Imitación

Hoy solo van escondidos bajo una gorra los que buscan atención. Y si además llevan gafas de sol, quieren desesperadamente que les hagan caso. O una entrevista. Oswald Aulèstia , nombre artístico de Oswaldo Aulestia-Bach, se define a sí mismo como el mejor falsificador del mundo. Su caso se destapó en 2008, y después de que pasara unos meses en prisión, contó su historia en el documental ‘Oswald’. Desde su estreno en Filmin, el falsificador se ha paseado por las alfombras rojas con la cabeza embutida bajo una gorra serigrafiada con su nombre y buscando a través de sus gafas oscuras a algún despistado al que contar -otra vez- la historia de «un pirata, un cínico y un caradura entrañable», en sus propias palabras.

Oswald ha falsificado obras de Picasso , Chagall , Dalí o Miró . Y ha vivido siempre de ellos: cuando vendía sus copias a espaldas de la ley y cuando presume de hacerlo a pecho abierto ante las cámaras. La imitación, al fin, es la mayor muestra de admiración.

Quizá por eso, en la televisión la principal vía al éxito es por la copia. Nadie busca el Dorado por las sendas alternativas: se camina por las huellas de los pioneros. O de quien marca el ritmo. Y así hoy en día es difícil encontrar por la tarde algo que no sea un concurso. Y no debe quedar nadie en España con algún talento -por raro que sea- que no haya actuado en ‘ Factor X ’, ‘ Got Talent ’, ‘ La voz ’, ahora ‘ El cover ’... Si ‘ La isla de las tentaciones ’ arrasa -como copia, veinte años después, de ‘Confianza ciega’- pues Neox se lleva a Cristina Pedroche a Canarias para presentar ‘ Love Island ’ y HBO se trae de EE.UU. el formato de ‘ FBoy ’. Hasta Netflix recupera ‘Amor con fianza’ para demostrar que plataformas y cadenas de toda la vida están más cerca de lo que el márquetin quiere vender.

Si ponerse un sombrero en la posguerra era una forma de pasar desapercibido por el camino de la imitación, en la televisión la imitación es la mejor forma para que te vean.