Aquí Paz y después Julia
‘Días de tele’ pasa de la pantalla a la trasera del aparato
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Iniciar sesiónDirectamente proporcionales, los bajos índices de audiencia y los elevados costes del programa de Julia Otero en TVE –producción exógena, departamento de encargos y subcontratas, como en la sanidad pública de Ayuso, pero sin mareas blancas ni viernes negros– son el bosque que ... no deja ver los árboles y los brotes verdes de un espacio cuyos hallazgos merece la pena reseñar antes de que agote su ciclo. Lo que surgió como una simple tertulia de nostalgia televisiva y memoria condicionada comienza a apuntar maneras transgresoras, ahora disruptivas, hasta proponer al espectador una relectura del ‘tempo’ televisivo a partir del esquema del espacio de Paz Padilla –basado en el reencuentro físico y emocional–, aquí a través del montaje de secuencias contrahechas de nuestra historia mediática, esencialmente política fuera de cámara y plano.
En un alarde de fontanería eléctrica, pasamos así de la pantalla a la parte de atrás del aparato, donde los cables y los enchufes, llenos de polvo, lo nunca visto, y de repente aparece Rodríguez Zapatero junto José Miguel Contreras, uno de los ‘brujos visitadores de La Moncloa’ contra los que en 2007 cargó Juan Luis Cebrián, receloso de los tejemanejes mediáticos del entonces emergente grupo audiovisual que patroneaban Contreras y sus chamanes. Con semejante material, a Paz Padilla le hubiera quedado un programa soberbio. ‘Volverte a ver’, o ‘Déjate querer’, o ‘Recuerda’, más Hitchcock, o más Rociito.
Ahora que Contreras se ha instalado en la misma compañía que Cebrián trataba de defender de su brujería visitadora, su encuentro televisivo con Zapatero, anfitrión de aquellas ctas, genuinas sesiones de videncia, colmó la semana pasada las expectativas de los consumidores más exigentes de nostalgia, gente de clavijas, enchufes y alargadores. Para próximas entregas del programa de Otero está previsto el reencuentro de Aznar con aquel presidente de Telefónica con el que quiso montar una antena que hiciera sombra a la parabólica de Sogecable, un mano a mano entre González y Cebrián –otra vez– en memoria de la cimentación mediática del felipismo, ese régimen, y también un plano fijo de Rajoy viendo una etapa de la París-Niza mientras Soraya llama por teléfono. Hay muchos días de tele, pero casi siempre son el mismo.
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