Serializados Fest
Vince Gilligan: «No podría haber hecho “Breaking Bad” sin “Expediente X”»
El productor y guionista estadounidense celebra en Barcelona el décimo aniversario de su legendaria serie y la buena salud de «Better Call Saul», su última creación
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónAntes de convertirse en uno de los showrunners más cotizados y de darle un par de revolcones a la ficción televisiva con «Breaking Bad» y «Better Call Saul», Vince Gilligan tecleaba de madrugada guiones de «Expediente X» sabiendo que lo importante no era ... escribir, sino afinar bien la oreja. «Los mejores días oía las voces de Mulder y Scully en mi cabeza. Les oía pelearse y sólo tenía que transcribir lo que decían», explica Gilligan mientras un centenar de estudiantes memorizan cada una de sus palabras.
No es para menos: el estadounidense, invitado estrella de la quinta edición del Serializados Fest, ha aprovechado su paso por Barcelona para ofrecer una clase magistral en Blanquerna, compartir algunos secretos del oficio con unos cuantos guionistas en potencia y analizar las líneas maestras de una carrera que una y otra vez regresa a los días de «Expediente X». «No podría haber hecho “Breaking Bad” sin “Expediente X”. Lo aprendí todo», reconoce Gilligan. Tanto es así que, casi sin saberlo, ya había empezado a encontrar a su Walter White en el segundo capítulo de la sexta temporada, ese «Drive» en el que Bryan Cranston pierde (literalmente) la cabeza. «Él no se acordaba de mí, pero yo le recordaba perfectamente. Ahí me di cuenta de que podía ser un actor aterrador. Luego apareció en “Malcolm crece” y vi que también podía ser divertido, así que me dije: “Yo quiero trabajar con este tipo”», recuerda Gilligan.
Tampoco se olvida, cómo hacerlo, de la muerte en la serie de Jane, la novia de Jesse Pinkman, y de cómo aquella escena dejó completamente deshecho a Cranston. «Normalmente yo estaba en Los Ángeles, a 1.000 kilómetros de distancia, mientras se rodaba la serie, pero aquel día estaba en el set y vi cómo Bryan se desmoronaba. Mientras rodaba pensaba en su propia hija, que en aquel momento tenía 14 o 15 años», recuerda. De hecho, añade Gilligan, aquella muerte, una de las más de doscientas que se suceden de forma un tanto macabra en la serie, fue de las pocas que le costó una llamada de AMC, la cadena que emitía la serie en Estados Unidos. «En el guión original, Walt le daba una dosis extra de heroína para matarla, pero después de hablarlo con ellos lo cambiamos», relativiza Gilligan.
Aprender de Mulder y Scully
De las andanzas paranormales de Fox Mulder y Dana Scully, añade, también extrajo el que sería el corpus filosófico de «Breaking Bad»: ese aprender a cargar con las consecuencias de los propios actos. «Antes, los personajes de las series no tenían demasiado margen para cambiar; recuerdo un capítulo en el que Mulder mataba a un tipo en su salón y luego se acostaba en el sofá como si nada. Lo que yo quería es que los personajes sufriesen las consecuencias de manera realista », explica.
Es así como nació hace justo una década la volcánica y oscura «Breaking Bad» y también ese inesperado afluente que es «Better Call Saul» , atípico spin off que acaba de llegar a su cuarta temporada y con el que Gilligan insiste en seguir dinamitando las reglas. «No tiene sentido hacer una cosa que es igual a todo lo que se ha hecho en el pasado», subraya. Y tampoco tiene sentido, añade, arrastrar a un protagonista a un lugar al que está claro que no quiere ir. «Tienes que ir minuto a minuto y preguntarle al personaje. Con "Better Call Saul”, tanto yo como Peter (Gould) pensábamos que sería una comedia negra, con capítulos cortos, pero el propio personaje nos llevó en otra dirección», explica Gilligan.
Quizá por eso insiste una y otra vez en relativizar el mito del personalismo y el sello de autor y reivindica la creación audiovisual como un trabajo eminentemente colectivo. «Con “Breaking Bad”, la única vez que trabajé realmente solo fue a la hora de escribir el episodio piloto. Para los 61 capítulos restantes tenía guionistas, actores, directores y productores. Al final, hacer una serie es como construir un rascacielos: se necesitan muchas manos para hacerla », explica un Gilligan que, antes incluso que guionista o productor, se autodenomina «pastor de la ficción». «Mucha gente piensa que lo importante es ser buen escritor, un buen guionista, pero al final eso no es tan relevante como todo el intercambio de ideas que se produce en la sala de guionistas”, destaca.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete