La incompatibilidad sexual condena al fracaso la cita de dos solteros en 'First Dates'

Acorde a su carta de presentación, el soltero pedía al Cupido Carlos Sobera una mujer graciosa y simpática. Pero sobre todo, que esté viva en todos los aspectos, incluido el sexo. De hecho, concretó, ahí cuanto más, mejor. «En un día fueron nueve ‘bocadillos de atún’. Soy muy sexual», apuntó.

María José , por su parte, está harta de ser con los hombres de buena, tonta. Después de una boda con 21 años y un divorcio provocado porque su marido era muy flojo, sigue confiada en encontrar un «moreno, inteligente, grandote y también que sepa de sexo». A simple vista, un prototipo que se ajustaba con Samuel . De hecho, en el primer encuentro las impresiones positivas fueron recíprocas. A ella le pareció su acompañante muy buena persona, mientras que él alabó su belleza.

Una vez comenzada la velada, la sevillana explicó el motivo por el que terminó buscando el amor en ‘First Dates’ . Harta de quedar con hombres que solo quieren sexo, desea encontrar una persona que tenga intención de conocerla más allá. Por eso, no le gustó nada la revelación de su acompañante. «He follado en la primera cita, aunque no me importa esperar. Pero si no me gusta la forma de ser de la chavala, voy a lo que voy», admitió Samuel . Aunque, para compensar, enseguida se vendió contándole sus habilidades. «Lo que más me gusta es bajarme al pilón».

Sin embargo, logró el efecto contrario. Y es que a María José le pareció tal derroche de sinceridad una vulgaridad. «En el sexo sé lo que puedo dar, no hace falta dar detalles», le reprochó.

Tampoco encontraron sintonía al compartir sus aficiones y maneras de ver la vida. Salvo la pasión por el cine, detectaron pocas cosas en común. El malagueño es de festivales de ‘heavy metal’; la sevillana se declara fan de Manuel Carrasco. «Comparado con el reggaeton Manuel Carrasco es Dios, pero yo soy más de tralla», expuso Samuel , que también se quedó anonadado al descubrir el tatuaje de la mano de Fátima de su cita. «Me estoy imaginando viendo la Semana Santa…y qué va», reiteró.

Y la gota que colmó el vaso fue que el soltero reconociera su desapego con la familia. «Si un domingo tengo una barbacoa con mi familia y él me dice que no quiere venir conmigo… Eso para mí no es bueno», afirmó María José .

Empezaron en la misma dirección, y sin saber cómo, se dieron la vuelta y comenzaron a circular en direcciones opuestas. Al final de la cita los sentimientos estaban condenados a sufrir una colisión. La comensal asumió que el amor de un chico en condiciones que ansía en su vida no lo encontraría en Samuel . El aludido, por su parte, prefirió seguir buscando a alguien «de su rollo».