«Sexo en Nueva York» antes y después de la guerra
Hace 15 años sería estrenada la quinta temporada del clásico de HBO, la más agridulce y melancólica tras el atentado del 11S
ÓSCAR RUS
«Lo cierto es que, viendo al gato detenerse en medio del césped como si también él se interrogara sobre el universo, me pareció que faltaba algo, que algo era diferente. Pero ¿qué faltaba?, ¿qué era lo que era diferente?, me pregunté a mí misma, ... escuchando la conversación. Y para contestar aquella pregunta, tuve que imaginarme a mí misma fuera de aquella habitación, de nuevo en el pasado, antes de la guerra, y colocar ante mis ojos la imagen de otro almuerzo celebrado en habitaciones no muy distantes de aquéllas, pero diferentes. Todo era diferente. Mientras tanto, iban charlando los huéspedes, que eran numerosos y jóvenes, unos de un sexo, otros del otro; la charla fluía como el agua, agradable, libre, divertida. Y detrás de esta charla coloqué entonces la otra, como un telón de fondo, y, comparando las dos, no me cupo duda de que la una era la descendiente, la heredera legítima de la otra. Nada había cambiado; nada era diferente, salvo... Aquí escuché con toda atención, no exactamente lo que se estaba diciendo, sino el murmullo, la corriente que fluía detrás de las palabras. Sí, era eso, allí estaba el cambio. Antes de la guerra, en un almuerzo como éste, la gente hubiera dicho exactamente las mismas cosas, pero hubieran sonado distintas, porque en aquellos días las acompañaba una especie de canturreo, no articulado, sino musical, emocionante, que cambiaba el valor mismo de las palabras.» – Una habitación propia ( Virginia Woolf, 1929 ).
Hace 15 años se estrenaría la quinta (y penúltima) temporada de un clásico de HBO a veces desdeñado, «Sexo en Nueva York» («Sex and the City»). Quizás, para entender mejor qué supuso el estreno de aquella temporada un 21 de julio de 2002, convendría leer el anteriormente citado fragmento de «Una habitación propia» de Virginia Woolf (1929). Semejante experimento por parte de la ficticia protagonista del ensayo, se podría repetir con un episodio de la primera temporada de «Sexo en Nueva York» (verano de 1998) y un episodio de la quinta temporada (verano de 2002). Habían transcurrido cuatro años, cuatro temporadas, 66 episodios y un ataque terrorista, el 11S, que no solo sacudió la realidad sino también la ficción. Míticas series de televisión como «Los Soprano» (modificó sus créditos iniciales en la cuarta temporada eliminando las Torres Gemelas), «Friends» ( suprimió una trama episódica de la octava temporada), «El ala oeste de la Casa Blanca» (cuyo primer episodio de la tercera temporada fue aplazado por un especial escrito en menos de dos semanas), «Turno de guardia» o la propia «Sexo en Nueva York» se vieron sacudidas por aquel suceso, en mayor o menor medida.
En el caso de «Sexo en Nueva York», varias fueron las modificaciones en torno a la ficción a raíz del 11S. La primera de ellas, la más visible, fue el cambio de los créditos iniciales a partir del decimotercer episodio de la cuarta temporada ; una temporada de 18 episodios divida en dos partes: una de 12, emitidos entre el 3 de junio y el 12 de agosto de 2001 y otra de 6 entregas emitidas entre el 6 de enero y el 10 de febrero de 2002. ¿Entre medias? El 11 de septiembre . Sin embargo, aquellos últimos seis episodios ya habían sido escritos y grabados antes del atentado por lo que lo único que se modificó fue su cabecera. En la primera versión de la intro , el nombre de su protagonista, Sarah Jessica Parker , era mostrado junto a las Torres Gemelas que también aparecían previamente en un skyline ; en esta nueva versión, las Torres Gemelas fueron sustituidas por otro icónico edificio neoyorquino: el Empire State.
