'South Park' alza sus audiencias con una orgía entre Trump, Satanás y JD Vance
Tras años de declive, la irreverente serie animada vuelve a captar la atención masiva al abordar sin filtros la política estadounidense actual
La Casa Blanca arremete contra 'South Park' por episodio en el que se burlaban de Trump
Satán y Trump compartiendo cama
El algoritmo dicta, el 'zapping' ha muerto y las comedias tradicionales agonizan en plataformas. Frente a esto, poco se esperaba que 'South Park' (Movistar Plus+) volviese a ser un fenómeno de masas, y es que la serie de Trey Parker y Matt Stone ha comprendido ... algo que la mayoría del entretenimiento contemporáneo aún no capta: la sátira aún puede incendiar la conversación pública.
El segundo episodio de vigesimoséptima temporada de la serie ha sido el responsable de este repentino auge de una serie que parecía haber tocado fondo. La trama de este sigue al Sr. Mackey, el consejero escolar del colegio, que pierde su trabajo debido a recortes presupuestarios y acepta un puesto en ICE (la agencia encargada de la inmigración en EE.UU.). Mackey participa en redadas violentas contra inmigrantes indocumentados, incluyendo una función de 'Dora la Exploradora'. Durante esas operaciones es supervisado por Kristi Noem, la Secretaria de Seguridad Nacional, quien aparece disparando a perros inocentes y sometiéndose a cirugías para rejuvenecer. Paralelamente, el episodio muestra a un joven llamado Clyde Donovan que inicia un podcast, el cual es tomado por Eric Cartman (personaje que en la serie se usa para ridiculizar precisamente los discursos de odio que él mismo promueve) para difundir mensajes antisemitas y misóginos.
La historia culmina con Mackey siendo ascendido y llevado a Mar-a-Lago, la residencia de Donald Trump, quien le ofrece ascender y reemplazar a Noem en Seguridad Nacional. En la residencia, Mackey se horroriza cuando presencia una orgía entre Trump, Satanás y JD Vance, y con la presencia de una Dora cautiva. Allí se encuentra con Clyde, y ambos deciden escapar, junto con Dora. En los créditos, Kristi Noem ataca un salón de peluquería para perros.
El resultado no fue un escándalo aislado ni un simple estallido de indignación en redes: fue un pico de audiencia que rompió todos los pronósticos. Según datos confirmados por CNN y USA Today, 'South Park' alcanzó los 5.9 millones de espectadores, el mejor estreno de temporada desde 1999. Pero el verdadero dato revelador fue otro: la audiencia de la serie creció un 258% respecto a episodios anteriores.
Volver a la conversación
Este no es un retorno accidental, es una campaña bien calculada. El equipo de 'South Park' sabe que el nuevo combustible del entretenimiento no es solo la calidad del contenido, sino su capacidad para generar conversación. Y es que las reacciones oficiales no se hicieron esperar: la Casa Blanca emitió un comunicado en el que acusaba al programa de ser un «intento desesperado por llamar la atención» y de no haber sido relevante en veinte años. Todo esto para luego poner un tweet con una imagen de la serie, poniendo «JOIN.ICE.GOV». La cuenta oficial de 'South Park' respondió con una línea que ya se ha vuelto icónica en X: «¿Entonces sí somos relevantes? #EatABagOfDicks».
Esto ya ha sucedido a lo largo de la historia, y no precisamente solo en televisión. En el siglo XVII, Luis XIV se enfrentó a la polémica generada por 'Tartufo', la obra de Molière que satirizaba la hipocresía religiosa. Aunque el rey protegió inicialmente al dramaturgo, la obra suscitó tal indignación entre el clero y la nobleza que fue prohibida varias veces, reflejando la tensión entre el arte crítico y la autoridad. Si nos acercamos a nuestro siglo, 'Los Simpson' han abordado a lo largo de los años temas como la corrupción, las desigualdades sociales y el papel de los medios, en ocasiones anticipando acontecimientos reales. Por su parte, 'Black Mirror' ha planteado cuestiones relacionadas con la vigilancia y la manipulación de la información, como se ve en episodios como 'Nosedive' o 'The National Anthem'.
Saber provocar al otro
La pregunta es inevitable: ¿por qué esta fórmula (que South Park ha utilizado casi desde su primer episodio) sigue resonando con tanta fuerza? Una posible explicación está en el entorno político y mediático actual, que no solo permite, sino que parece exigir este tipo de contenido. El mundo ha cambiado, y con él, la relación del público con la ficción. La política estadounidense presenta hoy un panorama donde la parodia ha dejado de ser mera exageración para convertirse, en numerosos casos, en un reflejo plenamente reconocible.
Figuras como JD Vance ejemplifican un cambio ideológico que ha dejado de ser marginal para instalarse en el corazón del poder. Kristi Noem, por su parte, atrae la atención más por episodios que rozan lo inusual que por el impacto real de sus políticas. Y en la cima del escenario político, una personalidad que, sin cambiar su estilo ni su discurso, ha logrado recuperar protagonismo, más como reflejo de un fenómeno que como una excepción puntual. En este contexto, la sátira se impone por sí misma.
Al mismo tiempo, los medios tradicionales enfrentan una crisis de atención. En un ecosistema saturado de estímulos y narrativas fragmentadas, captar al espectador implica más que informar: hay que provocar, entretener, competir con el caos. 'South Park', ha decidido abrazar ese espectáculo con todas sus consecuencias. Ya no se trata de hacer chistes para adolescentes, sino de apuntar directamente al nervio expuesto de la cultura estadounidense; de provocar con inteligencia, de ridiculizar sin miedo, y de conseguir que un programa de televisión que parecía extinto se cuele en el debate político real.
Cuando una serie animada consigue que la Casa Blanca se pronuncie y que los departamentos oficiales del Gobierno respondan, no hablamos de simple comedia, estamos hablando de un artefacto cultural con poder real. 'South Park' no ha cambiado su esencia: sigue siendo una serie grosera, absurda y deliberadamente ofensiva. Lo que ha cambiado es el mundo que la rodea. Su resurgimiento también coincide con un cambio generacional en la audiencia, que busca en la sátira no solo entretenimiento, sino una forma de procesar y cuestionar la complejidad de un mundo fragmentado.
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