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La desaparición del fango

No sé si lo han notado, pero desde que una dana arrasó Valencia ya nadie habla de la máquina del fango, al menos en el Gobierno

El acta del fango de La Moncloa

Bruno Pardo Porto

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No sé si lo han notado, pero desde que una dana arrasó Valencia ya nadie habla de la máquina del fango, al menos en el Gobierno. El borrado ha sido repentino, como un accidente o un sábado por la noche. Me imagino a los ... asesores de comunicación del Presidente leyendo cada noticia de Paiporta con un tic nervioso en el párpado izquierdo, y luego borrando pizarras, reescribiendo discursos, triturando cientos de folios en los que justificaban la grandeza de su nuevo hallazgo, encontrando en una novela casi olvidada de Umberto Eco: de pronto tenían una imagen para aglutinar el Mal, desde la mentira a la crítica, pasando por los gazapos, los deslices, las denuncias y las investigaciones judiciales y periodísticas; todo eso, iluminado por el nuevo sintagma, era suciedad, y España necesitaba un equipo de limpieza. Por eso Sánchez escribió fango hasta cuatro veces en su carta a la ciudadanía. Claro que entonces no contaban con la meteorología, que vino a poner al hombre, otra vez, en su lugar: se puede jugar con las palabras, pero no tanto con la realidad. El fango volvió a ser fango y España no tenía lo que necesitaba.

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