American Crime Story
Una campaña electoral «basada en hechos reales»
Se entra en un terreno pantanoso que media entre el respeto a la libertad de expresión y la impunidad de las empresas televisivas para proteger sus intereses a cualquier precio
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónYa no es nada extraño eso de hablar de las series que no se han visto. Aún no se ha empezado a grabar la tercera temporada de «American Crime Story» , pero bastó con saber que iba a tratar sobre el escándalo Clinton-Lewinsky ... para que se disparasen todo tipo de suspicacias y conjeturas. Luego se supo que la propia Mónica Lewinsky iba a ser la productora de la nueva temporada y que Ryan Murphy, el director, se comprometió a ceñirse a su versión de los hechos. Para acabar de agitar el avispero salió John Landgraf, presidente de la cadena que emite «American Crime Story», a anunciar ante la Asociación de Críticos de Televisión que estrenará el culebrón sobre Clinton a solo mes y medio de las elecciones presidenciales .
Algunos periodistas cuestionaron la decisión de Landgraf argumentando que la serie podría influir en la campaña electoral en contra del Partido Demócrata. El ejecutivo, un genio del marketing capaz de vender un producto que todavía no existe , se defendió haciendo pasar a sus críticos por poco menos que unos inquisidores, y a sí mismo por un mecenas que solo vela por la excelencia artística sin atender a razones políticas o de otra índole. Para creerse esto, antes habría que ver si Landgraf estaría dispuesto a mantener en antena una serie con bajas audiencias solo por sus méritos artísticos.
Es cierto que condicionar el estreno de una serie a las circunstancias políticas del momento es algo que se parece mucho a la censura . Pero no por ello vamos a caer en la ingenuidad de pensar que el estreno de una serie sobre Clinton a seis semanas de las elecciones es una inocente casualidad en la que nada tienen que ver los intereses de la cadena que la emite. Aquí se entra en un terreno pantanoso que media entre el respeto a la libertad de expresión y la impunidad de las empresas televisivas para proteger sus intereses a cualquier precio. Al precio, por ejemplo, de la difamación, la mentira o la distorsión de la realidad.
Landgraf tachó de «histérica» la idea de que una serie pudiese interferir en las elecciones. No invita a la calma saber que el directivo de una gran cadena televisiva desconoce (¿o hace que desconoce?) el inmenso poder de seducción que tiene entre manos. Y pareciera que ignora también la existencia de los anunciantes, esos tipos que meten dinero en su televisión precisamente para interferir en las elecciones, en este caso comerciales, de su audiencia.
No está muy clara cuál es la relación de «American Crime Story» con la verdad de los hechos que narra. Se presenta como una serie «basada en hechos reales», lo cual es una fórmula muy socorrida que ubica a la obra en algún punto intermedio entre la veracidad y la pura invención. A la hora de contar una historia, basta con introducir un solo gramo de ficción para que todo lo sea, y mucho me temo que esa será la receta de «American Crime Story» a la hora de cocinarse a Clinton. Habrá que ver si Landgraf cumple su palabra y convierte la nueva temporada de «American Crime Story» en el preámbulo de la campaña electoral.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete