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Crítica de Stranger Things (T3): Guerra Fría en Hawkins

Después de dos años de descanso, Stranger Things vuelve más en forma que nunca. Fresca como un helado en verano y con cada vez más inteligentes referencias. Los personajes, más desdibujados en una fallida segunda temporada, funcionan ahora mejor que nunca

Imagen de la tercera temporada de Stranger Things Netflix
Lucía M. Cabanelas

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[Aviso, puede contener algún spoiler de Stranger Things]

Sin el condensador de fluzo ni Doc pero con bicicletas y Walkie Talkies. Stranger Things recupera unos ochenta con sangre , vísceras y también saliva. Como en una comedia de John Hughes, las hormonas revolucionan a ... las madres pero también a sus hijos, que prefieren besar a las chicas, de otra especie, que jugar a Dragones y Mazmorras con la suya. El monstruo, más que el demogorgon es ahora la pubertad. Pobre Will, el sabio, que después de su periplo en el Mundo del Revés ha vuelto convertido en el niño del «El sexto sentido». Hasta las ratas andan locas por Hawkins, inmerso en una Guerra Fría que saca las mejores caras de Winona Ryder y os peores sudores del sheriff de David Harbour.

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