Ministerio del Tiempo
El misterioso cadáver aparecido en Huelva que supuso la derrota de Hitler
«Tiempo de espías», el segundo capítulo de «El Ministerio del Tiempo», traslada a la patrulla a Punta Umbría, Huelva, en marzo de 1943

Podemos decir que Hitler perdió la II Guerra Mundial el 29 de abril de 1943 en Punta Umbría , Huelva, cuando la tripulación de Pepe Cordero salió a faenar. A eso de las 7.30 horas de la mañana, mientras tendían las redes en la Mata Negra, divisaron un cadáver flotante. Se trataba de un militar británico. Durante unos minutos los marineros debatieron qué hacer con él. Algunos quisieron dejar el cuerpo donde lo habían encontrado. Sin embargo, José Antonio Rey, presionado por sus convicciones religiosas, se enfrentó a sus compañeros y arrastró el cuerpo a cubierta. Con esta historia, ya abordada en la novela del «Ministerio del Tiempo» : «El tiempo es el que es», comenzó la agonía del Tercer Reich.
El cádaver pertenecía al comandante William Martin , adscrito a Operaciones Especiales, quien nunca existió. Tampoco su «padre» se llamaba John, como aparece en su lápida, aunque más bien deberíamos decir su creador. Ewen Montagu , un alto mando de la División de Inteligencia Naval del Almirantazgo británico, fue encargado de idear un plan para engañar a los alemanes. «En enero de 1943, Churchill y Eisenhower habían decidido que la derrota de Hitler pasaba por abrir otro frente continental. Invadirían Sicilia. Sin embargo, necesitaban que el 'Führer' pensara que el gran desembarco se produciría por Grecia. De ese modo, obligarían a los nazis a derivar parte de sus fuerzas lo bastante lejos del auténtico objetivo aliado», explicaba el periodista de «The Times» Ben Macintyre en «Operation Mincemeat (Operación Carne picada)» , uno de los libros que tratan de dar respuestas.

Tras tantas jugarretas, los servicios de inteligencia alemanes se habían vuelto especialmente meticulosos con cómo recibían las filtraciones. Por eso, Montagu tenía que buscar una forma distinta para que les llegara la información. Optó por inventarse al comandante William Martin , un supuesto oficial que viajaba en la ruta aérea que cubría Londres y Argel con un maletín esposado a la muñeca repleto de cartas en las que el general Nye, subjefe del Estado Mayor Imperial, intercambiaba confidencias personales con el general Alexander, responsable de las fuerzas británicas en Túnez. Entre chascarrillos y de refilón, nombraban las playas griegas de Kalamata como escenario de un futuro encuentro. Su ficha lo identificaba con el nombre y los apellidos estadísticamente más comunes en la Royal Marine. En la foto de la misma, aparecía un doble elegido en un meticuloso casting ya que, para cuando habían seleccionado qué cadáver dejarían naufragar en las playas de Huelva, ya exhalaba un aire tétrico.
Montagu se había molestado en desarrollar una personalidad para el cadáver que portaría los documentos que, con suerte, haría creer a Hitler que los Aliados desembarcarían en Cerdeña , en lugar de en Sicilia. Martin llevaba en los bolsillos una factura de 53 libras por la compra de un anillo de bodas para su novia, Pam (que resultó ser una oficinista simpática y pelirroja del M15), de la que también guardaba una foto y varias cartas. Además, guardaba en su cartera unas entradas de teatro para la comedia «Strike a new note», a la que probablemente acudiese con su novia. También se encargó de dejar ver que era algo despistado con un aviso del Lloyds Bank que le recriminaban 80 libras de su hipoteca. Pero a la vez preocupado por su trabajo , por eso llevaría el maletín encadenado a su muñeca.
¿Por qué en España? Pese a que nuestro país era, en teoría, un terreno neutral, simpatizaba con las potencias del eje y estaba plagada de agentes de la Abwehr. Con esta operación se demostró. Al trasladar el cadáver a la Comandancia de Marina de Huelva, el espía alemán Adolfo Clauss , amigo personal del comantante de la Marina, recibió un «chivatazo» del hallazgo. Poco tardó Clauss en personarse para colarse y fotografiar hasta el más mínimo detalle de la correspondencia que portaba Martin. Fue entonces cuando dijeron que oficialmente «se han tragado toda la carne picada», como Montagu dejó ver a Wiston Churchill en un telegrama.
