parrillada mixta
Cómo perdimos Ibiza
Hacerse desentender en catalán es lo más normal del mundo
Manolita Chen Deluxe (12/9/2023)
Últimas tardes con Teresa (5/9/2023)
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Iniciar sesiónHay quienes no recuerdan la primera noche que pasaron en Ibiza. Normal. Como rezaba el eslogan, tóxicamente apologético, con el que hace más de una década el equipo de Esperanza Aguirre celebraba un aniversario de la Movida, «si te acuerdas de ella es que ... no estuviste allí». A uno, que era más del lumpen y de la ruta del bakalao, en los antípodas del elitismo ibicenco, otro éxtasis era posible, le pasa lo contrario. Cómo olvidar la primera vez que apareció en los mapas del tiempo de TVE una isla llamada Eivissa, con todas las letras, geolocalizada en el mar de la insensatez.
Ahora nos extrañamos de que en el Congreso juren en arameo y se incomuniquen con lenguas vegetativamente muertas, enchufadas al respirador del presupuesto y el boletín oficial. Ahora vamos a hacernos las estrechas porque sus señorías introduzcan el 'folk' en la Cámara. Ahora nos acordamos de santa Bárbara, santa Bàrbara en catalán, también cantada en coplillas vascas: «Santa Barbara, zure bizitza/ Kantuz biar det zabaldu;/ Argitasun bat memoriara/ Al badidazu bialdu». Ha habido resacones en Ibiza más llevaderos, y pérdidas de norte y conciencia en Spook menos sonadas.
Por centrarnos en la tele, que es a lo que apunta esta página, el espectador medio de los informativos ha podido ser testigo en los últimos años de la progresión de una labor de subtitulado que, en sustitución del doblaje primitivo, ha venido a normalizar la audición al natural de nuestras lenguas regionales, traducidas en líneas bajeras de texto para facilitar su comprensión. Según se empoderaba el nacionalismo, más claro se escuchaba el discurso identitario de sus cabecillas y, a este lado de pantalla, se asumía como propia, por común, una forma de hablar no solo ininteligible, sino por lo general airada y chulesca, lo que por la confusión entre fondo y forma quizás haya contribuido al rechazo de esta manera de comunicar e incomunicar.
Si la deslocalización y penetración transfronteriza de las lenguas autonómicas es directamente proporcional al peso político de quienes las promueven y financian, la barahúnda del Congreso no responde sino a la lógica de una evolución que arrancó cuando Aznar, necesitado de mayorías sociales, descubrió que no solo podía hablar catalán en la intimidad, sino divisar desde Las Playetas de Oropesa una isla llamada Eivissa. Loco mía.
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