Suscríbete a
ABC Cultural

La ventana indiscreta

Apología de lo sencillo

Hemos llegado tan pronto a todas partes que ni siquiera somos capaces de imaginar un lugar al que escapar de la vida un rato

Un refugio para la estupidez

Lucía Cabanelas

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Vivimos en una película de Antena 3. Una de esas en las que fulanito o fulanita escapan de un doloroso pasado que, cómo no, regresa a darles muerte cuando ya empezaban a esbozar algo más que una mustia sonrisa. No es que sea algo malo, ... que le gustan a mucha gente y suelen hacer la sobremesa más amena para quien no quiera ni escuchar hablar de la siesta, pero esa tensión constante esperando el siguiente asesinato no es para taquicárdicos. El otro día estaba viendo en Netflix 'Las cuatro estaciones', serie de comedia blanca, bienintencionada, y en cada silencio veía la sombra de un cuchillo, en cada sonrisa, algo turbio, qué sé yo, un plan macabro. Hasta Steve Carrell, sus muecas, me daban mal rollo. Ya no me evocaba la ternura de su patán Michael en 'The Office'; le veía en un altar y pensaba: este está maquinando algo, seguro. Pero no: solo eran chistes. Entonces me pregunté: ¿Qué nos pasa? ¿Estamos enfermos? Aquí siempre pensando en el mal, en lo peor y en lo que está todavía por venir, como si no hubiera cosas buenas, como si no tuviéramos suficiente. Y me di cuenta. No somos nosotros; la ficción tiene la culpa.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia