Iglesias, empleado del mes del capital
Cualquier asomo de control jurisdiccional es ya, en la España actual, fascismo y golpismo
Pablo Iglesias
Mientras el Tribunal Constitucional daba sus últimos estertores, como el protagonista malherido de una película agarrado a la Constitución del 78, Ferreras concedía la palabra a Pérez-Royo , el entrañable constitucionalista adicto al clásico principio jurídico de ‘in dubio pro sociata’. De espeluznante ... parcialidad y una verborrea que marea, Pérez-Royo nos pareció siempre el futuro a temer, pero ese futuro llegó, y hasta el propio Pérez-Royo parecía ayer superado por las circunstancias. La realidad era ya puro Pérez-Royo y él perdía su función hermenéutica pues todo era galimatías y ‘flatus voci’.
El derecho es blandiblú del poder, sin disimulo de lógica o principios. Cualquier asomo de control jurisdiccional es ya, en la España actual, fascismo y golpismo. Ese fue el paso verbal que dio ayer la izquierda. Caídas las caretas y los pasamontañas (para engaño único de los compañeros de reparto en el sainete), toca, por imperativo de sección, referirse al lado mediático del asunto y la pregunta es: ¿qué pinta Pablo Iglesias en la Ser? Los pasos del Gobierno hacia el pacto con el separatismo están glosados semanalmente por él en la cadena prisaica. Va de ‘outsider’ y ‘podcastero’, pero tiene púlpito en Gran Vía, que da altavoz (y qué altavoz) a su discurso guerracivilista, sectario y disolvente.
Para empezar, esto no lo tiene la derecha. Imaginen a la Cope dando el micrófono a alguien muy a la derecha del PP, enmarcando la actualidad en clave de ideólogo. Impensable. El debate PSOE-Podemos de la Ser no existe en la derecha, que ha torpedeado a Vox y con ello su fuerza de tracción.
Pero vayamos más allá. ¿Por qué los accionistas de Prisa, los fondos, Santander o Telefónica permiten a Iglesias? ¿Resulta útil a las élites financieras y oligárquicas? Iglesias parece, de hecho, un delegado de oligarquías catalanas y vascas para reventar las febles instituciones del 78. Iglesias ya fue útil metiendo la indignación del 15-M en el perímetro de su chaletazo y ahora, de otro modo, sigue siendo voz de élites, fondos, bancos y oligarquías. Y se cortan tan poco que le dan la Ser para explayarse.