Suscríbete a
ABC Premium

La Revuelta: yo no vuelvo

La Revuelta, digo, no pretende gustarle a usted porque no lo necesita. Y eso es admirable. No van de lo que no son, no intentan gustarnos y ni siquiera pretenden caernos bien. Les damos igual

David Broncano y el guion de La Moncloa

La autarquía de Pablo Motos

Rebeca Argudo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ver La Revuelta, si no ha visto usted nunca La Resistencia, es como llegar tarde y sin haber bebido a una fiesta en la que no conoce a nadie: todo el mundo va pedo, todo les hace mucha gracia y uno no entiende nada; ... ni qué está pasando, ni por qué se ríen tanto, ni qué hace ahí toda esa gente. Por mucho y muy rápido que se beba nunca va a estar uno a su nivel, así que solo quedan dos opciones: o ríe uno estúpidamente como si supiera de qué va la cosa y trata de integrarse o se retira a la francesa. Yo hubiese optado por la segunda a los tres minutos, antes de que el guitarrista mostrara el tatuaje de Pedro Sánchez en su pecho (qué risas, madre), pero tenía que escribir estas líneas. Así que, por imperativo laboral, me quedé hasta el final. Estoy segura de que la culpa es mía, que no soy su público, y por eso no me hizo risa nada. No entendí por qué se reían tanto cuando una muchacha besaba a uno disfrazado de vaca, ni por qué cuando el presentador tocaba el bombo o cuando apareció un tipo sentado en un bidé. Mi humor no es tan sofisticado, me temo. La Revuelta, digo, no pretende gustarle a usted porque no lo necesita. Y eso es admirable. No van de lo que no son, no intentan gustarnos y ni siquiera pretenden caernos bien. Les damos igual. A ellos les han pagado una pasta para que hagan lo mismo que hacían para la gente para la que lo hacían («es la misma mierda») con el único fin de tratar de competir en esa franja horaria con Pablo Motos y su Hormiguero. Y a sus fieles les hace mucha gracia la forma de hablar de David Broncano, aunque a mí lo que me parezca es que no vocaliza bien. Y lo que a mí me parece desgana, para ellos es talento. Así que aplauden enfervorecidos mientras yo hago un esfuerzo por entender algo y no bostezar. Pero, oye, yo todavía me muero de la risa cuando alguien acaba una frase con «cinco» solo de pensar en la rima. No estoy, precisamente, para pedir a nadie alta comedia.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia