En «This is us» los poderes se ganan en situaciones cotidianas y la muerte del patriarca amenaza los cimientos de la normalidad de estos héroes sin capa
El gran filón de «This is us» es su honestidad . No necesita ni efectos especiales ni esperpénticas tramas, tan solo la cercanía de unos personajes «imperfectamente perfectos». No hay épicas batallas, ni puñaladas por la espalda . No hay risas enlatadas ni sucesos ... paranormales. Tampoco gángsteres sin escrúpulos ni superhéores con capa. Aquí los poderes se ganan en situaciones cotidianas, porque en «This is us» solo están los Pearson, y la rutina que les rodea a medida que crecen y tropiezan. A través de saltos temporales, de idas y venidas, se explica por qué esta familia es como es, y también qué les ha hecho ser así (de normales).
Las discusiones de los Pearson, sus reconciliaciones y sus adicciones dan fuelle a una serie vertebrada por la cotidianidad (que no mediocridad) de sus protagonistas, que ríen, aman, mueren y fracasan como cualquier persona. La segunda temporada de la ficción de Fox continúa , armónica, en la misma sintonía. Un poco más oscura si cabe, profundizando en la muerte del patriarca de esta familia, un héroe deteriorado por sus propias virtudes y defectos, a la deriva entre lo que creó (su familia) y lo que le arrastró (el alcohol).
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