Un documental implica a Cao de Benós en el tráfico de armas de Corea del Norte

Grabado con cámaras ocultas durante diez años por el director Mads Brügger, «The mole» («El topo») cuenta la historia de Ulrich Larsen , un cocinero danés infiltrado en la Asociación de Amigos de Corea, que dirige a nivel mundial Cao de Benós. Tras ganarse su confianza, este le pide a Larsen que busque inversores para llevar fondos a Corea del Norte sorteando las sanciones internacionales por su programa nuclear y de misiles.

Contratado por el director del documental, Larsen le presenta al Sr. James, un falso empresario que aparenta tener mucho dinero y ningún reparo en negocios turbios. Tan desesperado está el régimen de Pyongyang por conseguir capital que en su primera reunión, en Oslo en 2016, Cao de Benós le ofrece producir metanfetamina y fabricar armas. «Estamos desarrollando algunas cosas en la industria farmacéutica que están prohibidas en cualquier otro país», se vanagloria sin saber que está siendo grabado antes de exclamar que «podemos construir fábricas de submarinos y tanques». Además de asegurar que «vendemos misiles a Irán» y que «tenemos proyectiles intercontinentales que pueden alcanzar cualquier parte del mundo», alardea de sus contactos al más alto nivel en el régimen, incluso con Kim Jong-un .

Para saber si Cao de Benós habla en serio o es solo un timador, tuvieron otro encuentro en Madrid donde el Sr. James le pidió armas. Cao de Benós se ofreció a ponerle en contacto con la “gente adecuada” en Pyongyang, pero él no pudo acompañarlo porque en ese momento acababa de ser detenido por tráfico de armas y tenía prohibido salir de España al hallarse en libertad bajo fianza.

En enero de 2017, Larsen y el Sr. James viajan a Corea del Norte, donde, tras un par de días de visitas turísticas y banquetes con mucho alcohol, se reúnen con funcionarios que les ofrecen un catálogo con toda clase de armamento. Finalmente, acaban firmando un contrato entre Taga, la empresa del supuesto magnate danés, y la corporación estatal Narae para construir una fábrica subterránea de armas y metanfetamina con ingenieros y científicos norcoreanos. Acuerdan ubicarla en Uganda, uno de los pocos países amigos de Corea del Norte, oculta bajo un complejo turístico en una isla del Lago Victoria.

Cuando, poco después, el «topo» Larsen viaja al «búnker» de Cao de Benós en Tarragona para informarle del trato para producir drogas y armas, este le advierte que no vuelva a decir esas palabras nunca más. Precavido, hasta saca un detector de micrófonos, pero no encuentra el que Larsen lleva adherido a su cuerpo ni la cámara oculta con la que está grabando su conversación. En ella, además de avisarle de que en África «te pueden cortar el cuello por 50 dólares», se despacha a gusto con una retahíla de comentarios racistas. «Los negros tienen esa cosa… En cuanto dejas de mirarlos, te roban todo, hasta una gota de agua. Necesitan tener siempre a alguien encima de ellos diciéndoles qué hacer. Si no, se duermen o roban. Si el amo blanco no está allí, se sienten como animales y lo destrozan todo», dice en el documental.

Durante los preparativos para la construcción de la fábrica subterránea en Uganda, los norcoreanos le proponen al Sr. James llevar también armas a Siria para el Gobierno. Desde España, de donde no puede salir por orden judicial, Cao de Benós interviene de nuevo con otra idea: llevar petróleo desde Jordania hasta Corea del Norte, que pagaría en material para la fábrica de armas y droga. Para ello, les concierta en 2018 una entrevista en Amán con un empresario amigo suyo, Hisham Al-Dasouki, quien les explica cómo hacerlo con la complicidad de altos cargos en Jordania y Rusia. «Son una mafia, igual que nosotros», reconoce antes de estampar su firma en un contrato de suministro de petróleo por más de tres millones de dólares.

Cuando, ya en 2019, la situación ha llegado tan lejos que solo falta poner el dinero para cumplir los tratos, el Sr. James desaparece de repente y, finalmente, el «topo» Larsen le confiesa a Cao de Benós la verdad en una videollamada. En un comunicado remitido a EFE, este niega que el régimen norcoreano le haya pedido «ir en busca de negocios que involucren armas o drogas» y asegura que «mentí y preparé un alarde descomunal y una promoción de venta falsa para impresionarlo (al Sr. James) porque quería obtener más información de él y ver cuál era su verdadero propósito». Pero, a tenor de EFE, el nombre de Cao de Benós aparece en el último informe de la ONU sobre las sanciones a Corea del Norte como supuesto intermediario de la corporación Narae, que usó sus cuentas bancarias para recibir 7.100 euros.

Tras su detención en 2016 al caer una red que traficaba con armas, a la que había comprado tres pistolas modificadas ilegalmente, Cao de Benós se ve envuelto en un asunto todavía más turbio. Hasta ahora se pensaba que este catalán nacido en 1974, que presume de orígenes aristócratas, era el «tonto útil» de Corea del Norte . Con la cara que se le queda al final del documental, cuando Larsen le cuenta que es un «topo», habría que dudar de lo segundo.