Sin embargo, el final de la cuarta temporada serviría involuntariamente como homenaje a la ciudad de Nueva York, un personaje más de la ficción de HBO. Aquel final de temporada (considerada como una de las favoritas de los fans junto a la tercera), el episodio número 18, llevaría como título «Amo a Nueva York» («I Heart NY»), «una carta de amor» a la ciudad, según declaraciones de su creador Darren Star . Aquella carta de amor no sería sólo a la ciudad sino -en cierto modo- al cine clásico personificado en una Samantha ( Kim Cattrall ) ataviada y (sobre)actuando como si de una intérprete de la época se tratase.
Aquel decimoctavo episodio desprendería nostalgia en cada escena, cada diálogo: era el fin de una era , tal y como Carrie se encargaría de subrayar. Una sensación que invadiría la quinta temporada. En aquel final de temporada, emitido un 10 de febrero de 2002, Carrie acaba de cerrar su historia con Aidan (a quien, por segunda vez, ha roto el corazón, rompiendo su compromiso de matrimonio y echando por tierra la mudanza). Si la tercera y cuarta temporada de «Sexo en Nueva York» ya son cruciales, poniendo patas arribas todas sus tramas y personales, este final de temporada muestra un escenario a punto de cambiar aún más. La hasta entonces libérrima Samantha ha tomado la decisión, tras cuatro temporadas de libertinaje amoroso-sexual, de meterse en una relación monógama junto a Richard, su jefe. Sin embargo, es tal enamoramiento de Samantha que empieza a tener celos de cualquier mujer alrededor de Richard y sospecha que le está siendo infiel. Durante este final, el espectador ve a una irreconocible Samantha, capaz de regalarle a su amado un cuadro con corazones y confesar a sus amigas lo inaudito: «Hola, mi nombre es Samantha y soy una amor-cólica [ love-aholic ]» Miranda ( Cynthia Nixon ) ha seguido adelante con su accidental embarazado (con Steve como padre) y Charlotte ( Kristin Davis ) finalmente se ha separado (que no divorciado) de Trey ( Kyle MacLachlan )tras descubrir sus pocas posibilidades de ser madre.
El homenaje que no fue tal
En este 4x18, la primera reflexión de Carrie es ya una declaración de intenciones: «Hay un momento del año en Nueva York cuando, incluso antes de que la primera hoja caiga, puedes sentir las estaciones conectar. El aire es fresco, el verano ya se ha ido y por primera noche en mucho tiempo, necesitas una sábana en tu casa. Saca otras necesidades también». Es entonces cuando Carrie llama a Big en mitad de la noche: «Me siento un poco sola. ¿Tú alguna vez te sientes solo?», le pregunta a un Big cuya respuesta es un «no». Carrie le pregunta si puede pasarse por su piso, dejando claro el propósito: hacerse compañía. Cuando la protagonista llega, descubre que su exnovio/examante se marcha de Nueva York, algo que es incapaz de creer. Big se muda a California donde ha comprado parte de un viñedo.
Carrie : Espera, ¿te mudas? ¿Cuándo?
Big : El lunes a las 5.
Carrie : Y qué, si no te hubiera llamado esta noche, ¿te ibas a ir tranquilamente sin contármelo?
Big : No se me dan bien las despedidas. Te hubiera llamado.
Carrie : ¿Desde dónde? ¿Una tina de vino en alguna parte? No puedes dejar Nueva York. Eres el Chrysler. El Chrysler sería inapropiado en un viñedo.
Big : Arrivederci, baby.
Carrie : Pero, ¿por qué?
Big : Estoy cansado de la vieja Nueva York.