¿Cómo entra la patrulla del Ministerio del Tiempo?
«Aunque en la historia original aparece Sancho, los tres agentes se desplazan hasta Punta Umbría para salvar a Lola Mendieta », asegura el guionista Javier Pascual, quien ha trabajado junto a Javier Olivares y Abigail Schaaff en el texto del capítulo. Sí, la misma Lola Mendieta que luego traicionará al «Ministerio del Tiempo» . «Llegan antes incluso de que la recluten para trabajar en el Ministerio, cuando aún era una joven idealista –interpretada por Macarena García – que ayudaba a los judíos a pasar de Europa a una zona segura», añade. Los nazis la descubren y están a punto de terminar con una de las agentes más efectivas, al menos durante una época, del Ministerio del Tiempo .
La última vez que vimos a Lola Mendieta estaba débil, «sangraba por la nariz». El cáncer se había adueñado ya de su salud. Todo apunta a que tendrá un final similar al resto de sus compañeros del grupo Darrow . «Nos va a tocar despedirnos de la Lola actual, pero descubriremos otra versión de ella que va a dar mucho juego», añade.
¿Quién fue realmente William Martin?
Si el mayor William Martin era más que una invención de los servicios de inteligencia británicos, ¿de quién eran los restos? Según Ewen Montagu confesó en su libro «The man who never was (El hombre que nunca existió)» (1954), el cuerpo pertenecía a un civil fallecido –del cual no revela su nombre– por una neumonía en un hospital de Londres ya que los pulmones tienen una apariencia similar a los de un ahogado. Años más tarde, en 1996, un investigador inglés publicó que el cadáver que habían rescatado del agua era el de un mendigo galés de 36 años , alcohólico y depresivo, que se había quitado la vida al atiborrarse de matarratas. Para el escritor John Steele, se trató del cuerpo de un marinero inglés, fallecido durante el naufragio del portaviones «Dasher» el 31 de marzo de 1943 en Escocia. En dicho hundimiento murieron unos 400 soldados de los que apenas se recuperaron 23 cuerpos que fueron reclamados por sus respectivos familiares. Todas estas demandas obtuvieron respuesta del Gobierno británico, salvo una. En cualquiera de los tres casos, la inteligencia británica habría preparado el cuerpo para que mostrara signos de ahogamiento y lo habían arrojado a las costas de Punta Umbría desde el submarino «H. M. S. Seraph».
Fuera quien fuese, desde su entierro en 1943, en la tumba de William Martin ha habido flores frescas . La responsable es Isabel Naylor, hija de un trabajador inglés de la Rio Tinto Company Limited, que siguió la tradición que inició su padre cuando ella apenas tenía 14 años. Sin embargo, la última teoría –basada en las declaraciones del hijo de Adolfo Clauss– apunta a que no se encuentra en el Cementerio de la Soledad de Huelva. El cadáver habría sido supuestamente robado y trasladado por un submarino alemán U-616 hasta la base alemana de La Spezia (Italia), donde se le practicó supuestamente una segunda autopsia.
Todo apunta a que, por mucho tiempo que pase, no conoceremos con certeza la identidad de este hombre. Según Jesús Ramírez Copeiro, el autor de «Espías y neutrales», existe un motivo que obliga al Gobierno británico a mantener oculta la identidad real del comandante Martin: «A estas alturas hay medios tecnológicos suficientes como para averiguar qué hay en la tumba sin necesidad de abrirla». Pese a que en 1993 el Ejército desclasificó los últimos expedientes de la «Operación Carne Picada» , Copeiro quiso acceder al informe secreto CAB 93/7, el más 'espinoso' de todos. El Gobierno inglés rechazó la solicitud aduciendo que la ficha se encontraba «en situación de préstamo permanente». La persona que guardaba el documento acreditó su residencia en el número 10 de Downing Street .
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