Qué fue de la canción melódica

Con la teta de Rigoberta y el feísmo folk de las Tanxugueiras han politizado un festival al que no hace mucho mandabamos al Chikilicuatre . No es que antes no tuviera política, en realidad la tenía según la eterna querella entre modernos (Azúcar Moreno) y castizos (Remedios Amaya), pero tomárselo en serio era de 'carcas' y por la vía del pitorreo se llegó a convertir Eurovisión en un festival autoparódico y de frivolité (Tesis: Eurovisión como antecedente de la UE en la desnacionalización y lo LGTBI).

Lo que ha ocurrido ahora es que la izquierda ha descubierto lo frívolo, a la Carrá y el chismorreo, cualquier cosa que quepa bajo el universal ‘maravilloooooso’. El ‘Sálvame’ ya lo politizaron y ahora van a por Eurovisión , para el que piden un sistema de votación más garantista que el de EEUU.

Entre ambos mundos había una conexión posible y era (casualidad) Rigoberta Bandini . Si Serrat era mediterráneo, ella es ‘mediterráneamente’, portavoz hasta tal punto de la sensibilidad imperante que iba a sonar también en lo de Rocío Carrasco. Vemos su gran importancia, la genialidad de que en ella intersecte el mundo Rocío Jurado con los anuncios de cervezas frente al mar. Las productoras catalanas han ido exprimiendo y cocinando a su modo el folclore cañí, y Rigoberta era perfecta por su feminismo bailable, sensible y sororo.

Completando el programa político de Yolanda Díaz , las otras favoritas cantaban «non hai fronteras», que luego matizaron en Twitter que «non as hai de momento» porque balcanizar es de repente muy eurovisivo.

Massiel ganó con «la, la, la», no hacía falta más, ahora han descubierto los estribillos y quieren aprovecharlos. Meter sus cosas. No tienen bastante con el cine, la tele, los anuncios, la universidad…