Durante su penúltima noche juntos en Nueva York, Big pone en su tocadiscos la icónica «Moon River» (interpretada por Andy Williams y compuesta por Henry Mancini ; una canción presente también en «Desayuno con diamantes» ), otra declaración de intenciones por parte de los responsables de la serie que sirve además para mostrar el lado más humano de Big, un personaje habitualmente enigmático, que verbaliza un recuerdo sobre su infancia y sus padres. Carrie califica la canción como «cursi», Big como «clásica». Nosotros como espectadores podríamos preguntarnos bajo los mismos términos: ¿es «Sexo en Nueva York» cursi o clásica? Carrie y Big bailan «Moon River» como si de un twist se tratase, están a punto de besarse pero la canción empieza a repetirse (algo típico en la serie: arruinar los momentos románticos más mágicos para así desmarcarse de la típica romcom ).
Es entonces cuando Carrie decide marcharse y aplaza la despedida a la noche del domingo: «No nos decepciones. Y por “nos” me refiero a ti y a mi». De fondo continúa sonando «Moon River»: «Wherever you are going, I’m going your way» . A la mañana siguiente, como en todo episodio de «Sexo en Nueva York», Carrie se reúne con sus amigas para desayunar y así comunicarles las malas nuevas sobre Míster Big: «Es el final de una era» . La conversación entre ellas, por momentos, abraza la nostalgia , un constante echar la mirada hacia atrás por parte de sus personajes que salpicará la siguiente quinta temporada:
Charlotte : Siempre creí que vosotros dos acabaríais juntos.
Miranda : ¿Cómo?
Charlotte : No lo sé. Sí, cometieron errores pero…
Miranda : Nunca debieron estar juntos. Si ella [Carrie]iba a acabar con alguien, sería con Aidan.
Carrie : Esto es muy informativo.
Durante su última noche, Carrie y Big acaban paseando en calesa por Central Park. Big considera “cursi” tal paseo; Carrie, “clásico”
Carrie : ¿No vas a echarlo de menos [Nueva York]?
Big : Nah. Pero a ti sí te echaré de menos, mi niña. Mucho.
Es entonces cuando finalmente se besan pero nuevamente un deus ex machina , esta vez en forma de teléfono móvil, les interrumpe. Es la primera vez en la ficción que el personaje de Carrie utiliza un móvil: se lo ha dado Miranda en caso de emergencia y esté de parto. Carrie consigue llegar al hospital donde está Miranda en la calesa y se despide de Big (al que no volvería ver hasta el séptimo episodio de la quinta temporada). Tras Miranda dar a luz, Carrie llega antes de las 5 al apartamento de Big pero él ya se ha marchado. Su examante le ha dejado un vinilo ( «The Best of Mancini» ) con un mensaje ( «Si alguna vez te sientes sola» ) y un sobre (un billete de avión a California) con otro mensaje: «Si alguna vez me siento solo» .
A pesar de este agridulce desenlace , la serie se despide con tono esperanzador: «Era oficial: una nueva estación había comenzando. Quizás nuestros errores son los que construyen nuestro destino. Sin ellos, ¿qué moldaría nuestras vidas? Quizás si nunca nos desviásemos de nuestro curso, no nos enamoraríamos o tendríamos beber o seríamos quienes somos. Al fin y al cabo, las estaciones cambian. También las ciudades. Hay personas que entran en tu vida y otras se van. Pero es reconfortante saber que aquellos que amas están siempre en tu corazón. Y, si tienes mucha suerte, a un viaje en avión de distancia» Los créditos iniciales no fue lo único que los responsables de la serie modificaron tras decidir la introducción de un mensaje en los créditos finales: «Dedicado a nuestra ciudad de Nueva York… Entonces, ahora y para siempre».
El verdadero y sutil homenaje
La quinta temporada de «Sexo en Nueva York» sería estrenada un 21 de julio de 2002 y finalizaría un 8 de septiembre de ese mismo año: tan sólo fueron grabados ocho episodios. ¿El porqué? El embarazo de su protagonista , Sarah Jessica Parker (Carrie). El primer episodio (bajo el título poco sutil «Levando anclas») de aquella breve temporada sirvió, esta vez sí a propósito, para rendir homenaje a la ciudad tras el 11S . La temporada empieza con Carrie soltera (al igual que Samantha, Miranda y Charlotte), siendo la ciudad de Nueva York su particular pareja: «El lugar perfecto para estar soltera. La ciudad es tu cita».
