Better Call Saul
Jimmy se acerca a Saul Goodman
La serie no ha renunciado a su ritmo, se ha entregado más a él, y ha llevado a Jimmy McGill a las puertas de su otra identidad: Saul Goodman
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Iniciar sesiónAcabó la tercera temporada de «Better Call Saul» con un final dramático y un tono desconocido en la serie. La tercera ha sido considerada una temporada excesivamente lenta, y esto ha dividido a seguidores y críticos. Empezó con el desmontaje del coche por parte ... de Mike, terminó con la muerte de Chuck y el vaciado eléctrico de su casa. Dos largos procesos de deconstrucción entre los que... ¿pasó gran cosa? Esas dos largas escenas representan el mejor ritmo de Better Call Saul. La lentitud, la lenta combustión .
La serie no ha renunciado a su ritmo, se ha entregado más a él, y ha llevado a Jimmy McGill a las puertas de su otra identidad: Saul Goodman. Algo falta, lo veremos a continuación, pero el «trabajo» fundamental está hecho. El personaje está muy cerca de ser el que fue en Breaking Bad .
Puede repasarse esta temporada analizando sus personajes principales.
JIMMY
Jimmy se ha transformado, y lo ha hecho por la ruptura con su hermano. Negándole su visión la acabará confirmando. Primero tuvo que luchar contra él, pelear y hundirle profesionamente para ser libre. Después fue rechazado en una conversación final de gran tristeza (sonaba, por cierto “It Never Entered my Mind”, una rendición a la melancolía poco frecuente en la serie ). En la cuarta temporada Jimmy ya sabrá que Chuck ha muerto.
La relación es algo más que cainita. Uno es un malo bueno, otro es un bueno malo . Chuck proyectaba en él algo relativo a los padres. Una carencia, una preferencia por el estilo desenvuelto de Jimmy, que siempre sale airoso y recibe el cariño femenino: de su madre, de su mujer (aquella escena de la cena), de Kim... Chuck odia en él esa caprichosa retribución de los méritos que tiene lo afectivo, que todo le fuera perdonado, que siempre contara con la indulgencia de los demás. Chuck en Jimmy odia algo casi religioso, social. Chuck es una mente jurídica hasta el extremo: todo ha de tener consecuencias, todo daño ha de pagarse. La concepción del derecho para Jimmy es instrumental, lábil, para Chuck es estricta hasta lo sagrado. Es un memorable perturbado jurídico. Un abogado loco que pasa a la historia . Un enfermo de jurisprudencia.
La relación entre hermanos es el lado dramático, el imposible fraterno con Chuck aguijonea a Jimmy, no le deja dormir , y luego está el lado más divertido, ligero. Ese es el Jimmy característico que Bob Odenkirk borda. En esa dimensión exterior suya realiza el sacrificio de Irene, lo llamaremos así. Sus escenas con la anciana Irene son lo mejor de la temporada. Es fascinante. Jimmy seduce la voluntad de la anciana para cobrar la indemnización y al hacerlo vuelve en su contra a sus amigas. Saca lo «mejor» de él: Jimmy vestido de chándal, haciendo yoga o jogging en el mall. Manipula un bingo para que sea ella la premiada. Y cuando rompen el corazón de Irene sentimos una pena inmensa. Es solo un anciana sin amigas, pero lo vivimos como un intenso drama. Jimmy entonces se sacrifica y confiesa su engaño. Renuncia al dinero y a su reputación entre los ancianos, su clientela, su público. Al hacerlo no habrá redención. Jimmy no mejora tras ese acto. Jimmy se hará Saul. Coinciden aquí dos condenas: la del hermano («Siempre harás daño a los demás, está en tu naturaleza») y la de la abogada en la escena en que revela a los ancianos la verdad de su engaño. No hay redención, Jimmy se despeña hacia ser Saul Goodman.
Pero al desenmascararse con los ancianos, Jimmy hace algo notable. Pierde su negocio, su base de clientes. Algo que tiene una íntima relación con su carácter más íntimo. Es aquello que mejor se le da. Jimmy seduce a los ancianos porque tiene algo retro, encantador , años 50, algo en el fondo desplazado. Es un pícaro benigno, leve, que sabe moverse en el escenario mental de los septuagenarios. Domina las residencias, los campos de golf, las grandes superficies. Es retro hasta ser kitsch. Tiene algo anticuado, nostálgico. El personaje lo construyó Odenkirk a partir de la imitación del productor Robert Evans, y su fantasía es cinematográfica. Las citas son frecuentes. Cuando engaña a Irene aparece Robert Mitchum en la tele. A Kim le gusta Gregory Peck. Y cuando no puede ejercer la abogacía se dedica a rodar anuncios con ese estilo comercial de las teles locales. Jimmy cree en la publicidad. Cree intensamente en la televisión. Hay algo cutre, kitsch, nostálgico, y tramposo en él que resulta casi trumpiano. Una maldad inocua, espectacular. Un maestro de ceremonias (el bingo) fraudulento .
De Jimmy a Saul habrá también un cambio de registro jurídico : de los ancianos a los traficantes . La pirueta final para renunciar a ellos es gloriosa: manipula a Irene para crear un cisma en la comunidad de la residencia. Retrata la dureza de las viejas. La escena del jogging en las que ellas dan de lado a Irene es historia de la televisión. Por esa dulce comunidad (dulce porque él la sigue mirando con indulgencia y patarnalismo de deus ex machina) será expulsado sin retorno, pero habrá demostrado un dominio absoluto de la psique del septuagenario americano. Los maneja como la FOX, pero ya no podrá volver a ellos. El sacrificio es el de su propia imagen. Pero hasta para ser sincero los engaña, los manipula . A la verdad llega por una doble trampa. Perder al Jimmy de la residencia de ancianos es demasiado para el fan. ¿No volverá ese ser encantador? Jimmy tiene algo fascinante. Se mueve en una periferia encantadora de residencias de ancianos, salones de belleza coreanos y barras de cócteles con nombre de avión de la IGM. Se rodea de estudiantes, de ancianas, de compañeras en el despacho. Es un hombre de mujeres. Cuando se queda sin dinero, la estudiante que hace de cámara se apiada de él. Le quiere dar su parte. ¡Cómo no va a odiarlo el frío Chuck!
