Crítica de 'Black Mirror': Netflix se hace un Black Mirror a sí misma
Netflix se ha disparado en el pie cambiando la receta de la Coca-Cola que todo el mundo amaba sin que nadie se lo hubiera pedido
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Iniciar sesiónTodos hemos oído alguna vez la máxima que dice «si no está estropeado no lo arregles». Por desgracia la sola existencia de una máxima como esta lleva implícita la tendencia natural del ser humano a hacer precisamente aquello que trata de evitar con la propia ... advertencia. Black Mirror ha funcionado durante cinco temporadas y algún que otro especial intermedio precisamente porque nadie trató de arreglar lo que no estaba estropeado. La fórmula que nos encandiló a una gran mayoría de espectadores era sencilla y se cumplía en gran medida en cada nuevo capítulo de la antología: un futuro indeterminado, fuerte protagonismo de la tecnología, las redes sociales y un enfoque filosófico muy pesimista sobre la desoladora capacidad del ser humano para convertir herramientas con potencial de mejorar la sociedad en armas contra sí mismo. En definitiva, una distopía de manual en cada nueva entrega explorando diferentes ángulos y realidades actuales trasladadas a un futuro más o menos cercano. Prácticamente se trataba de fábulas que nos avisaban del potencial que tenemos para equivocarnos de camino y encontrarnos como sociedad en realidades opresivas y alienantes para cada uno de sus miembros.
Hasta que llegó la sexta temporada el pasado 15 de junio a Netflix. La plataforma, habiéndose convertido por sí misma en un caso claro de innovación tecnológica que se transforma en un problema mayor que el que vino a arreglar con sus polémicas decisiones sobre precios y uso de cuentas compartidas, ha decidido 'arreglar' Black Mirror cambiando la receta del éxito. Vaya por delante que la decisión no ha sido ni mucho menos acertada. De los cinco episodios de la sexta temporada sólo 'Joan is Awful', que abre la tanda, puede catalogarse como perteneciente a la saga Black Mirror aunque sin terminar de brillar en ningún momento, pero con una premisa interesante marca de la casa. 'Mazey Day', 'Loch Henry' y 'Demon 79' directamente se pueden calificar como patéticos intentos fallidos de terror serie Z. Ya saben: bajo presupuesto, producción deliberadamente descuidada y actuaciones pasadas de vueltas en un intento de parodia del propio género al que representan. Si Netflix hubiera lanzado estos capítulos bajo cualquier otra enseña, nadie en todo el mundo habría pensado que pertenecían al universo 'Black Mirror'. Caso aparte es 'Beyond the Sea' protagonizado por Aaron Paul (Breaking Bad), Josh Hartnett (Penny Dreadful) y Kate Mara (House of Cards) que con sus setenta y nueve minutos de metraje podría funcionar como película independiente dentro del género de ciencia ficción revisionista. Sin lugar a dudas estamos ante la temporada más decepcionante con amplia diferencia de toda la antología
¿Entretenida? Quizás. ¿'Black Mirror'? Rotundamente no. Netflix se ha disparado en el pie cambiando la receta de la Coca-Cola que todo el mundo amaba sin que nadie se lo hubiera pedido. Hay ocasiones en las que cabría pensar que toda esta temporada la ha escrito una inteligencia artificial desobediente, un algoritmo malintencionado que se ha rebelado contra sus amos y Neflix se ha hecho un Black Mirror a sí misma en un inquietante caso de realidad superando a la ficción.
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