Inmortalidad, infancia y horror cósmico en 'Alien: Earth'
La precuela de Noah Hawley se estrenará el 13 de agosto en la plataforma Disney +, mostrando que el horror empezó, en realidad, en nuestra Tierra
Carmen Burné
La franquicia Alien, desde su origen en 1979, ha sido una genealogía del miedo. No del terror epidérmico, narrativo, de salto de butaca, sino del estructural: a la maternidad, a la reproducción, al cuerpo colonizado, al sistema, o a que nadie te pueda escuchar gritar. ... La saga nació entre los escombros del optimismo espacial post-68 y la consolidación del neoliberalismo, y ha sabido reconfigurar sus metáforas a este siglo, comprendiendo que el horror no muere, solo se transforma.
'Alien: Earth', concebida por el productor y guionista Noah Hawley como una suerte de prólogo oblicuo al mito fundacional de 'Alien, el octavo pasajero', desplaza el eje narrativo y propone un nuevo punto cero: el primer contacto entre la humanidad y la criatura, no en el vacío del cosmos, sino en nuestro propio planeta. Contamos con el Xenomorfo, desde luego, pero también se incluye un Otro más radical: el ser humano que ha sobrevivido a sí mismo mediante la transferencia de su conciencia a cuerpos sintéticos. El miedo, ahora, es la posthumanidad.
Hawley explica que su objetivo era recuperar una sensación esencial: la del descubrimiento aterrador. «Después de siete películas, ya sabemos lo que hace un Xenomorfo, pero si introduces nuevos seres de los que no se conoce ni su forma de reproducirse ni qué comen, cada aparición vuelve a estar cargada de incertidumbre«, explicó Hawley. Para él, la prioridad fue siempre la función narrativa: qué papel debía cumplir cada criatura dentro de la historia, y a partir de ahí, simplemente se propuso «asquearse a sí mismo» en el proceso creativo. Con la colaboración del estudio Wētā, logró dotar de coherencia visual a estos entes y ofrecer a los actores una referencia tangible para sus interpretaciones.
La infancia no es un paraíso
Wendy (Sydney Chandler), la protagonista de 'Alien: Earth', es el experimento perfecto de Prodigy Corp: su cuerpo es sintético, adulto, optimizado; su mente, en cambio, pertenece a una niña con una enfermedad terminal, transferida antes de morir a una cápsula biomecánica de duración indefinida. En este mundo, la infancia más vulnerable ha sido convertida en la forma más eficiente de obediencia. Aprovechándose de ello, los adultos de la corporación emplean al grupo de los Niños Perdidos (las referencias a Peter Pan son constantes) como armas vivientes: sus cuerpos, técnicamente inmortales, les otorgan una ventaja letal.
Noah Hawley lo expresa con claridad: «Una vez que emergió Wendy, era inevitable que también apareciera Peter. Pero un Peter Pan CEO. Un genio tecnológico, infantilizado, obsesionado con la inmortalidad.« Y es que Wendy es una conciencia infantil privada de su historia, exiliada en una máquina antropomorfa. Su subjetividad está detenida en un umbral que no le pertenece, entre una niñez interrumpida y un futuro que no puede abrazar. «Es un folio en blanco», expresa la actriz Sydney Chandler «construir su personaje fue un proceso muy, muy complejo, porque se le ha arrebatado una etapa vital».
Según Hawley, elegir a una niña como eje de la narración no fue casual. La mirada infantil permite interrogar al mundo adulto desde una posición moral imposible de replicar en un personaje convencional. «Los niños no saben mentir bien. No disimulan el miedo. Cuando te preguntan por qué alguien duerme en la calle, no entienden que haya que acostumbrarse», explicó el creador. Las declaraciones de Hawley son particularmente lúcidas cuando abordan el vínculo entre ciencia ficción y poder tecnológico. Según él, los arquitectos del futuro son los antiguos «frikis de la ciencia ficción en el instituto: programadores, diseñadores de IA, bioingenieros y CEOs de Silicon Valley que crecieron leyendo a Asimov y viendo 'Blade Runner', y ahora tienen en sus manos los recursos para materializar sus fantasías».
Desde sus orígenes, 'Alien' ha articulado el horror a través del cuerpo: el miedo nace del contacto forzado, de la invasión biológica, de la transformación violenta. Ese horror físico persiste en 'Alien: Earth', pero muta. Ya no se trata de la carne rota, sino de su desaparición. El 'body horror' reside en lo que le han quitado. Los cuerpos sintéticos, impecables y eternos, encarnan una mutilación más radical: la de todo lo que nos hace humanos. No sangran, no envejecen, no desean. Son cuerpos clausurados, esterilizados, diseñados para obedecer. El verdadero monstruo, esta vez, no viene del espacio exterior, sino de la ingeniería que elimina la fragilidad y convierte la vida en un sistema cerrado, sin escape.
Ciencia ficción después del futuro
Hay una paradoja en la ciencia ficción contemporánea: habla del futuro, pero está cada vez más fijada en los errores del presente. 'Alien: Earth' no imagina nuevas tecnologías; imagina las consecuencias psicológicas, políticas y metafísicas de las tecnologías que ya están aquí. Hawley lo expresa sin rodeos: «Mi responsabilidad era crear una visión del futuro en la que los personajes se pregunten si la humanidad puede sobrevivir a sus propios pecados». No hay espacio para la utopía. Tampoco para el escapismo. Lo que queda es una especie de melancolía estructural, una tristeza por lo que ya estamos dejando atrás mientras nos convencemos de que avanzamos.
'Alien: Earth' apunta hacia otro lugar. En una humanidad que, en su afán por controlar el cuerpo y conquistar la muerte, ha terminado vaciándose por dentro. No hay sangre, no hay dolor, no hay evolución. Solo una promesa de perfección sin alma. Y esta vez, el monstruo no viene del espacio. Está en casa, y lleva nuestro nombre.
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