El apocalipsis según Thomas Vinterberg: doméstico, a cámara lenta y con Dinamarca anegada

Sólo han tenido que pasar 25 años para que el danés, director de 'Otra ronda' y 'Submarino', se haya desquitado finalmente con 'Familias como la nuestra', miniserie de seis episodios que llega este viernes a Movistar Plus+ y en la que Vinterberg especula con un apocalipsis doméstico y a cámara lenta. Un escenario distópico (o quizá no tanto) en el que toda Dinamarca, el país entero, se prepara para una evacuación masiva ante una crecida de las aguas que amenaza con anegarlo todo. «Todo el mundo tiene que dejar su casa y ni siquiera pueden vender sus casas, que es donde los daneses tienen depositados sus ahorros así que ¿cómo reaccionaremos en un momento de crisis y regresión así? ¿Lucharíamos? ¿Volveríamos? Esta investigación existencial me pareció interesante», explica Vinterberg poco antes de presentar la producción en el festival Serielizados de Barcelona.

El foco de 'Familias como la nuestra', aclara, no es la amenaza climática (qué también), sino el drama humano y familiar que la acompaña. «Estaba haciendo de manera muy deliberada una serie sobre seres humanos, no sobre una catástrofe natural. El apocalipsis en esta serie es un apocalipsis de la familia», asegura. Una tragedia en seis actos que Vinterberg intentó convertir primero en en película sin demasiado éxito. «Necesitaba tiempo y longitud, algo que sólo te da el formato serie», insiste. «Al final todo se resume en quedarse con estas personajes el máximo tiempo posible, ya que todos tienen que despedirse de su país y decir adiós a todo lo que aman. También quería darles la oportunidad de reinventarse en un nuevo mundo», añade.

En la serie, dinero no vale nada, las propiedades ya no importan y quien tiene la suerte de conocer de antemano los planes del gobierno, busca sacar tajada. Eso explica, por ejemplo, que haya quien vende su casa justo antes de la evacuación sabiendo que el comprador lo perderá todo en cuestión de días. «¿Haríamos nosotros lo mismo? Es posible. Esperamos que no; confiamos en que nuestra compasión moral esté intacta, pero nunca se sabe», reflexiona. «Hablé con un profesor de psicología y dijo que en momentos de crisis hay una regresión y las personas se vuelven casi infantiles, protegiendo solo a los más cercanos, puede que incluso sólo a sí mismos», añade.

Además, el fin del mundo se parece demasiado a una tediosa gincana burocrática de colas eternas y sellos equivocados. Quizá por eso Vinterberg sitúa en el centro del relato a Laura (Amaryllis August), una estudiante de instituto a quien la evacuación sorprende descorchando su primer amor. «Su dilema moral es muy interesante, ya que tiene que elegir entre ir con su padre rico y su novio guapo a París o ayudar a su madre pobre en Bucarest», explica el director de 'Kursk', quien plantea también la toma de decisiones de 'Familias como la nuestra' como una crítica a una sociedad ensimismada y enamorada de sí misma. «Hoy en día, cuando entramos en una relación, el pensamiento automático es cómo va a satisfacerme la otra persona, cómo va a elevar mi vida», apunta.

Embarcado en desarrollar un nuevo proyecto (aún sin financiación, matiza) alrededor de 'Los hermanos Corazón de León', de la escritora sueca Astrid Lindgren, Vinterberg reconoce que cuando empezó a escribir 'Familias como la nuestra', la amenaza por el aumento del nivel del mar aún estaba más cerca de la ciencia ficción que de la realidad. «Hace siete años, no era una preocupación real, pero entonces llegó la pandemia, la guerra y también mucha agua. Tanto en Europa como en Dinamarca. Ahora recibimos correos del gobierno diciendo donde conseguir bolsas de arena. Se ha convertido en algo por lo que la gente se siente muy emocionalmente atacada», explica un cineasta que, ante el más que previsible desastre climático, aboga por cierto pesimismo constructivo.

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O, según se mire, optimismo moderado. «El clima es algo que preocupa a la gente, sí, pero también algo que da a la gente una sensación de insuficiencia. Los jóvenes, por ejemplo, son los que más agresivamente quieren cambiar nuestro comportamiento y ser una sociedad más climáticamente amigable, pero no lo hacen. Vuelan cada vez más y compran cada vez más ropa. Pero, por otro lado, el ser humano ha demostrado que puede sobrevivir e inventar cosas increíbles», reflexiona.