Su proyecto de despacho con Kim, su sueño, no dura. Hay otro objeto que se convierte en proceso. La pared que pinta con esa escala descendente. Es como un crack bursátil dibujado . La tortuosa suerte que hay que enderezar. Le vemos dibujarla, colorearla... Como el coche de Mike, o la casa de Chuck, o incluso el pastillero de Nacho. Objetos en los que la cámara se alarga. La dibuja, la pinta, y no es gratuito. Al abandonar el despacho sabremos lo que deja allí. Better Call Saul concede a los objetos una atención que ellos devuelven con un sentido magnético.
KIM
Quizás sea una de las incógnitas de la temporada. ¿Qué muere de la relación entre Jimmy y Kim para que surja Saul? En Kim hay una integridad cercana a Chuck. Era puente entre los dos hermanos, y al ponerse de lado de Jimmy en el juicio sacrifica algo íntimo por él. Parece que no estará dispuesta a hacerlo más. Es una relación misteriosa en la que no hay o no vemos sexo. No hay sexo, hay actos de entrega hacia el otro, por el otro.
Hay algo, sin embargo. Algo sobre el futuro. Cuando ella decide pluriemplearse sale al desierto para quedar con su nuevo cliente. Hay una escena, la de la primera cita, en la que se percibe algo inminente, un peligro , hay una forma de intranquilidad sobre ella que confirma inmediatamente el susto con el coche, cuando casi se estrella contra una planta de extracción.
Ella no sabe estar en el desierto. No está bien. No la hemos visto ahí nunca, y sentimos la amenaza. El desierto es donde Jimmy sale, donde se acabará encontrando con Saul. Es el lugar del peligro, naturaleza, sin ley ni jurisdicción. Donde van los que trafican. Ella es una abogada de intachable ética y la primera salida al desierto presagia el accidente. Si Saul ha de volver allí, está claro que Kim no estará en su vida . No porque no quiera, porque le será imposible.
MIKE
El personaje desemboca en Gus Fring (demasiado parecido a Barack Obama como) a través de una temporada de silencios. Mike es la paciencia. Enormes ejercicios de paciencia. Apenas habla. Espera en los coches, hace vigilancia. Sublima esas vigilancias policiales hasta parecer un búho. La escena inicial del desmontaje del coche es uno de los momentos de la temporada. Gilligan y Gould consiguen una poesía del desguace, un homenaje al automóvil, una intriga estática y afilan un personaje que es a la vez tranquilo y obsesivo. Ex policía zen, de vuelta de todo . De vuelta del lenguaje incluso. Mike Ehrmantraut habla sólo si es absolutamente necesario y siempre con un gesto de disgusto.
En esta temporada se cierra el triángulo Nacho-Mike-Fring . Primero se explica la simpatía intuida entre Mike y Nacho. Ambos tienen algo en común. Nacho es el hijo traficante de un padre ejemplar al que ama. Mike perdió a un hijo íntegro por una corrupción que a él sí le manchó. Los dos están en un plano parecido. Corrompidos, mantienen una deuda paternofilial. Los dos hablan muy poco. A partir de cierto disgusto con uno mismo, hablar molesta.
Nacho inicia un plan para acabar con Héctor Salamanca y termina en un entendimiento con Fring cuando descubre el truco de las pastillas. Se las devuelve, le mira. Lo sabe. El triángulo entre los tres se ha cerrado. Están del lado del crimen, pero con muchos matices. Con vetas de integridad y moralidad, con códigos que ellos aún reconocen. Entre ellos aún funciona el apretón de manos.
CHUCK
Y queda él. Fin del trayecto. ¿Sabíamos que no llegaría a Breaking Bad? Quizás sí. ¿Qué papel podría tener allí? Su hermano acaba ejerciendo el derecho que más le podría hacer sufrir. Justo lo que él suponía. Lo hubiese intentado evitar, así que era uno u otro. Lo que sabemos es que Saul se convierte justo en el tipo de abogado que le profetizó Chuck . Jimmy da la razón al hermano o más bien decide dársela.
Chuck tiene la función de dar lugar a Saul, y al hacerlo se convierte en uno de los personajes de la serie. Su destino es cruel, su enfermedad, inicialmente cómica, se vuelve desesperante, hiriente hasta la locura en un final memorable en el que desmonta su casa en busca del origen imposible de la electricidad. Es como buscar una voz en su cabeza. Chuck traslada a su casa-refugio su delirio . A las paredes, los cables. Vacía su interior y encuentra que no hay nada.
Es otra escena larga que se demora en detalles, en cada estante, cada cable, cada muro. Algo de esa búsqueda en la interioridad de la casa familiar estaba ya en Breaking Bad .
Su final es de una soledad absoluta: renuncia al hermano, le abandona la profesión, el socio, la mujer. No le queda nadie. Sólo él, origen de su propio tormento. Y una indemnización que no le importa.
El actor Michael McKean borda en Chuck un personaje irascible, elitista y desequilibrado con sutileza y un punto de elegante simpatía. Gestos de aprensión y huida, nada histriónico.
Jimmy se acerca a Saul Goodman
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