Rafa Castaño, tras hacerse millonario en 'Pasapalabra': «No tengo gustos caros, solo pienso en leer»

—Entonces, ¿alguna vez ha visto un zabro?

—[Ríe] No, de hecho hoy me han hecho una entrevista en ‘Al rojo vivo’ y me han enseñado un zabro en pantalla. Eso que me llevo.

—Al completar el rosco parecía en shock. ¿Ya lo ha digerido?

—No lo he asimilado del todo. Al final, parte de lo logrado es el dinero que te pagan, y lo que eso te permite hacer en la vida. Lo iré asimilando cuando me lo ingresen.

—¿Qué planes tiene?

—De momento, aprovechando que Atresmedia tarda unos meses en ingresar el premio, mi plan es vivirlo con tranquilidad. No quiero que el premio me cambie, quiero vivir mi vida como la he vivido. No tengo gustos caros.

—Pero algo tendrá que hacer con el dinero, ¿no?

—No quiero tenerlo dormido en el banco porque es mucho dinero, pero tampoco quiero volverme loco. Quiero invertirlo con cabeza, con paciencia. Y si encuentro un trabajo que me guste también, por supuesto, porque esto no tiene que cambiar quién soy.

—¿Cómo era su día a día? ¿Cuánto hay que estudiar para estar a este nivel?

—Hay que estudiar mucho. Y sobre todo no hay que perder la concentración ni la ilusión ni la constancia. Yo he pasado por varias fases. Cuando empecé a preparármelo veía muchísimos roscos y me apuntaba muchas palabras. Estaba catorce horas al día, de lunes a domingo. Luego estuve muchos meses estudiando una hora, dos horas, tres horas al día. Y las últimas semanas, cuando vi que lo habían abierto un poco, que Orestes y yo nos quedábamos a una palabra muchas veces, estuve estudiando seis, siete, ocho horas al día de nuevo. Paraba solo cuando mi cabeza me decía basta.

—Es casi como prepararse unas oposiciones, ¿no?

—Y sin el casi.

—Apenas tiene redes sociales, ¿cómo lleva la fama?

—Lo llevo regular, la verdad. Cuando empecé a salir en ‘Saber y Ganar’ me hacía ilusión, pero al final es demasiada atención. No estoy nada cómodo. Aunque no soy un iluso, sé que he concursado en el programa más visto de la tele y eso hace que te conozca mucha gente, pero suelo ser muy discreto con mi vida privada. No subo nada a redes. Tengo Twitter y ahora mismo lo tengo con el candado, y no creo que lo vuelva a usar. Nunca me ha gustado mucho esa dependencia que tienen muchos de los que me rodean con las redes.

—¿Le para mucha gente por la calle?

—Ahora menos, porque como yo sabía que iba a ser el bote, dos días después o tres días después de grabarlo me pelé. Eso y gafitas de sol y la verdad es que ha funcionado, me han parado muy pocas personas. Ahora que estoy empezando a salir con el pelo corto volverá un poquito más la marabunta. Es algo que ha visto gente que no ve el programa normalmente. Ha sido el acontecimiento del día. Estoy algo asustado. Sé que serán días complicados, también sé que poco a poco se irán olvidando.

—¿Qué es lo más duro de ser concursante de 'Pasapalabra'?

—Hace muchos años, en 'Pasapalabra' podías hacer un buen papel sin estudiar mucho. Pero con el tiempo ha ido evolucionando, los concursantes han ido cada vez más fuertes y con Orestes y conmigo ha sido una locura. Lo peor es ese sacrificio. A mí me gusta mucho leer. Y he tenido que renunciar a eso. Y ver películas, y he tenido que renunciar a eso. Todo lo que leía era para aprender palabras raras. El día después de llevármelo me senté y vi dos capítulos de una serie. Y ese ha sido mi homenaje.

—¿Qué le apetece leer ahora que tiene tiempo y libertad?

—A mí me gusta mucho la literatura rusa, y siempre he tenido la ilusión de leerme tres grandes novelas que creo que hacen un buen repaso por la historia de Rusia: ‘Guerra y paz’, que cuenta las guerras napoleónicas; ‘Doctor Zhivago’, que se ambienta en la Primera Guerra Mundial; y ‘Vida y destino’, de Vasili Grossman, que transcurre en la Segunda Guerra Mundial. Son tres novelas gordas y que necesitan tiempo.

—Ahora toca vacaciones, ¿no?

—Sin duda. Pero no vacaciones de irse a algún lado, sino vacaciones del estudio. Quiero descansar. Ahora de repente estoy en mi casa tumbado en el sofá leyendo y digo: joder, por fin. Por fin.

—¿Cómo empezó su aventura en la televisión?

—Yo los veía en casa y se me daba bien. De pequeño me gustaba jugar al Trivial y ese tipo de cosas. Y luego mi hermano empezó a ir a concursos de la tele. No le fue muy bien, pero es verdad que yo ahí vi abierta la puerta. Él tiene cinco años más que yo, y era un referente.

—Por cierto, ¿ha vuelto a hablar con Orestes desde el bote?

—Tenemos una relación muy buena y evidentemente le tengo mucho cariño y le deseo lo mejor. De momento no le he querido hablar, pero porque tienen que ser muy complicados para él. Ahora mucha gente que le estará escribiendo diciéndole lo siento mucho. Y es una faena. Cuando pase todo esto ya le escribiré y si subo a Burgos me tomaré algo con él.

—¿De verdad que no se quiere dar ningún capricho?

—Sobre todo pienso en el tiempo que voy a tener para leer. Voy a poder por fin hacer de nuevo lo que hacía en la universidad, que era ver muchas películas, leer mucho sin pensar en que tengo que ganar dinero, en que tengo que trabajar. Pienso más en eso que en el dinero.