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No estamos preparados para decir adiós a «The Leftovers»

Una de las series más cuidadas y arriesgadas de la década llega a su fin tras no ser lo suficientemente valorada por el público

Secuencia de «The Leftovers» HBO
Lorena López

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«The Leftovers» , una de las experiencias más emocionales que nos ha dado la televisión, nos ha dicho adiós. Ya no hay más. Anoche se emitía el último capítulo de su última temporada . Esta serie de HBO (distribuida por Movistar Series en España) ha rebuscado en nuestras tripas emocionales, las ha removido y nos ha dejado cuando más la necesitábamos, cuando creíamos haber encontrado alguien que entendía ese sentimiento de pérdida que todos hemos sentido alguna vez y que nos contaba cómo seguimos adelante sin apenas saber qué ha ocurrido. Que planteaba un mundo tan real que nos hacía llorar, pero también reír; es decir, como la vida misma.

Desde su primer capítulo, «The Lefltovers» nos mostró un mundo sin respuestas envuelto en una fotografía cuidada y con una banda sonora digna de mención (y estudio). Lástima que no seamos muchos los que hayamos disfrutado de esta ficción que contaba con una historia que nos ha dejado más de una vez sin habla . Y eso que la ficción ha recurrido a todas las vías posibles para generar emociones en el espectador –especialmente a través de la música de Max Richter– y, para quién se ha quedado, lo han conseguido.

La serie tenía una novela de Tom Perrotta («The Leftovers: Ascensión») como base, pero solo eso, como base. En «The Leftovers» vimos como diseccionaban a distintos personajes durante la primera temporada o como los transportaban a otro universo en la segunda. Todo para llegar a una tercera entrega llena de emoción.

«The Leftovers» narra la misteriosa desaparición de unos 140 millones de personas en todo el mundo . Todos desaparecen al mismo tiempo y nadie vuelve a saber de ellos. Esta metáfora de los tres mil que desaparecieron de pronto el 11 de septiembre de 2001 tiene consecuencias incalculables. Aparecen cultos absurdos y sin propósito aparente. En el pueblo de Miracle se crea un submundo que la ciencia ficción distópica de los 90 solía situar en un futuro lejano (algo que cada vez nos parece más verosímil). No hay ley en un lugar donde se dedican a esclavizarse unos a otros. No existe ninguna noción de ética, de intención o incluso de sentido. Si tienes una pulsera, puedes entrar, pero si la pierdes te quedas fuera, así de simple. El hecho es que aquí nadie conoce a nadie, a nadie le importa nadie.

Ocho capítulos que dicen (de forma obligada) adiós a una serie que aún tenía mucho por contar, pero a la que la audiencia no ha sabido valorar . Ya no hay más.

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