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Pesadilla en la cocina

El desafío más surrealista de Chicote: El dueño borracho y los camareros peleándose entre sí

Chicote volvió a «Pesadilla en la cocina» tratando de ayudar a Juan, el dueño de un restaurante en Jerez de la Frontera

LA SEXTA

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Pesadilla en la cocina

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Pesadilla en la cocina

La Sexta estrenó este jueves 3 de octubre la séptima temporada de «Pesadilla en la cocina» , que arrancó la temporada viajando a Jerez de la Frontera para intentar reflotar un mosto, una de esas ventas de campo que ofrece vinos y gastronomía de la tierra. Tras más de un año sin emitir ningún episodio nuevo, Alberto Chicote volvió para deshacer entuertos en las cocinas más caóticas de España. La temporada pasada, «Pesadilla en la cocina» cerró con una cuota de audiencia media del 10,5% y 1,7 millones de espectadores.

El nombre del establecimiento era el Mosto Tejero, y desde el momento en que llegó Chicote se dio cuenta de que tenían un problema muy grave . Tpdos los empleados culpan del desastre a Juan, el dueño de la empresa, por pasarse todo el día bebiendo y cantando con sus amigos. Cuando Chicote llegó al restaurante antes de la comida, Juan ya estaba completamente borracho y no paraba de ofrecerle una copa a su invitado. «Yo no bebo cuando trabajo», le respondió Chicote cortante.

El aspecto del local era lamentable: «Está sucio y sin pintar. Parece una película del Oeste . El local está hecho polvo, un mobiliario que no puede ser peor... ¡Es un desastre de categoría! ». La cocinera dijo de Juan que era «una persona con muy corazón, que le da de comer a los que no tienen nada, pero no sabe trabajar». «¡No puede ser!», se quejaba uno de los camareros, « el jefe alternando, y nosotros currando ». Al aludido no se le veía con muchas ganas de sacar a flote el restaurante: «A veces me apetece cerrarlo y mandar el bar al carajo. Yo soy agricultor y no sé nada de esto».

Para espantar la angustia que le producía el bar, Juan bebe vino sin medida y se pasa el día borracho y pegando gritos en medio del restaurante, incluso con los clientes en el comedor: «El vino es una cosa emblemática de Jerez. Y me ayuda, es mi refugio». Pero para el dueño el verdadero problema del Mosto Tejero era que no existía «el respeto . Yo me he tenido que meter para separar a unos camareros que iban a pelearse».

Chicote se sentó a cenar temiéndose lo peor y, efectivamente, se confirmaron sus sospechas. Las tortitas de camarones eran congelados, las croquetas eran todo harina y la carne estaba sin hacer. Cuando se quejó, Juan entró borracho a la cocina y se puso a echarle la bronca a la cocinera. «¡Estamos trabajando en un manicomio !», gritó esta desesperada.

El chef, espantado con el funcionamiento del local, quedó alucinado cuando el jefe le dijo que hacía mucho que no probaba la comida del restaurante. «Pues así te darías cuenta de la bazofia que pones aquí», le contestó Chicote. Luego visitó la cocina, llena de óxido y suciedad, y el chef le dijo a Juan que era «el primer terrorista andaluz que conozco».

Además, el ambiente de trabajo no podía ser peor. Antonio, uno de los camareros, no podía ni verse con la cocinera. Los dos se insultaban a gritos y los clientes oían todas sus broncas desde la mesa. Durante el servicio, el dueño, abrumado por todo lo que estaba saliendo mal, se fue del restaurante llamando «hijos de puta» a todos sus trabajadores para subirse a un tractor totalmente borracho. «¡ Te regalo el bar , Chicote!», gritaba mientras se alejaba, «¡tengo a los delincuentes metidos en casa».

Chicote consiguió persuadirle para que bajese del tractor y quedó en hablar con él al día siguiente. « Huir , es lo que he hecho toda mi vida», reconoció Juan, que tiene un trauma porque «siempre he estado protegido por un accidente que tuve de pequeño y me reventó el ojo izquierdo». Chicote le convenció para que hiciese un esfuerzo y lograse reflotar el restaurante que había montado en la casa donde había nacido.

«Pesadilla en la cocina» le dio un lavado de cara al local y cambió la carta con la esperanza de que Mosto Tejero remontase . Aunque el día de reapertura empezó con algo de tensión entre un camarero y la cocinera, al final Juan fue capaz de poner orden y cumplir con el servicio dejando contenta a la clientela. Habría que ver cuántos días más aguantó Juan sin beber.

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