Ministerio del Tiempo
Hugo Silva: «Ya no me siento como un producto de moda»
El actor regrea como personaje fijo a «El Ministerio del Tiempo» mientras TVE estudia la fecha de estreno
HELENA CORTÉS
Alguien reclamaba el sábado la urgente actuación de la patrulla del tiempo para salvar a Manel Navarro . Desde el Ministerio, siempre diligentes, acabaron con las esperanzas: «Actualmente no disponemos de puertas que nos lleven tres meses atrás o más cerca de la fecha ... actual. Sentimos las molestias #Eurovisión». En el organismo público ni pueden, de hecho, elegir su fecha de regreso. TVE mantiene un halo de misterio que pone histéricos a los «ministéricos» , como se conoce a los seguidores de la serie de los hermanos Pablo y Javier Olivares. «Muy pronto», prometen...
Una de las pocas certezas es la vuelta de Hugo Silva (Madrid, 1977), ya como personaje fijo. Netflix dio el empujón que faltaba para hacer viable la producción. ¿Se notará la ayuda? El actor, que da vida al popular Pacino, destaca que «es una serie de aventuras, un género que se come lo que le pongas» . «Sí he notado que nos hemos movilizado a los sitios donde acontece lo que contamos. Habrá muchos exteriores, está bien vestida, pero es una serie muy costosa. Se nota, pero demanda mucha producción», aclara.
—En el primer capítulo veremos a Alfred Hitchcock (José Ángel Egido) y hay muchas referencias a sus películas. ¿Qué ha aprendido del cineasta?
—Pregunté referencias al director, Marc Vigil, y me hizo un listado de películas. Trabajé sobre todo con la figura de James Stewart para darle ese aire en la actuación. El legado de Hitchcock es fundamental. En cualquier película que vemos ahora, incluso de última generación, hay referencias continuas. Yo me he reafirmado en el lenguaje cinematográfico que dejó como legado.
—Siguen los guiños típicos de la serie.
—Igual pasa con el capítulo dedicado a Bécquer. Habrá otro sobre la película «Viridiana», y aparecen Buñuel, Rabal… con un toque berlanguiano del guión. Siempre hay guiños. Lo bonito es que están tan documentados que funcionan y pican al espectador. Suben las búsquedas en Google del tema tratado. Es una labor enorme de divulgación.
—¿Aún sufren el dilema de ir al pasado para salvar a seres queridos?
—Hay una frase que me marcó. Se la decía Alonso a Pacino la pasada temporada: «Puedes cambiar tu pasado, pero nunca vas a poder cambiar tus recuerdos». Somos lo que somos no solo por lo que vivieron nuestros padres, sino por nuestros recuerdos. Y eso se puede trasvasar a la historia de nuestro país. Nos pasa lo que nos pasa por el pasado que tenemos y revisarlo y aprender de él es aprender a reconocernos.
—Amelia (Aura Garrido) cita el duelo a garrotazos de Goya como especialmente significativo.
—También cualquier plano secuencia de Berlanga nos define como país, con mucha oscuridad pero con mucha grandeza. Si revisas nuestra historia, hemos estado más tiempo en guerra que en estados de paz, y eso nos define.
—¿Es un reto especial actuar como policía de los ochenta que a su vez se infiltra en otros siglos?
— Parece un reto, pero si en un teatro me subo a una silla como si fuera un caballo, el público juega conmigo y se pone de mi parte. Tener una doble convención puede parecer una dificultad, pero es justo lo contrario. El público ya es mi cómplice porque conecta con mi personaje. Al convertirme en otro, me da más licencia y libertad. Es una suerte. Nunca me había pasado. Es uno de los secretos de mi personaje y de los otros.
—Entre el público y Pacino hubo flechazo.
—Tengo que dar las gracias, sobre todo al equipo de guionistas. Con los aficionados, noto un cariño muy reconfortante. Ya no me siento como un producto de moda, sino un artista que el público aprecia y con el que sufre, ríe y llora. Es un gustazo.
—¿Cuál ha sido el momento más especial de la temporada?
—El segundo capítulo, en Peñíscola, cuenta una operación de la Segunda Guerra Mundial en la que España jugó un papel fundamental. Y de Bécquer, por ejemplo, sabía y había leído cosas, pero no había estado en el monasterio de Veruela.
—¿A qué momento del pasado no iría?
—A la posguerra. Y por supuesto a la Guerra Civil. Fue un momento para la gente de a pie y para las familias duro y gris, de necesidad y desesperación. Ahora bien, revisarlo y tenerlo en cuenta sí que hay que hacerlo.
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