parrillada mixta
Gonzalo: tú, a lo tuyo
El comité de salvación pública de TVE no admite que un advenedizo como Miró haga la guerra por su cuenta, y para más inri de forma garbancera
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Qué funeral cuando no hay Estado
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Iniciar sesiónLe han cogido a Gonzalo Miró una tirria que no hay derecho. Son las de los Viernes Negros, las damas de mantilla, cirio, rosario y perlas australianas de la Muy Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía del Consejo de Informativos de TVE, aquellas que hacían ... estación estática de penitencia para clamar al cielo contra una ola reaccionaria a la que le tenían más miedo que a la carta de ajuste. Guardianas de las esencias de progreso, sacristanas de la verdad revelada, administradoras únicas de la manipulación, las camareras de la Ilustre y Fervorosa Hermandad de los Viernes Negros están que trinan porque Gonzálo Miró va por libre en la procesión televisada del sanchismo. Que si el «manual de estilo», que si «nuestra normativa», que si el «estatuto de información» y que si la «Ley General de Comunicación Audiovisual». El gremio, la secta, la tribu, la cofradía, el carné de socio, el reglamento interno y la entrada con derecho a consumición. En TVE se manipula como digan ellas.
La vergonzante convergencia de los telediarios de la emisora pública y del resto de sus espacios informativos hacia las directrices de los asesores sanchistas, hasta hacer coincidir milimétricamente el sumario de unos con el argumentario de otros, por peregrino que sea, por delirante que resulte, está dirigida por un comité de salvación pública que no admite que un advenedizo como Gonzalo Miró haga la guerra por su cuenta, y para más inri de forma garbancera, como corresponde a un profesional de la exégesis futbolística. No se meten las damas de negro con el claustro de profesoras y catedráticas que imparten doctrina en la misma cadena que dicen proteger, ni con un cuerpo de reporteras e intérpretes que tira de espaldas, ni con unos cronistas almizcleros cuyo sesgo sanchista produce alipori. ¿Por qué Gonzalo?
A su madre, Pilar Miró, la pudimos ver echándole huevos y desafiando a domicilio al arzobispo de Sevilla, franciscano de soberbia jesuita, cuando la directora de 'Hablamos esta noche' montó un plató en la catedral para realizar la señal de la boda de la Infanta Elena. Ni tutelas ni tutías. Monseñor Amigo se la tuvo que envainar, envuelto en una púrpura cardenalicia que le hizo creer que su reino era de este mundo. Si a Pilar Miró le duró dos telediario un arzobispo, qué mejor homenaje puede hacer a su madre Gonzalo, el de por las tardes, que mandar al colectivo de las monjas alférez a hacer mantecados o, por no perder el hábito, a escuchar a Rosalía.
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