El penalti más largo de Ana Obregón
Hay que desacralizar el ‘spoiler’ porque, como los vicios, sin medida crean adicción. Nos someten, nos drogan, hasta que lo asombroso se vuelve cotidiano, y caemos en el absurdo de que incluso tememos que nos desvelen que en ‘The Crown’ muera la Reina
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Ana Obregón
Vivimos en una sociedad sobreexcitada, que se despereza a golpe de sorpresas. Si no nos pinchan, no sangramos. Lo de Ana Obregón es la gota que colma el vaso. Nunca antes una bióloga había parado un país. Para que luego digan de la ciencia en ... España... Nos movemos hasta que duran las pilas, respiramos porque es automático. Para el resto necesitamos que nos impulsen. Y que nos distraigan.
Como hizo Piqué con la Kings League , porque dice que ahora, a los niños, les aburre ver un partido durante 90 minutos. Que lo divertido es lo que pasa fuera del campo. Claramente, para él es fácil decirlo, con la que tenía montada en casa. Pero habría que preguntarle hasta cuándo durará la tontería de las cartas con armas secretas de cada equipo o eso de resolver partidos tirando penaltis en movimiento desde el medio del campo. ¡Si no los metemos quietos ni desde los once metros, como para complicarlo! Y así hasta que los niños, o los mayores, se aburran, gire la rueda y llegue el siguiente espectáculo. El problema es vivir anhelando algo que todavía no ha llegado, evitar tanto los baches que terminemos perdiendo, por el camino, lo emocionante.
Al menos con la ficción lo aprendimos hace años. Que el estigma del engaño, del cebo, aunque engancha dura lo que un caramelo. Y la solución nunca es añadir más azúcar. A no ser que seas ‘MasterChef’ y lo dosifiques. Que las cosas caen por su propio peso o, como ‘Perdidos’, se les va el misterio de tanto humificarlo. La decepción es gigantesca cuando la adicción no se colma con más luego. O cuando llega el desenlace y resulta que no había nadie a los mandos. Para eso mejor ‘Yellowjackets’, que empieza igual pero con Juliette Lewis y Christina Ricci dando caña. El misterio ya no se vende solo como ‘cliffhanger’, se plantea al comienzo, como la garantía de que el público no está frente a una nueva estafa.
Hay que desacralizar el ‘spoiler’ porque, como los vicios, sin medida crean adicción. Nos someten, nos drogan, hasta que lo asombroso se vuelve cotidiano, y caemos en el absurdo de que incluso tememos que nos desvelen que en ‘The Crown’ muera la Reina. Qué sociedad la nuestra. Al final tendrá que salir otra vez la Obregón , pero con un Baby Yoda en brazos y metiéndole gol a Ibai Llanos desde su portería. Y aún así no nos sorprendería. O sí, pero nos terminaría cansando.
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