«Era una deuda pendiente»: el final de 'Amar es para siempre' explicado por sus guionistas

La última escena de 'Amar es para siempre', salto temporal mediante, reúne a los Gómez Sanabria, a los Asturiano, frente al televisor para ver la adaptación televisiva de la novela escrita por Leonor (Natalia Rodríguez), la hija mayor de Manolita y Marcelino. Fue durante una temporada de 'Amar en tiempos revueltos', en TVE, cuando la niña prometió a su abuelo, Pelayo (José Antonio Sayagués), que algún día escribiría la historia de su familia. Dicho y –muchísimos años después– hecho. La implicación es mayor, pues Leonor exilió México junto a su marido, Miguel (Alejandro Albarracín), el hijo de Antonio (Rodolfo Sancho) y Andrea (Ana Turpin), los primeros protagonistas de 'Amar en tiempos revueltos' (2005).

«Es algo que se lanzó cuando aún estaba Rodolf Sirera al timón de la serie. Para los que habíamos trabajado con él en la sala de guión era una deuda pendiente», explica Tejera. Sirera es, junto a Josep Maria Benet i Jornet y Antonio Onetti, los padres de 'Amar…' y, como tal, son mencionados en el último capítulo; un homenaje que ya hicieron al final de la octava temporada tras la muerte de Benet i Jornet en pleno confinamiento. Si bien la idea inicial era contar con Sirera y Onetti en carne y hueso, optaron por un plano final de los personajes viendo el inicio de una nueva serie de televisión cuyo título empieza por 'Amar..' y cuya sintonía resulta familiar.

No es el único guiño al pasado, pues por ahí cuelga un banderín republicano. «Es la esencia de Pelayo, republicano fiel hasta su último aliento, que no da en este final. Queda Pelayo para rato... ¡Como de sus croquetas John Wayne! Y junto al banderín político, el futbolero de Marcelino, el de su querido Atleti de Madrid», explica Julia Altares.

«¿Otros finales? Sí, muchos…. Imagínate a unos guionistas reunidos pensando en cómo dar el mejor final a su serie. Pero el que elegimos, creo que es el mejor final posible. Mezclar la realidad con la ficción, hacer una serie sincera y realista, con tintes costumbristas, ha sido nuestro deseo durante diecinueve años. Y así ha sido hasta el final», añade Julia Altares.

Cuando les comunicaron que 'Amar es para siempre' terminaba, todos coincidieron en que los Gómez, una familia de clase media, y su patriarca, Pelayo, eran la metáfora perfecta de la reconquista de la democracia tras cuarenta años de dictadura. Ellos habían sido el hilo conductor de la intrahistoria de España, así que les correspondía el broche final. «Los hijos habían tomado caminos diferentes: Leonor, el exilio político; María, el sueño americano; Luisita, la búsqueda de la libertad por su condición sexual; Manolín, la búsqueda de una estabilidad económica emigrando a Suiza; Ciriaco y Catalina, más jóvenes, la movilidad de una juventud que buscaba su hogar en cualquier parte, la globalización; Marisol, en su viaje al más allá. Y todos tenían que volver», resume Altares.

«Algunos se quedan y otros deciden que no, que su sitio está en otro lugar, que tienen que luchar por ser felices y encontrar aquello que anhelan. Es un cierre, un broche tremendo, brutal, muy bonito. Unos encuentran la felicidad y otros no. No por irte te garantiza que vas a ser más feliz, y no por quedarte te va a pasar lo mismo. Nosotros no queríamos que terminara todo felizmente para todos los hijos; no sería la realidad. Sí terminan unidos y eso es lo importante: termina la familia unida y respetando los tiempos y las decisiones de cada uno. Lo que le pasa al final a Ciriaco es muy bonito; él no se veía trabajando en el bar con su padre y al final se da cuenta de que la única manera en que va a ser feliz es trabajando en el bar con su padre», desarrolla el director de 'Amar es para siempre', Eduardo Casanova.

Tuvieron que reescribir alguna alguna secuencia para ajustarse a las agendas de los intérpretes, como Paula Usero, que estaba grabando otra serie de televisión ['Las abogadas']. En pantalla se ha justificado con que Luisita se queda al principio en Mánchester por culpa de la varicela que le ha pegado su hijo, Lino. Incluso el personaje de Marisol (Ángela Arellano), a pesar de su trágico final (fue asesinada), tenía que volver, en una escena en el cementerio con su hermano Manolín.

Para estos últimos capítulos, los guionistas releyeron y revisionaron material para recuperar lo que creían que no podía faltar. Pero meter todo no era posible, así que tuvieron que elegir. Macu Tejera recuerda con mucho cariño la relación de Pelayo con Carrillo, la de los abogados con los atentados de Atocha o, remontándonos más en el tiempo, el revuelo del estreno de la película de 'Gilda' y cómo Marcelino maniobraba para ir sin que Manolita se enterase.

«Hay personajes que han seguido coleando mucho, como el de Ginés y el de la Marquesa, protagonistas de la quinta temporada de 'Amar es para siempre', pero habría sido difícil igualar el adiós tan bonito que tuvieron en la sexta temporada, así que mejor no tocarlos. Lo mismo pasa con otros personajes entrañables como Félix [Nancho Novo] y Rosalía [Ana Torrent], Maica [Manuela Velasco] y Gorka [Unax Ugalde], Virginia [Clara de Ramón] y Fabián [César Vicente], y por supuesto otros que murieron como Marta Novoa [Mariona Ribas] o Lenin [Adriá Collado], al que también hemos recordado en los últimos capítulos. Como no se ha podido traer a todos los que pasaron por la serie, sí se ha intentado recuperarlos en un montaje final a modo de recuerdo», explica Tejera.

«Nos reíamos cuando hacíamos peticiones de que volviera este o aquel. Algunas veces lo hemos conseguido y otras veces no. Y en este final están los que tenían que estar. La vuelta de Cristina [Luz Valdenebro], Guillermo [David Janer] y Visi [Ángeles Martín] era esencial. Son parte de la familia Gómez», amplía Julia Altares.

«La de historias que se han quedado en el tintero porque no han cabido… Quién sabe: a lo mejor algún día podemos recuperarlas», sentencia Macu Tejera.