Televidente
Cuando fuimos vaqueros
«Hay un magnetismo atávico en 'Yellowstone' que se vuelve irresistible: de pronto el siglo veintiuno te sobra, y casi te sobra también la democracia»
La cultura como deporte
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Iniciar sesiónTengo muy pocas cosas claras en la vida, ahí van algunas: la electricidad, internet y el agua corriente no están suficientemente valorados; si lleva ruedas, no es una casa; si no hay un bar cerca, no es civilización; si no hay un médico, tampoco. Todavía ... creo que las ciudades son uno de los mejores inventos de esta especie, y que si Madrid es un infierno los pecadores están en el lado correcto de la historia. Mi idea de naturaleza es el mar, jamás la montaña, tan arriba, tan cansada, tan fría. Si Europa nació a pie de playa será por algo.
Me puse a ver 'Yellowstone' con esa coraza de urbanita, y no resistí ni dos capítulos: al tercero ya creía que el rancho era mi lugar en el mundo, y que un hombre que merezca tal nombre debe saber montar a caballo, atrapar una res con el lazo, proteger su tierra a cualquier coste y por supuesto llevar sombrero. Hay un magnetismo atávico en la serie de Taylor Sheridan que se vuelve irresistible: de pronto el siglo veintiuno te sobra, y casi te sobra también la democracia. ¿De qué va la serie? De un rancho y una familia que no quiere perder sus terrenos, o sea, su vida. Todo lo que hace falta saber de 'Yellowstone' se resume en este diálogo entre Beth y Rip.
—Elige algo que se adapte a mi personalidad–, le dice ella.
—¿Quieres emborracharte y ver a unos lobos matar a un alce en el parque?
—Yo conduzco.
Ahora Sheridan ha sacado una nueva serie, 'Landman', ambientada en las plataformas petrolíferas de Texas, y en Estados Unidos hay muchos liberales preguntándose por qué les gusta tanto una serie tan conservadora. Inkoo Kang escribió en 'The New Yorker' que 'Landman' «demuestra mejor que la mayoría cómo las series conservadoras pueden ser muy entretenidas incluso para un espectador progresista». Incluso. En la misma revista, Kyle Chayka aseguraba que parte del encanto de estas producciones está en la sensación voyerista que te producen al verlas. Es curioso leer a gente descubriendo el sentido de la ficción, a estas alturas. Me acordé de Fran Lebowitz, que dijo que el problema cultural de nuestro tiempo es que la gente se asoma a los libros como espejos, cuando siempre fueron ventanas.
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