelona, pero era admirador del programa», asegura.

¿Por qué cuesta tanto que haya mujeres en el periodismo deportivo ? «No creo que haya reticencias para ficharlas o que a las mujeres no les guste el deporte», responde. «Hay una tendencia a tener una, pero no estoy seguro de si es por su valor o porque hay que tenerlas. La segunda opción me parece hiriente». La mezcla de deporte y política le parece menos grave. «Siempre han sido mezclados, a veces para bien. ¿Por qué no deben opinar sobre política? Son seres humanos, te guste o no lo que dicen». Él mismo da ejemplo y habla del problema de Cataluña , que ve «como una partida entre ajedrecistas que en cada movimiento lo hacen mal, intentan perder o no conocen las reglas. Nosotros somos los peones».