La Isla de las tentaciones, empieza la escabechina emocional
Las parejas tienen las de perder. No compiten contra la tentación de los solteros, sino contra algo superior: el concepto 'amor de mi vida'
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Iniciar sesiónLas parejas que van a 'La Isla de las Tentaciones' (Telecinco) tienen las de perder. No compiten contra la tentación de los solteros, sino contra algo superior: el concepto 'amor de mi vida' . Los novios que acuden han de probarse a sí mismos, ... y a la contraparte, que son, así lo explica Sandra Barneda, «el amor de su vida». Es fácil fracasar frente a esa expectativa . A los solteros, por contra, turgentes 'tuerqueantes' y armarios roperos, les basta con ser un amor de quince días, o ni siquiera, con 'conectar', con sentir 'la química', con permitir que 'fluya', con compartir con éxito un cubito, con dejarse lamer lo intercostal ...
Así las cosas —aderezadas además con jacuzzi, copas y perreo— todo está dispuesto para que en la isla se produzca una escabechina emocional , razón por la cual la gente adora ese programa, el único de Telecinco en el que no aparece Rociito.
El casting responde a una fidelidad algorítmica . Es como si a las parejas ya las hubiéramos visto: la lista modosa que dirige al novio-teckel con la mirada; el novio completamente inexpresivo incapaz de articular una emoción; la pareja con macho alfa que la hará llorar… Ya lo han hecho. Ya se han sujetado la nariz con un dedo evitando la lágrima, dando a la vez contundentes melenazos, como si la lágrima fuera un ácido sulfúrico y exigiera un completo despeje facial… Pero sabemos, por experiencia, que serán ellos los que más amargamente lloren. En los avances del programa se han visto ya huidas de la hoguera, histerismos desatados. Cada año les cuesta más mantener la disciplina, sufrir los cuernos donde toca . Se ha generalizado el «¡Estefaníiiia!».
Los años pasan y el programa se mantiene constante con cambios mínimos: los bikinis ahora son hilillos , según la moda reciente, y se nos nota la edad y la presbicia porque nos cuesta distinguir las caras. El primer programa es como estar viendo una película coreana. No somos capaces de individualizar a los participantes . Sentimos que son casi todos iguales: el mismo tipo, el mismo pelo, la misma troquelada gesticulación… ¿Qué nos está pasando como sociedad? Dejemos de pensar un momento en ello y disfrutémoslo.
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