La quinta sería una temporada de reajustes , empezando con el grupo de amigas adaptándose a la presencia del pequeño Brady: desde la nimia reacción de Charlotte a no hablar de sexo con él delante hasta las chicas tener que esperar a Miranda mientras caminan por la calle pues la madre primeriza está cansada de cargar con el niño. Carrie está en un momento (tras sus descalabros con Big y Aidan) en el que se muestra escéptica ante la teoría del «gran amor» difundida por la siempre empedernida y romántica Charlotte, quien muy a su pesar, también ha perdido la fe en el amor. Aunque en ningún momento del 5x01 se nombre directamente el atentado, sí hay presencia de cierto cariz patriótico con la presencia de los marineros en la ciudad con motivo de la Fleet Week New York . Al ver a los marineros, Samantha insiste en saber dónde será la fiesta: «Tenemos que proporcionarles un buen rato. Es nuestro deber patriótico como mujeres de Nueva York», a lo que Carrie (quien se niega a volver a los viejos tiempos de ir corriendo detrás de los hombres), dice: «Si queréis ejercer vuestro deber patriótico como mujeres, vendréis de compras conmigo ahora mismo y gastaréis un dinero muy necesitado en el centro ».
Aquella sería la referencia más directa a aquel escenario post-11S. La nostalgia es el epicentro temático del episodio y de lo que queda de temporada, tal y como Carrie reflexiona en off: “Más tarde por la noche. Me puse a pensar en los días pasados, aquella época sin preocupaciones cuando nuestros horarios estaban abiertos de par en par como nuestros corazones. Aquella época antes del bagaje y las rupturas, y los bebés empezaran a pesarnos. No pude evitar preguntarme, ¿el sentido de la aventura todavía parpadea dentro de nosotras? O cuando se trata de ser despreocupadas chicas solteras, ¿hemos perdido el barco?”.
Las tramas, aunque continúan siendo marca de la casa, destilan cierta amargura (aquí entra en la ecuación el fragmento de «Una habitación propia» de Virginia Woolf) desde la preocupación por Miranda de que su hijo no mama (y su lucha por no acabar convirtiéndose en la típica madre que solo habla de su retoño) hasta la venganza de la despechada Samantha, quien reparte entre los transeúntes y pega panfletos ilustrados con la cara de su exnovio Richard acompañada de palabras como «infiel» y «mentiroso» en el vecindario de él.
A lo largo de la atípica quinta temporada , tanto el conflicto maternal de Miranda como el conflicto sentimental de Samantha continuarían desarrollándose. En este 5x01, Carrie se dispone a vivir una cita sabatina con Nueva York pero todo son impedimentos (hace un vendaval, el museo está cerrado, llueve a cántaros, fracasa estrepitosamente al ligar con un chico, le toca la barra del bar por estar soltera donde coincide con otra solterona mayor). Sin embargo, como ya ocurre en el final de la cuarta temporada, este 5x01 también finaliza en clave esperanzadora: Carrie llega a la conclusión de que quizás su gran amor sea Nueva York a pesar de no tener una relación perfecta (dejando plantado al marinero que echa pestes sobre el ruido y la basura presentes en la ciudad); por su parte, Samantha y Charlotte logran desinhibirse durante una noche en la fiesta de los marineros y olvidarse de sus fracasos amorosos.
La reflexión final de Carrie en este capítulo es un indicativo del puente que supuso la quinta temporada de «Sexo en Nueva York», un volumen más melancólico y reflexivo sin renunciar a la esperanza: «Quizás el pasado sea un ancla que nos retenga, quizás tienes que dejar marchar quién eras para convertirte en quién serás». Eso sí, el desasosiego ante el cambio y la soledad serían patentes en los siete episodios siguientes. El episodio acaba con Carrie caminando por Times Square de regreso a su casa y con la imagen yéndose a blanco y negro .
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