Un Cayetano y una choni viven una cita imposible en 'First Dates' y acaba de forma imprevista
Raquel (24) es amante de los animales y estudiante de veterinaria; Ferrán (27), en cambio, no puede vivir sin entrecots
La insólita particularidad de una soltera en ‘First Dates’: «Me tengo que quitar el diente para cenar»
María Robert
En tantos años abierto el restaurante de ‘First Dates’ ha sido testigo de flechazos instantáneos y de amores fraguados a fuego lento . De vez en cuando, sin embargo, el programa de Cuatro se equivoca en sus cálculos y organiza citas ... que antes de comenzar ya están condenadas a no llegar a ningún lado. En un primer contacto la de Raquel (24) y Ferrán (27) parecía la crónica de una muerte anunciada. Y sin embargo, en cuestiones de amor nunca se sabe cómo los sentimientos van a fluir.
La valenciana asistía a ‘First Dates’ con el propósito de que eligiesen por ella, pues cuando se trata de fijarse en chicos, normalmente acaba poniendo el ojo en canallas que la dejan con el corazón roto. Buscaba una pareja espontánea e impulsiva. Físicamente, le valía con que fuese más alto.
Ferrán , ingeniero informático y de telecomunicaciones parecía en un primer momento estar a la altura física… pero nada más. La primera impresión de su cita no ha sido especialmente favorable. De hecho, se despachaba a gusto detrás de cámara. «Sabía que me iban a traer a alguien que no me iba a gustar. Es un poco choni, quizá eso a primera vista me ha impactado y me ha echado para atrás. Yo me considero más pijo a la hora de vestir. Hubiera preferido una chica elegante, con un vestido y una americana o una camisa… Un poco más señorita».
En la primera toma de contacto de la velada tampoco descubrieron tener muchas cosas en común. Ella estudia veterinaria y convivo en casa un perro y dos gatos. Él, lo más parecido a una mascota que ha tenido ha sido un periquito. «Siempre he querido un perro, pero ahora lo pienso y da mucho trabajo», contaba a su cita.
Raquel aseguraba ser muy empática con los animales. «La gente no tiene ni idea de lo que pasan para poder comértelos tú. Por eso soy vegetariana». Ferrán , en cambio, explicaba ser firme defensor del dicho de “ojos que no ven, corazón que no siente”. «Intento hacer caso omiso de eso. No me quites el entrecot porque me estás quitando la vida. Hay muchos temas que cuanto menos sepas, mejor. Se vive más tranquilo».
Ante la poca conexión con su compañero de mesa, la soltera se escaqueaba al baño para cotillear con su amiga por teléfono «Es guapo, pero va ahí con su pelito de pijillo, esa camisa… Es un ‘Cayetano’ ¡’Cayetano’ y catalán!». Un prototipo que, a todas luces, no le va.
Las primeras impresiones, a veces, engañan
A pesar de todo, en el segundo ‘round’ de la velada la conversación fluyó bastante más, abriéndose en aspectos como sus formas de ser, aficiones, puntos de vista sobre relaciones. Contra todo pronóstico, el hielo empezaba a derretirse. «Soy una persona muy alocada y él es muy centrado. Pienso que es una persona que me vendría muy bien en ese aspecto», elucubraba la valenciana. Por su parte, el catalán destacaba la buena conexión a modo de 'yin-yang'.
Vistas sus grandes diferencias, también vieron dentro de estas que se podrían complementar. Ahora solo se trataba de que quieran complementarse, un interrogante que que enseguida respondieron.
«Tendría una segunda cita. De primeras éramos un poco diferente, pero a medida que ha ido avanzando la cita y hemos ido conversando hemos congeniado en varias cosas. Es una chica muy interesante», explicaba Ferrán . A Raquel le ha pasado lo mismo. «Igual por la primera impresión no es una persona a la que me hubiera parado a conocer, pero sí que tendría una segunda cita con él porque pienso que somos bastante compatibles».
Como concluía Carlos Sobera , «la primera impresión al conocer a tu cita es fundamental, pero si esta no te gusta, déjate llevar por la segunda impresión».
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