La ventana indiscreta
El espectador que sobrevivió
La serie de Harry Potter busca un casting «inclusivo y diverso». La magia, ya si eso, para otra

Cuando leí por primera vez Harry Potter, me sentía como el chalado del padre de Ron Weasley pero al revés, fascinada con todas las posibilidades del mundo mágico en lugar de los enchufes de los 'muggle'. El reloj que avisa del lugar en el que ... está cada hijo, cómo con un golpe de varita los platos se lavan solos… Cada vez que me tocaba bajar la basura, miraba de reojo al buzón a ver si me había llegado ya la carta de Hogwarts y podía ahorrarme el viajecito, pero eso fue antes de que las cicatrices con forma de rayo fueran un síntoma de hombría.
Ahora, doctorados en 'reboots' de cambios de sexo, van a hacer una serie sobre las películas y buscan un «casting inclusivo y diverso». Piden que se presenten intérpretes «sin tener en cuenta el origen étnico, sexo, discapacidad, raza, orientación sexual, identidad de género». El niño que sobrevivió podrá ser por fin un muggle racializado e invidente. Y en el colegio, donde se puede curar un brazo roto con un líquido mágico y sin yesos y volar en escoba, tocará poner una rampa para sillas de ruedas y un tercer baño para el género fluido. La magia es lo de menos.
Quizás Broncano, en lugar de preguntar si sus invitados son machistas o racistas, podría probar con si son racistas por intentar no serlo. ¿Hay algo más racista, u homófobo, que estar tan pendiente del color de piel o la orientación sexual del resto? La inclusión mata la diversidad, y para arreglar la enorme falta de ideas de la ficción no se necesita un Harry Potter negro ni un James Bond gay, basta con no caer en el reclamo 'woke' y mejorar las tramas e inventar buenos personajes de cero.
Los viejos estudios asumieron su derrota hace tiempo. Los nuevos, como Netflix, se rinden a los productos simples porque saben que son solo la pantalla que se mira para descansar la vista del móvil o la tablet. Basta hacer cosas llamativas y acaparar titulares polémicos, lo de menos es hacer una buena serie. Lo reconoció el creador de 'The Witcher', que culpó a la audiencia americana por obligarle a hacer la serie más sencilla para que la entendieran. Suena a excusa de mal pagador: hacemos series tan vistosas como vacías porque nos dirigimos a un público mermado que ofrece lo peor de su atención y recibe un producto igual de malo. Nada que ver con que hayan aburrido hasta a las ovejas mágicas.
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