First Dates
Una comensal humilla a su cita enumerando todos sus defectos: «Anda, tómate el chupito»
Lucas no daba crédito a la retahíla de críticas y reproches que salían de la boca de Anya
ABC PLAY
La víspera del día de San Valentín estuvo intensa en First Dates . Muchos aspirantes, supersticiosos ellos, creían que podrían empezar el día de los enamorados empezando a enamorarse . La suerte, que por definición no se reparte igual para todos, sonrió a ... unos, pocos, y le di la espalda a la mayoría de los comensales. Carlos Sobera continúa, insaciable, su labor de celestino televisivo.
Empezó la noche del martes en First Dates con un fichaje de envergadura , Mohamed, un modelo malagueño de 25 años con sus vitrinas plagadas de premios de belleza. Su palmarés estético fue su carta de presentación: el primer musulmán que con el título de míster era el que más le llenaba de orgullo. Otra belleza portentosa se sentó a cenar con el figurín. De nombre Jessica y residente en Algeciras, también de 25 años y empleada en el mundo del diseño y el marketing digital. La joven había hecho sus pinitos en el mundo de la moda pero lo había abandonado para centrarse en sus estudios.
Por ahí empezaron su conversación y pronto pasaron al tema que era el que más le interesaba a Mohamed: el sexo . Antes de que Jessica se hubiese acomodado a su cita, el modelo ya le estaba preguntando por sus preferencias en la cama . Descolocada, a la chica se la vio un tanto nerviosa, soltando risitas y respondiendo con evasivas . Se veía que Mohamed no había ido al programa a perder el tiempo, y cuando pasaron al reservado a tomar el postre cogió a Jesica por el cuello y le plantó un beso en los labios al que ella no quiso resistirse. Así las cosas, el resultado fue el previsible: decidieron volver a verse una segunda vez, no sin antes besarse de nuevo ante las cámaras . «Me has hecho preguntas incómodas, pero me has hecho reír», le dijo la chica.
Anya y Lucas, de 20 y 19n años, fueron la pareja más benjamina de la noche. Ella, que se tenía por muy mayor y muy madura, consideraba que Lucas era demasiado pequeño para ella, y ya se sentó a cenar con su pareja con pocas ganas. Y ese fue solo el primero de una larga lista de desencuentros.
Lucas trató de ser simpático e intentó hacer que Anya se sintiese cómoda durante la cena. Ella, que ya llegaba con una coraza a la cena, no apreció sus esfuerzos y se comportó de una forma bastante grosero. Dedicó Anya buena parte de la cita a sacarle los defectos al pobre Lucas , que llegó un punto en el que no sabía ya qué decir.
Hacia el final de la cena, Anya se deshizo de toda contención y enumeró lo que, a sus ojos, eran los principales defectos de Lucas, lo que no le gustaba de él. « El pendiente en la nariz no me gusta , es que se te mueve cuando hablas y no sé...», empezó la chica ante un Lucas estupefacto, «tampoco me gusta tu barba, y tu ojos me parecen demasiado grandes. Además, tus tatuajes pareden parches ». Se quedó a gusto la chica. «Tómate el chupito anda» , le recomendó Anya.
La cita, por supuesto, ya se había echado a perder y solo quedaba esperar a que se acabase el tiempo. La respuesta que iba a dar cada uno estaba clara, pero Lucas no quiso marcharse sin dejarle un recado a su pareja: « La he visto muy superficial desde el principio . Espero que encuentres a tu príncipe azul. Adiós».
Una comensal humilla a su cita enumerando todos sus defectos: «Anda, tómate el chupito»
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