Cinco series españolas de 2021 que rescatar en 2022

Una secuela es siempre una incertidumbre. Hay series que empiezan con buen pie y después tropiezan; quizás porque mantienen la fórmula o porque añaden ingredientes de más. Tienen que recuperar a los fieles, que ya están a otra cosa, pero también sumar adeptos. Con 'HIT' , la serie de TVE y Ganga Producciones sobre un profesor canalla (Daniel Grao) y sus alumnos, había dos caminos. Los guionistas, con Joaquín Oristrell al mando, cogieron el más largo: borrón y cuenta nueva. Mismo protagonista, diferente instituto. La segunda temporada de 'HIT' no ha sido ni mejor ni peor que la primera. Ha sido diferente. Rara. Se agradece el riesgo, aunque a veces falle el tiro. Cuesta entrar en la renovada propuesta, pero acaba convenciendo. Quizás sea menos realista de lo pretendido, pero el hallazgo de estos nuevos diez episodios, además del interpretativo, es qué dice sobre la familia y la masculinidad. 'HIT 2' es más romántica y más política, o sea, más tontorrona. Se merece y nos merecemos una tercera temporada.

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Como 'Cardo' , la serie de Atresplayer Premium creada por Ana Rujas y Claudia Costafreda, no hay absolutamente nada en el panorama nacional. Es nuestro título más radical de 2021. Bendecida por unos y condenada por otros, su radicalidad (que atrapa o expulsa sin término medio) está en lo visual, en lo formal, pero también en qué expone y qué oculta: la autodestrucción de una treintañera que parece tener todo (belleza, lo primero) para ser feliz, pero no lo es. Los Javis producen 'Cardo' y como en 'Veneno', el 'casting' es ecléctico con intérpretes veteranos en papeles pequeños (Alberto San Juan, Ana Gracia, Yolanda Ramos, Cristina Alcázar, Raúl Prieto) y actores desconocidos como protagonistas (Clara Sans, Ana Telenti, Diego Ibáñez). Puede que al espectador más conservador le ruborice el tratamiento del sexo, de las drogas, de la violencia y de la religión, pero 'Cardo' , barriobajera en el mejor sentido de la expresión, es mucho más realista que sus fantásticas vecinas 'Todo lo otro' (HBO Max) y 'Valeria' (Netflix). Y encima es graciosa. Seis episodios de media hora. Tendrá segunda temporada.

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A 'El tiempo que te doy' , creada por Nadia de Santiago, Inés Pintor y Pablo Santidrián para Netflix, se le podrá acusar de sentimentaloide. De intensita. De 'indie'. Y lo es. Su protagonista, a la que interpreta Nadia de Santiago, es noña e indulgente. Parece no haber roto un plato en su vida. Y le encanta lamerse la herida. Es ella quien, a través de diez episodios de once minutos cada uno, cuenta su versión de los hechos: cómo conoció y se enamoró de su ahora exnovio (Álvaro Cervantes) y cómo está llevando la ruptura ('spoiler': fatal). Aunque juega sobre seguro, la leve radicalidad de 'El tiempo que te doy' es la división de la narración entre pasado y presente. Si el primer capítulo dedica la mayor parte del tiempo al allí y al antes, el último se entrega al aquí y al ahora. Sorprende cómo la ausencia paternal influye en la relación sentimental de estos dos jóvenes. Triste, pero bonita. Para llorar bien. Tiene un desenlace debatible. ¿Y si hubiera una segunda temporada contada a través de los ojos de él?

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Cuánta espera para lo poco que dura. Dos años después de la primera temporada de 'Vida perfecta' , Movistar+ estrenó en noviembre la segunda, y al parecer, última. Dicen que de momento no hay nada más que contar. No lo sé, Rick, parece falso. Es de agradecer que una serie de plataforma, donde gobiernan las prisas y la desmemoria, mantenga al inicio de cada capítulo el tradicional resumen: 'Previamente en…'. Tampoco hay que acordarse hasta del último detalle de aquellos ocho episodios, estrenados en 2019, pues estos seis nuevos saltan en el tiempo lo justo para que sus protagonistas estén a otra cosa… como nosotros. Puede parecer forzado el salto, pero sirve para transmitir la sensación de perdición de sus personajes. A la comedia dramática escrita por Leticia Dolera y Manuel Burque le siguen interesando las relaciones: la de una madre primeriza y soltera con su hijo, la de un matrimonio (con hijas) en las últimas, la de dos hermanas distanciadas y, sobre todo, la de estas tres amigas, tres mujeres adultas con problemas de adultos (o no). Lo mejor de la secuela de 'Vida perfecta' es el inesperado remate de sus tramas; lo peor, que no continúe.

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A la actriz Llum Barrera habría que ponerle un monumento. O al menos el nombre de una calle. Primero por 'La caza. Tramuntana' (TVE), donde protagonizó la escena más reveladora, y segundo por 'Pep' , serie de la televisión pública mallorquí que puede verse a través de la plataforma Filmin. Barrera interpreta aquí a la exmujer del protagonista, un farmacéutico que tiene que cuidar de su padre con Alzheimer. La segunda temporada no es tan redonda como la primera (quizás por el enredo amoroso) y es inevitablemente más dramática (la enfermedad avanza), pero sigue ofreciendo un rato agradable, incluso confortable. Es previsible, pero tiene tacto y es emotiva. No deja de ser una comedia familiar con sus códigos (los malentendidos, por ejemplo), pero está por encima de la media al abordar un tema tan oscuro desde la claridad y por las dinámicas tan bien fijadas entre sus personajes, sobre todo la amistad entre los adultos. Los mejores momentos de la serie es cuando se sientan y hablan. Como en 'HIT', lo más interesante de la secuela de 'Pep' es qué dice sobre la masculinidad: cómo reaccionan sus hombres cuando tienen que asumir el trabajo doméstico mientras trabajan fuera de casa. Habrá tercera y última temporada.

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