'Friends', un suspiro generacional

Un rasgo televisivo de esta generación es haber sido criados con comedias de situación. Unos espacios en los que la familia, una pandilla, un entorno laboral, lo que fuera, aparecía definida y protegida del mundo, encapsulada en historias agradables, ligeras, con moraleja final.

La Generación X creció con los años 80, con las pelis de Spielberg , el universo Jedi , las películas de John Hughes , y esa fantasía se vio confirmada con los ordenadores, los Amstrad o Spectrum que por entonces empezaban a verse. Eran los años del esplendor cultural americano hecho carne en el mito de Jordan .

'Friends' es la serie de los que crecieron antes de los móviles e internet, en ese umbral. A principios de los 90 hubo una crisis económica que se reflejó en la cultura popular: el hip hop, el cine 'indie' o el 'grunge', con el lamento nihilista de Kurt Cobain . Pero después, a mediados de los 90, Clinton prolonga el mundo reaganiano. De ahí nos llegan 'Sexo en Nueva York', 'Dawson crece', 'Seinfeld', 'Frasier' o 'Friends', aventuras de gente blanca, rica y a poder ser neoyorquina.

Pero 'Friends' no tenía cinismo. Tenía un candor algo pacato, una visión optimista que capturaba algunos rasgos ideales de la generación. Los chicos y chicas estaban juntos, colegas e iguales pero no del todo. Había una fuerte tendencia al encandilamiento. Más amorío que sexo.

En España se estrenó en 1997 y su contexto serían los años de crecimiento de Aznar . Empezaron a verse sofás en los bares; nos sentábamos en ellos conscientes de un moderado ridículo y de parecernos demasiado a Chandler .

Entre los 'boomers', dueños de todo, y los 'zoomers', legitimados en la red, hay un intermedio generacional que vivió el final de un sueño cultural y se quedó un poco 'colgado de la brocha'. Nuestra tontez, ya canosa, sigue en 'Friends'.