En la entrañas del Juan Sebastián Elcano: así es el «duro» viaje de la Princesa Leonor por los mares del mundo

«La huella que deja en todos los que hemos tenido la oportunidad de navegarlo es incomparable», aseguraba su comandante de entonces, Enrique Torres Piñeyro, en 'La vida a 5 nudos'. Se trata del único documental que se ha sumergido en la intimidad de uno de los buques más emblemáticos del mundo, el mismo en el que ahora viaja y se forma la futura Reina de España. Aprovechando la ocasión, la película se emitirá este sábado a las 12.45 en Telemadrid.

La Princesa Leonor se embarcó antes de ayer junto a otros 75 guardamarinas para iniciar su 97 crucero de instrucción a bordo del famoso buque escuela. Un acto que contó con la presencia de Don Felipe VI y Doña Letizia. La Heredera y sus compañeros de la Escuela Naval Militar de Marín comenzaron la ambientación y adiestramiento, realizando actividades de instrucción marinera y maniobra, incluida la subida a palos. La Princesa dijo esta «emocionada y centrada» en su nueva aventura.

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Angie Calero

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Hace ahora una década, la periodista Laura Gómez Vega y el director de cine Alejo Moreno consiguieron un permiso único para embarcarse, como dos tripulantes más, en el viaje de instrucción. Durante la travesía –en la que salieron de Cádiz, surcaron el Mediterráneo y viajaron al Caribe y Nueva York, para cruzar después el océano Atlántico y regresar a Marín (Pontevedra)– se trazaron el objetivo de, cámara en mano, invitar al espectador a vivir una experiencia «tan bella y dura» como esta. «Su belleza, de hecho, parte de la dureza», aseguró Moreno a ABC.

Esta es la sensación que compartían los 259 protagonistas de esta cinta que compitió por la Biznaga de Plata al mejor documental en el Festival de Málaga . «Navegar es bello, muy bello, pero también es duro… más que duro», explica en la cinta el cura del Juan Sebastián Elcano, Carlos García Recary, al que todos los guardias marinas llaman cariñosamente «Pater».

'La vida a 5 nudos' muestra «la frenética actividad» a bordo del velero, cuyo buen rumbo depende de la perfecta coordinación de un grupo de marineros, civiles, oficiales, suboficiales y guardiasmarinas, entre los que antaño estuvieron el Rey Don Juan Carlos y el Rey Don Felipe. Todos compartiendo una embarcación de 113 metros de eslora, donde la vida transcurre sin parar día y noche, con periodos de casi un mes sin ver tierra. Un tiempo en el que los jóvenes se quedan con la sensación de que «la instrucción previa no vale para nada, porque se ha recibido en un buque de guerra y este no lo es. Llegamos aquí y lo aprendemos todo prácticamente de cero».

Pasan los días en alta mar disfrutando y padeciendo los reveses que implica navegar en un gran buque a vela, tal y como se hacía antaño, recorriendo miles de millas a una velocidad de cinco nudos durante seis meses. Allí aprenden a manejar el tiempo, tan importante en un espacio tan pequeño y hostil, donde la vida transcurre a un ritmo muy diferente al de tierra. Se les puede ver durmiendo en estrechas literas a las que «cuesta acostumbrase», con apenas un palmo de espacio hasta el techo.

La princesa Leonor y sus compañeros tienen que hacer guardias en la cubierta de cuatro a ocho de la madrugada, «con el frío, la lluvia y el viento acentuándose mucho», y realizar reparaciones en los mástiles a cincuenta metros de altura, «donde la inseguridad inicial se transforma en adrenalina», entre otras tareas. En el documental se les puede ver calzar los platos con una simple miga de pan, para evitar que el vaivén del mar tire la comida al suelo; evacuar a un herido que, tras un golpe en la cabeza, quedó inconsciente; hacer virar la embarcación en una maniobra complicadísima que puede tardar media hora, y en la que hay que emplear a tres cuartas partes de la tripulación; reparar las maderas podridas del barco y coser las velas rotas por el temporal.

«El mayor pecado que podemos cometer a bordo del Juan Sebastián Elcano es estar tristes. Hay que buscar motivos para estar feliz, aunque sea que ese día nos servirán flan o helado», comenta el cura en la película, el hombre que, en palabras de Moreno a ABC, «hace las veces de psicólogo del buque», para apoyar a los jóvenes en la parte más complicada del viaje: la distancia con la familia. «Lo más duro es la incapacidad de los jóvenes para solucionar un problema que se ha producido en tierra. Para eso está el 'Pater', porque la distancia con la familia no tiene solución y no es lo mismo si no puedes estar al lado apoyando», explicaba.

En esa lucha, sin embargo, también hay espacio para hacer ejercicio, estudiar, charlar sobre las llamadas de los familiares, tocar la guitarra, jugar al dominó, cocinar, ver un partido de fútbol en una televisión sobre la cubierta o improvisar una pequeña fiesta, con banda incluida, hasta que es interrumpida por la lluvia. Así es la vida a bordo del buque escuela, que fue botado el 5 de marzo de 1927, en Cádiz, convirtiéndose en todo un símbolo de España. Este miércoles se emprendió un nuevo viaje de instrucción y, posiblemente, el viaje de sus vidas para sus tripulantes.