Michael C. Hall: «Todos tenemos un lado oscuro, la diferencia es que Dexter lo asume»
El actor habla del regreso del asesino en serie en 'Dexter: Resurrección' (SkyShowtime), que contará con nuevos personajes interpretados por Peter Dinklage, Uma Thurman y Neil Patrick Harris
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Carmen Burné
Años después de haber sepultado a Dexter Morgan bajo toneladas de críticas por un desenlace que muchos consideraron torpe, contra todo pronóstico, Michael C. Hall reabre la herida. 'Dexter: Resurrección' (Skyshowtime) retoma la historia justo unas semanas después de los acontecimientos de 'New Blood'. ... Dexter, que ha sobrevivido al disparo de su hijo, se recupera de una herida casi mortal y despierta de un coma para descubrir que Harrison ha desaparecido.
Dexter Morgan vuelve a respirar, esta vez, entre las calles de Nueva York. Michael C. Hall, con media sonrisa, lo resume con facilidad: «Sentimos que Dexter aún estaba vivo. Y si sigue vivo... no quedaba más remedio que dejarlo salir de nuevo«. La resurrección comienza con un viaje que lo lleva hasta Nueva York, enfrentándose al pasado, a sus demonios internos y al capitán Angel Batista, que lo persigue desde Miami. «Todo nació de un comentario al azar con Marcos Siega, nuestro director», dice Hall. «Estábamos recordando lo bien que lo habíamos pasado en 'New Blood' y de pronto solté: '¿y si no hubiera muerto?'». Lo que sonaba a chiste se transformó en conversación con Clyde Phillips y los guionistas. El cadáver, de pronto, mostraba signos vitales.
«El atractivo estaba en imaginar a un Dexter que hubiera sobrevivido al disparo en el pecho: un hombre capaz de reclamar su vida, de reinventarse, de soltar el lastre de un pasado que lo perseguía». Un Dexter más ligero, casi desconocido, pero siempre vigilado por la sombra de sí mismo. Para Hall, la idea no era segura, pero sí irresistible: «un riesgo que valía la pena correr».
Un chico nuevo en la ciudad
La geografía también define al asesino. Miami, con su sudor y su luz, era la cuna tropical de la serie original; Iron Lake, un escondite entre la nieve para 'New Blood'. Ahora el monstruo pisa Nueva York. «Es acero, hormigón, ángulos duros. Un reflejo de la rigidez de Dexter, de su apego al código. Pero también es una ciudad donde puedes esconderte a plena vista, reinventarte o reclamar lo que fuiste», explica Hall.
La urbe se convierte así en cómplice y en adversario, un escenario que corta y hiere tanto como el propio protagonista. Nueva York, insiste, «no es un mero decorado: es otro personaje más. Y lo es también para la audiencia: la ciudad es familiar para el espectador y extraña para Dexter, lo que aumenta la tensión de este regreso».
Hall habla de su criatura con una mezcla de distancia y complicidad; Dexter es su monstruo, pero también su espejo. La resurrección no obedece a una pulsión de mercado ni a un capricho: es, dice, «la fascinación de darle una segunda oportunidad»: una para el personaje y, en cierto modo, para el propio Hall, que se sumerge de nuevo en un papel «del que nunca terminará de despegarse».
Herencia de sangre
En esta resurrección, Dexter no está solo. Peter Dinklage, Uma Thurman, Neil Patrick Harris: nombres que en cualquier otra ficción eclipsarían al protagonista, aquí se ponen al servicio de la oscuridad. Hall lo resume como un alivio: «Todos contribuyen de forma inconmensurable. Tener actores de este calibre confirmó que no era una locura hacer más Dexter. Es un deporte de equipo: pasas la pelota, recibes, y todos elevan el nivel del juego».
La presencia de estrellas funciona como catalizador. Un recordatorio de que la serie no es un ejercicio de nostalgia, sino un proyecto que atrae talento en plena forma. Más allá del reparto, el verdadero duelo se libra en el núcleo familiar. Dexter ya no es solo cazador: es padre. El propio Hall define que, aún con este rol presente, Dexter no puede frenar a su «pasajero oscuro», pero sí que lo hace más pequeño al tener la prioridad de proteger a su hijo. «Ahí se condensa la tragedia. Cuando descubre que Harrison se ha ido a Nueva York, no lo duda: va tras él. Quiere asumir la responsabilidad, reconstruir entre los dos lo que quedó en ruinas», explica Hall.
En esa negociación de escombros, reaparece también la figura paterna que Dexter lleva dentro, el eco de un código aprendido por tres generaciones de hombres atrapados en un diálogo sangriento: abuelo, padre e hijo. Frente a esto, se materializa también la pregunta que arrastrará los episodios: ¿El amor de Dexter por su hijo lo hace vulnerable? Hall responde con firmeza: «Es una fuerza que lo mantiene en pie. Si solo obedeciera a sus impulsos oscuros, sería una debilidad. Pero Dexter es más complejo. Descubre que necesita esa conexión, que no solo lo atrae a la luz, sino que la necesita como contrapeso vital».
Ese amor, paradójicamente, no lo redime ni lo condena: lo humaniza, y logra que el público sienta compasión por un personaje que debería inspirar repulsión. Ante esto, Hall tiene su explicación: «Todos tenemos un lado oscuro. La diferencia es que Dexter lo asume y se hace responsable de él. La gente admira su capacidad y, al mismo tiempo, se identifica con su torpeza humana. Es superhumano y humano a la vez».
Aunque Dexter, en realidad, sería la víctima perfecta de sí mismo. Su código debería señalarlo como culpable, entonces, ¿por qué no se ha suicidado? «Sus víctimas son versiones descontroladas de sí mismo. Al matarlas, mata esa oscuridad que él sí ha aprendido a gestionar. Sin sus víctimas, Dexter probablemente se habría suicidado».
La extraña persistencia de la vida
Después de la sangre, las pérdidas, incluso el disparo de su propio hijo en el pecho, Dexter sigue respirando. Para Hall, ese balazo fue liberador: «Llevaba años en penitencia por todo el daño. Pero ya ha terminado. No niega su pasado, pero ya no lo carga igual». En un giro inesperado, Dexter resulta ser un optimista. «El hecho de que siga apareciendo en la vida, pese a todo, lo demuestra», dice Hall. Optimismo teñido de sangre, pero optimismo al fin.
Sin embargo, hay un crimen que Dexter nunca pudo borrar, aunque no llevara su firma: el asesinato de Rita a manos de Trinity. Hall lo reconoce como el punto de no retorno: «Fue uno de los grandes giros de su vida. Desde entonces, Dexter ha estado tambaleándose a causa de ese trauma. Quizá solo en esta nueva serie es capaz de trascenderlo». El actor lo admite con un deje de ternura: «Si pudiera devolver a alguien a la vida, sería a Rita. Solo en esta serie tiene algo con lo que puede aplacar su pérdida».
Lo que deja flotando Hall es más inquietante: Dexter sigue siendo un personaje abierto, imposible de clausurar del todo. Su vida es una cicatriz que nunca cierra. Su regreso, un recordatorio de que los monstruos más seductores no mueren: mutan, se ocultan, se reescriben. Michael C. Hall ha vuelto a ponerse la máscara. Y el público, una vez más, mira fascinado cómo el cuchillo brilla bajo la luz de una ciudad nueva.
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