Walter Tevis, el hombre que ideó «Gambito de dama» y moldeó a Beth Harmon, adicta como él a las drogas, el alcohol y el ajedrez

El escritor también jugó al billar antes de escribir «El buscavidas» y «El color del dinero», adaptadas al cine con gran éxito

Walter Tevis, en la portada de la revista «Chess Life» Chess Life

Hay escritores que se hicieron famosos con una sola obra y otros cuyo nombre casi nadie recuerda, aunque sus títulos estén en boca de casi todos. Walter Tevis (San Francisco, 1928-Nueva York, 1984) es el autor de «Gambito de dama» , novela ... en la que se ha inspirado con gran fidelidad la mediática serie de Netflix. Es también responsable de dos novelas convertidas en grandes películas, «El buscavidas» y «El color del dinero» , dos carambolas de lujo ambientadas en el mundo del billar. Tevis tocó el cielo antes de desaparecer de la vida pública durante veinte años ahogados en alcohol.

La miniserie estrenada este año no es el primer intento por llevar «Gambito de dama» a la pantalla. Escrito en 1983, un año antes de la muerte de su autor, el libro pudo haberse convertido en película si hubieran fructificado los esfuerzos del actor Heath Ledger , otro artista prematuramente desaparecido que pensaba debutar como director con esta historia.

Autor de relatos, muchos de ellos de ciencia ficción, Tevis debutó como novelista con «El buscavidas», que como saben bien los aficionados al cine fue adaptado por Robert Rossen en 1961, con Paul Newman como protagonista. En esta maravillosa historia de perdedores brillan también intérpretes como Piper Laurie y Jackie Gleaso n , el famoso «Gordo de Minnesota», que en realidad era de Nueva York.

Tevis aprendió a jugar al ajedrez a los siete años. Sumó el billar a sus habilidades de la mano su amigo Toby Kavanaugh , quien llegó a ser propietario de una sala dedicada a este juego en Lexington. El escritor encontró allí historias inspiradoras, muchas de ellas cicatrizadas en su propia piel.

«Abandonado» a los diez años

Su vida antes de convertirse en escritor no fue fácil. Nació en San Francisco y vivió muy cerca del Golden Gate, pero cuando tenía diez años tuvo que separarse de sus padres , que decidieron dejarlo solo mientras ellos regresaban a su Kentucky natal. A él lo ingresaron en un hospital infantil para que se recuperara de una enfermedad reumática y del corazón .

A los once años, tuvo que r ecorrer solo más de 3.300 kilómetros para reunirse con sus progenitores. Su madre «castrante» y su padre alcohólico le enviaron un billete de tren que ni siquiera pagaron ellos. El dinero lo puso un amigo de la familia, según contó Tevis en 1981 al diario «The San Francisco Examiner».

Las andanzas en el orfanato de Beth Harmon , protagonista de «Gambito de dama», no son del todo inventadas. Tampoco su adicción a las drogas . Al joven Walter le daban phenobarbital, un medicamento al que se hizo adicto y allanó su camino hacia el alcoholismo.

Una vez en Kentucky, de donde también es Harmon, se sintió a menudo como «alguien llegado del espacio exterior» , puede que influido por su amor a la ciencia ficción. El billar y el ajedrez eran sus pasatiempos favoritos, dos mundos en los que solo hace falta una persona más para olvidarse de todo lo demás. Como Beth, Walter se sentía más seguro en esos mundos aislados y con unas reglas claras.

No pasó demasiado tiempo antes de que tuviera que emprender otro viaje, aún más lejano. Sirvió a su país durante la Segunda Guerra Mundial como ayudante de carpintero a bordo del destructor USS Hamilton. Tenía 17 años y el destino no le impidió seguir al billar, esta vez por dinero, germen de una nueva adicción.

A su regreso, estudió literatura y empezó a publicar en revistas como «Saturday Evening Post», «Esquire», «Cosmopolitan» y «Playboy». Se consideraba «demasiado bohemio» para convertirse en un escritor de verdad, pero de sus experiencias con los tacos nació «El buscavidas» (1959).

Tranquilidad económica

Con los 25.000 dólares que ganó por los derechos cinematográficos, se trasladó a México con su familia, donde escribió «El hombre que cayó a la Tierra» (1963). Tardó algo más de lo planeado porque descubrió que al otro lado de la frontera el alcohol tenía un precio rodículo. La cogorza le duró ocho meses. Cuando lo terminó, el libro también fue llevado al cine, aunque con menos fortuna y David Bowie como protagonista. Su «autobiografía disfrazada» no encontró el tono adecuado en la película de Nicolas Roeg .

Poco después, Tevis empezó a dar clases de literatura inglesa y de escritura creativa en la Universidad de Ohio. Enseñaba de día y se emborrachaba de noche, con el billar y el ajedrez para los tiempos muertos. «Nunca di clases borracho» , decía orgulloso, según cuenta David Hill en The Ringer . Bebía desde la medianoche hasta las cuatro de la madrugada, pero tenía tiempo de recuperarse, no tanto de dormir, antes de empezar las lecciones.

A falta de nuevos libros, produjo artículos de ajedrez. En Las Vegas escribió para una revista sobre un torneo en el que también participó. Sufrió una derrota tras otra y perdió algo de dinero, pero ahí saltó la chispa de la que nació «Gambito de dama». Conocer a Bobby Fischer fue otra fuente de inspiración. Nunca antes había visto el autor a ningún deportista con ese instinto asesino. Por suerte, el de Tevis era menor y no acertó en sus dos intentos de suicidio .

A otros escritores, la bebida les sirve de estímulo, como un lubricante mágico. A Tevis vaciar la botella le secaba el cerebro. Tras dos décadas con los dedos desentrenados, en 1976 se divorció de su mujer y del alcohol y encontró un ritmo de producción inédito. La recta final le dio para escribir cuatro novelas más, ya instalado en Nueva York: «Mockingbird» (1980), «The steps of the sun» (1983), «Gambito de dama» (1983) y «El color del dinero» (1984).

Martin Scorsese llevó esta última al cine para dar continuidad, un cuarto de siglo después, a la historia de Eddie Felson, de nuevo con Paul Newman como maestro del billar. Aunque la película está un escalón por debajo de la primera, el actor fue recompensado con el Oscar, más propicio cuando la belleza no es tan insultante. A su lado, como discípulo, llamaba la atención un joven Tom Cruise , que no había nacido cuando se estrenó «El buscavida».

De las seis novelas de Tevis, quedan dos que piden a gritos una adaptación, aparte de más de un relato. El autor falleció de cáncer de pulmón ocho días después de terminar su último libro, a los 56 años. Su exmujer, Jamie Griggs Tevis , publicó en 2003 una autobiografía titulada «Mi vida con el buscavidas». No fue fácil.

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