Muere El Risitas: «Jesús, tú no eres de aquí»

Pero el primer día que El Risitas , nacido en el sevillano polígono de San Pablo el 5 de abril de 1956, apareció en la televisión con Jesús Quinter o no fue con su cuñado, fue con el cantaor Pepe ‘Peregil’. Así que, en lugar de «cuñaaaao», lo que decía era «Pepeeee». El guionista de Quintero Javier Salvago cuenta en ‘El purgatorio’ que cuando se creó el Canal 2 Andalucía, José Antonio Gurriarán decidió rescatar al loco. Volvía Quintero a la televisión donde había hecho ‘Qué sabe nadie’ y ‘Trece noches’. Su nuevo programa sería ‘El Vagamundo’. Y se haría popular en toda España por los programas de ‘zapping’ que reproducían las extravagancias de Pozí, Peíto o El Risitas .

Lo primero que preguntó Quintero a Risitas ese 17 de abril de 2000 fue por qué le llamaban El Risitas. «Porque me río mucho». «¿Pero de qué se ríe?». Y ahí llegó la primera carcajada aguda y prolongada que, de pronto, cortó en seco, una de sus señas de identidad. Histeria cómica llama a lo de El Risitas Fausto Fernández. También contó cómo lo atropelló un Renault Clio y le rompió el hueso Miliki, según le dijo el médico «florense» . Le dieron diez millones de pesetas.

Tras ‘El Vagamundo’ llegó ‘Ratones coloraos’, ya en el canal noble de la televisión andaluza. Esa risa que de pronto se paraba ya si podía enganchar con el legendario 'cuñaoooo'. A su lado, Peíto y su único diente. Los chistes de Risitas eran horribles y si veía que la cara de Quintero era de no haberlos comprendido le soltaba un «Jesús, tú no eres de aquí» , otra de sus frases famosas. Pero como contador de historias era insuperable. Contador de su vida, de su cartilla de ahorros, de su muela del juicio o de la vez que corrió el maratón. O de la novia que tuvo y que dejó porque la invitó a su casa y se comió una olla de caracoles ella sola.

Santiago Segura lo fichó para ‘Torrente 3: El protector’ («un tipo entrañable», ha dicho de él el director). Habrá quien se pregunte qué importancia tiene este hombre. Alguien que ha hecho reír, cómo va a ser eso poco. Escribe Javier Salvago en ‘El purgatorio’ que «un programa no es basura porque aparezcan friquis, ni porque se dedique a hablar del corazón… Se puede uno acercar respetuosamente a los raros, a los distintos, a los que se salen de lo común y no hacer basura… Nadie es basura, depende de cómo se le presente y se le trate ».