'Los años nuevos'
La historia es tan grande que no dan ganas de desmontarla, sino de regodearse en la experiencia
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Iniciar sesiónSi la vida fuera justa y bella, una mujer te miraría desde la otra esquina de la barra, te llamaría triste (con razón), te pediría un gintonic y sonreiría antes de desaparecer, como una ilusión que se muerde el labio. Y si fuera perfecta te ... la encontrarías fuera como por casualidad (no existen) y te subirías al mismo taxi y acabarías en un ático en el centro de Madrid con buenas vistas, celebrando el año nuevo como si fuera el último, y allí descubrirías que es su cumpleaños, y también el tuyo, y pensarías que si eso no es el destino se le parece demasiado, y entonces estarías ya perdido y entregado y, con el último cigarro, dirías sí a irte a comer a Valencia sin dormir para no romper el hechizo de la madrugada, que es fragilísimo, y por el camino una fuerza mayor os empujaría hasta tu casa y ahí mismo, en el sofá, acabaría la noche (hace mucho que amaneció) y empezaría una historia. Pero las cosas nunca suceden así, o casi nunca, por eso inventamos las ficciones, que a veces mejoran la vida y te devuelven la fe en este mundo, y en la música.
Es difícil no enamorarse de Ana (Iria del Río) en el primer capítulo de 'Los años nuevos', la serie que Rodrigo Sorogoyen acaba de estrenar en Movistar Plus y que escribe con Sara Cano y Paula Fabra. Lo que sucede ahí entre ella y Óscar (Francesco Carril) no responde a las leyes de la lógica, sino del deseo, por eso tiene el tono de un cuento imposible que, con el paso de los años y los episodios se retuerce con las normas de la realidad, del tiempo, más duras pero también más ciertas: la convivencia, el trabajo, la familia, el final no del amor sino del fuego, la suma complicadísima de los egos. Para cuando te das cuenta el viaje (qué relación no lo es) te ha llevado tan lejos que aquello que ocurrió en la Nochevieja de 2014 parece un mito, una leyenda, y entonces toca recordar, porque aún quedan otros cinco capítulos por salir y eso, quizás, no sea solo un capricho de la distribución sino una lección de vida. Otra más.
La historia es tan grande que no dan ganas de desmontarla, sino de regodearse en la experiencia. ¿Pero no habíamos venido a eso aquí?
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SuscribeteO Grove, 1992. Periodista. Experto en el Todo y la Nada. Licenciado en Humanidades y Comunicación Audiovisual. Le gustan los libros, el cine y otras cosas del comer. En cultura de ABC desde el principio.
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