'Tierra de mafiosos'

No esperen ver sangre a raudales ni ser espectadores de un morbo subido de tono: Ritchie logra el equilibrio perfecto

Escena de 'Tierra de mafiosos'

Daniel Múgica

En Skyshwowtime se ve de maravilla la serie 'Tierra de mafiosos'. Pille a un gran director, a actores fabulosos y guiones redondos y lo conseguirá. Firma la serie el casi siempre irreverente y caustico director Guy Ritchie, autor entre otras de la magnífica 'Cerdos ... y Diamantes', solo que en la presente controla la ironía, por la edad quizás. Suscribe el guion Ronan Bennet, autor de la estresante 'Enemigos públicos'. Tenemos a Pierce Brosman interpretando a Conrad Harrigan, el malvado patriarca y muy familiar de un clan londinense de narcos; a Helen Mirren haciendo las voces de su esposa, el personaje más pérfido de la serie, mala hasta el tuétano, que defiende por ejemplo a su nieto, un niñato acostumbrado al asesinato y el descuartizamiento, y que regala al nietecito de las narices cocaína a mansalva; y al personaje central, Harry da Souza, el arregla todo de la familia, hombre frío, de palabra y de una inteligencia afilada en el mundo del crimen. Le dota de vida un Tom Hardy en estado de gracia. La fotografía, con la justo de calidez, corre a cargo de Si Bell, camarógrafo de 'Darkness'.

El asunto es que el nieto, el niñato, acuchilla a un cliente de un bar, huye y luego mata y desmiembra a un buen amigo, hijo del rival gánster de los Harrigan. Ahí, al comienzo de la serie, es cuando se lía parda. No esperen ver sangre a raudales ni ser espectadores de un morbo subido de tono. El pedazo de director que es Ritchie logra el equilibrio perfecto. Luego están los hijos de la pareja maleva, Pady, papá del nieto aberrante, un tipo equilibrado al que es difícil odiar; y Seraphina, nacida de un polvo en los lavabos con otra mujer que no es la matriarca. Esta joya, Seraphina, se dedica a la corrupción de la clase política, tan de boga en nuestra nación.

Por supuesto, en la pérfida Albión, cuna del rey Arturo, no hay líneas divisorias entre los criminales y los políticos, cómplices en el negocio de las drogas que está devastando Europa con la respuesta demasiado justa de nuestras instituciones.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios