La insospechada reacción de una soltera al saber que su amiga conocería a su cita antes que ella: «Esta con las tetas me lo quita»

Esta vez solo acudía de acompañante de María, una mujer muy alegre que pasó por el restaurante toda su chispa gaditana y armó «la de San Quintín». En el amor le ha ido fatal. Liga mucho, lo que le sale no le gusta. «Ahora he tenido dos, y a los dos los he largado», confesó. Y es que tiene muy claro tanto lo que quiere, como lo que no. Busca «un hombre bueno, sincero y que me demuestre cariñoso» para entablar una relación seria. «De eso de aquí te cojo, aquí te pillo no. Ni hablar», recalcó la soltera. Para eso, prefiere quedarse sola.

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Entonces, Laura la invitó a irse a la mesa para que Carmen recibiera su cita. Algo que no le gustó nada a María. «A ver si se enamora de ti ahora. Yo veo muy malamente que se lo presentéis. Si ahora se enamora de ella, ¿qué?», protestó, temiendo que le fastidiaran su noche. Por más que su amiga le aseguró que se iba a portar bien, a la gaditana le preocupaban sus encantos. «Esta con las tetas me lo quita», dijo por lo bajini a las camareras.

Pero no tenía por qué preocuparse, porque su cita acabó rendido a sus pies. Manolo (80), de apellido Escobar, es malagueño y sentía «que un hombre sin mujer es un jardín sin flores». Aunque Carmen le pareció una mujer muy atractiva y viceversa, la acompañante de Mari cumplió con lo prometido. Afortunadamente para el soltero, también su cita cumplió con sus expectativas tanto físicamente como para formar la relación seria que tanto deseaban los dos. Hasta se animó a expresarle que le parecía «muy apetecible», sintiendo que con ella tendría sexo una noche sí y otra no.

Lo que a María no le terminó de entusiasmar es que Manolo estuviera tan dispuesto a irse a vivir con ella, «que la vida está muy mala» y más vale conocerse primero. Pero sus dudas se disiparon al verlo bailar y al recibir sus piropos. Así que cuando él le dijo que estaba estupenda para su edad y que «estás para acariciarte», ella se lanzó a pedirle que la acariciara.

En el reservado la cosa fue a más, hasta acabaron besándose. «Me encantan tus labios, espero besarlos muchas veces», soltó Manolo. Tenían claro que querían dejarse llevar, seguir conociéndose y viviendo un romance apasionado.